Tensión

“Si Ayuso aceptó ser designada ahora debe esperar a que decida el jefe”

El pulso entre Génova y Sol por la presidencia del partido en Madrid tensa el partido

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a su llegada a la presentación de la Oficina del Español
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a su llegada a la presentación de la Oficina del EspañolLUCA PIERGIOVANNIAgencia EFE

La dirección del Partido Popular se equivoca si piensa que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso,dará su brazo a torcer en la batalla por el liderazgo del PP madrileño. Génova ha enseñado esta semana sus «garras», y los planes de la presidenta madrileña siguen siendo los mismos: concurrir al cónclave con su lista, sin pactos por medio, como pretenden desde Génova que haga con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Dicen en el entorno de la presidenta que sea cuando sea el congreso, irá con una lista de integración, pero que será su candidatura, sin hipotecas ni repartos de un liderazgo que considera ya suyo.

Esta semana Génova y Sol han desnudado sin pudor ante la opinión pública el alcance del choque entre los dos equipos, y esto ha sido sólo el comienzo de una larga batalla que preocupa, y mucho, en el partido, que molesta incluso en algunos sectores de la organización popular, y de la que no conoceremos el resultado posiblemente hasta después de Semana Santa, si Génova cumple la previsión de estirar los plazos.

El equipo de Pablo Casado ha dejado claro durante estos días que va a por todas y que no acepta pulsos territoriales, y menos de quien fue señalada por el dedo del líder y la considera en deuda permanente con él. «Si aceptó ser designada a dedo, ahora tiene que aceptar la disciplina de partido, y no moverse hasta que el jefe lo diga». A partir de esta declaración de principios puede concluirse que desde la nacional está ya todo dicho... Al final, todos los liderazgos nacionales de los partidos acaban actuando como si dirigieran un ejército, y, en este caso, el alférez, Ayuso, tiene que esperar a que el capitán, Casado, le dé el paso.

En el PP reprochan al líder nacional que no se haya sentado con Ayuso para «llamarla a capítulo», si así lo considera necesario, y para evitar el desgarro de ver a su «número dos», Teodoro García Egea, batiéndose en la arena con el jefe de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez. La «sangre» se ha visto correr durante esta semana, evidenciando lo que era un secreto a voces dentro del partido, que las broncas entre Génova y Sol son constantes y que la relación de Casado con Ayuso no es tan buena como ellos disfrazan en público porque, a fin de cuentas, «aunque Casado no quiera quemarse, si Teo se quema es porque cuenta con su aval».

La dirección nacional ha optado por disimular que el verdadero objetivo es Ayuso por la vía de apuntar a su jefe de Gabinete, en la confianza de que si ya éste ya cayó con el ex presidente Aznar, ahora ellos pueden también cobrarse su cabeza. Pero no miden que la presidenta tiene otra arma para devolver el golpe una vez que el pulso ha llegado a este punto. Si Génova quiere la cabeza de Rodríguez, ella puede pedir la de García Egea, y que gane el que menos tenga que perder.

¿Cuál es realmente la razón de la pelea? Porque el calendario del congreso es el pretexto que tapa la realidad de lo que se cuece por debajo. Casado quiere controlar la organización madrileña, y en el equipo de Isabel Díaz Ayuso creen que las maniobras de la dirección nacional para alejarla del liderazgo regional son una afrenta con respecto a los otros presidentes autonómicos y una zancadilla a su proyección para que no haga sombra a Casado.

Y a río revuelto entran en escena los nombres de Cayetana Álvarez de Toledo, ex portavoz del PP en el Congreso, y de la ex presidenta madrileña Esperanza Aguirre. Álvarez de Toledo ha visto la oportunidad de vengarse de Casado, en una operación en la que dentro del PP creen que le mueve más esa venganza sobre el líder del partido que el reconocimiento intelectual a la presidenta. Y de Esperanza Aguirre, lo que dicen los suyos es que si se ha movido es porque «quiere que la dejen seguir con sus negocietes y que la sigan callando cosas».

Los movimientos de las dos han traído a la memoria del partido las reuniones «en el piso de Valenzuela [aludiendo a una vivienda de Álvarez de Toledo] para descabalgar a Mariano Rajoy en el Congreso de Valencia de 2008». En esa órbita estaba y está el ex presidente José María Aznar.

La historia del Partido Popular de Madrid ha ido acompañada de buenos resultados electorales, pero también de continuas peleas, más o menos escandalosas, según el momento. Hay una «vía Aznar», en la que se separa la Presidencia de la Comunidad de Madrid y del partido, con Alberto Ruiz Gallardón, y una «vía Rajoy», en la que los dos cargos sí coincidieron en la persona de Esperanza Aguirre. Ayuso comentaba esta semana, en una reunión de su grupo, que los americanos no entenderían que no cumpliera con su agenda, por su viaje a Estados Unidos coincidiendo con la Convención Nacional. «Si fuesen europeos, sería otra cosa»: y por eso tiene que estar allí y no en la Convención al servicio de Casado. Por cierto, en la nacional han llegado a señalar a cuatro de los consejeros de Ayuso como afines, cuando se acerca más a la realidad que esos cuatro nombres son tan de Casado como de Ayuso, y lo único que quieren es que se imponga el sentido común y no se busquen líos que perjudiquen a la parte y al conjunto.