La ausencia
Desfile sin la Heredera
Son tiempos en los que Leonor debe estar l lado de su padre
Las cosas van de mal en peor en la Casa. Una cosa es que haya que extremar las medidas para que no se produzcan contagios por la Covid, y otra muy distinta que se confine a los medios de comunicación a una salita –supuestamente para que trabajen y escriban desde allí– y no tengan acceso a los corrillos con los políticos ni con los Reyes, que eran la salsa de todas las recepciones en Palacio. La guinda la puso un miembro del equipo de prensa cuando advirtió a los periodistas que hablaban con los ministros y políticos a la salida, de que el próximo año escribirían «desde la Plaza de Oriente». ¡Pues estamos listos!
Malo es que se convierta el trabajo de los medios de comunicación en noticia. Como malo es que este año Pedro Sánchez se parapetara en los Reyes para intentar paliar el chorreo que cada año le brindan el 12 de octubre. Que se inspire en los responsables de prensa de Zarzuela y que el próximo año se meta en una salita o bar cercano, aparezca por sorpresa en la tribuna y así se evita el lío.
Pero volvamos al Palacio. En la recepción exprés se habló poco del Rey Juan Carlos según me relató uno de los asistentes. Al menos él no oyó nada en ninguno de los corrillos en que se movió. Quizá no querían los invitados que les mandaran con los periodistas al cuarto oscuro. Sí se habló mucho más de la Princesa Leonor, ausente por primera vez en un desfile desde que su padre es Rey. También se habló de la infanta Sofía que ocupó el sitio de su hermana, a la derecha de Felipe VI, como segunda en la línea de sucesión al trono. La hija menor de los Reyes de España había llegado sola al desfile en un Mercedes que, al no asistir Leonor, no lucía el banderín azul ni el escudo de la princesa de Asturias. Acabado el acto se volvió también sola a Zarzuela. No asistió a la recepción y los asistentes la buscaban en vano. Ninguna explicación a esto último, a pesar de que los invitados este año eran apenas 200 y de que era la primera vez que ejercía como segunda heredera.
Sí hubo explicación a la ausencia de la Heredera. Ya hemos dicho que, desde el año 2014, nunca habían faltado las hijas de los Reyes al desfile. Y, quizá también por eso, el argumento del «imperativo sanitario» sorprendió a los asistentes y a la lejana prensa.
Al parecer, el internado de Gales donde estudia el bachillerato impone una cuarentena de cinco días a todos aquellos alumnos que han tenido contacto con otras personas ajenas a su núcleo familiar. Me gustaría saber si los compis de Leonor cumplen con ello, pero en fin, ella al menos, sí lo ha hecho.
Habrá que esperar hasta la próxima semana –al 22 de octubre– para ver a la Princesa de Asturias en Oviedo en los premios que llevan su nombre. Imagino que luego tendrá que confinarse cinco días. Cosas del protocolo sanitario galés.
Pero pensando en el protocolo español, no hubiera estado de más que doña Leonor se cogiera dos semanas de vacaciones para poder asistir al desfile de la Fiesta Nacional. O que quizá la entrega de los premios que llevan su nombre en Oviedo se hubiera adelantado al próximo fin de semana para evitar tanto confinamiento. Son tiempos para que la Heredera esté al lado de su padre en este tipo de actos, en unos momentos en los que los tambores de guerra vuelven a sonar fuerte. La izquierda vuelve a rescatar la bandera republicana y ataca sin pudor a la Monarquía. Para ello cuentan con Pablo Iglesias, que trata de identificar a la Monarquía con «la derecha y la ultraderecha». Es por ello que pienso que la princesa debía haber estado ayer al lado de su padre, y con la Familia Real. Y después ya verían en Zarzuela.
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