Partido Popular
Más del 76% de los votantes del PP apoya los pactos de gobierno con Vox
Casado fideliza a más de un 97 por ciento de los electores. Los más jóvenes dan por amortizados a Rajoy y Aznar y siete de cada diez se declara de derechas frente al 25% que se define como de centro-derecha
Los votantes del PP no ven ningún problema, en su mayoría, a que Pablo Casado se haga con más gobiernos con la ayuda del pacto con Vox. Los datos de la encuesta de Nc Report entre el electorado popular, realizada durante la Convención itinerante que el partido ha desplegado por todas las comunidades en las que gobierna, apuntan a que también en este caso la opinión publicada no coincide exactamente con la opinión pública. Al menos la del granero del que depende Casado para alcanzar el Palacio de la Moncloa. Hasta un 76,8% de los votantes del PP se declara a favor de los pactos de gobierno con Vox. La pregunta es genérica, por lo que no deja fuera el gran acuerdo nacional para desbancar al Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez. El 81,3% apoyaría, de hecho, una moción de censura, mientras que más de la mitad ve bien pactos puntuales con el PSOE.
El apoyo a la absorción de Ciudadanos (Cs) crece hasta llegar al 91,7%, e igual que en el caso anterior, tampoco hay diferencias sustanciales por edad, si bien el votante mayor de 55 años es el que más respalda el pacto con Vox y la deglución de la formación naranja. La etapa del España suma y de la unión de siglas fue sepultada con el hundimiento de Cs en las últimas elecciones catalanas.
Entre sus votantes, el liderazgo de Casado recibe la aprobación del 76,8%, que lo califican de bueno o muy bueno. Un 17,5% lo valora negativamente. El líder popular ha cumplido ya los tres años al frente del partido y en ese tiempo ha hecho una reordenación de la estructura provincial y ha empezado también a meter mano en algunos de los organigramas regionales, especialmente en los que no están en el poder. En estos tres años, de fuertes turbulencias políticas, también ha ido afianzándose la fidelidad del votante hacia sus siglas, que en su mayoría (73,1%) se define como de derechas, frente a un 25,15% que dice ser de centro-derecha.
Hoy, el PP tiene una fidelidad de voto del 97,3%, en un proceso de crecimiento que se ha visto favorecido por la descomposición de Cs y la expectativa creciente de que el voto útil puede ayudar al centro-derecha a volver al poder. En la segmentación por grupos de edad, en todos es superior al 96%.
Tradicionalmente los jóvenes son punto débil del PP, pero, si la lupa se circunscribe exclusivamente a sus votantes, los datos confirman que Casado, y su renovación generacional, sí han conseguido conservar al voto menor de 34 años, que es el más ciclotímico en todos los procesos electorales.
La renovación interna que ha forzado Génova le ha sido útil para tener más control de las riendas de la organización política, pero también era necesaria para desengrasar las estructuras territoriales del PP, en buena parte agotadas por el proceso de anquilosamiento durante la etapa del Gobierno de Rajoy. El ex presidente del Gobierno dejó un partido en los huesos, electoralmente y en clave de banquillo, y por su debilidad, y por necesidades electorales, Génova ha tenido que darle la vuelta, aunque esto haya ido acompañado de tensiones internas. Como ocurre, por otra parte, en todo proceso de renovación. En ese mirar hacia el futuro hay un 74,1% que cree que el PP ya ha roto con la corrupción, convicción que es mayor entre los menores de 34 años.
Otra de las tareas más costosas para la nueva dirección fue librarse de la tutela del pasado, después de haber ganado el Congreso de la sucesión gracias a la ayuda de una parte de ese pasado. Primero cayeron todos los ex de la etapa anterior que terminaron por sumarse a la candidatura de Casado para evitar el triunfo de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Y luego vino la recolocación de los ex presidentes del Gobierno. Fue más fácil con Rajoy que con Aznar, cuya sombra se extendió de manera alargada sobre el nuevo equipo de Génova.
Esta Convención ha sido un punto de inflexión porque la dirección que preside Casado ha conseguido que Rajoy y Aznar hagan en cierta forma de teloneros de la función dirigida a reforzar el liderazgo de Casado y la imagen de unidad interna. Ni Aznar se ha salido del guion oficial, lo que achica el margen para que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pueda hacer una mínima alusión al agravio de que Génova le intente taponar su acceso a la Presidencia del PP de Madrid, a diferencia de lo que ocurre con el resto de barones.
En la encuesta, la pregunta de si Casado debe contar con Aznar y Rajoy divide al electorado prácticamente en dos mitades. Por sólo 8,5 puntos gana el «sí» al «no». Y en cuanto a edades, el votante mayor de 55 años es el que ve menos problema a que los dos expresidentes sigan tutelando la figura de Casado. Ahí el apoyo sube hasta el 60,2%. Y desciende al 41,5% entre los menores de 34.
Casado hará hoy gala en Valencia de un partido unido. En materia programática los golpes de efecto serán muy medidos porque ésta no es la Convención del programa de la nueva alternativa popular, y sí la Convención con la que el PP pretende asentar definitivamente entre el electorado de centro derecha que es una alternativa seria y viable al Gobierno de coalición del PSOE con Podemos.
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