PSOE

Los Presupuestos entierran el pacto de coalición PSOE-Podemos

Ministros admiten el cambio de fase en la coalición de Gobierno. Malestar en la parte socialista con la «política comunicativa» de la vicepresidenta Díaz

Pedro Sánchez, junto a Nadia Calviño y Yolanda Díaz, ayer en el Congreso
Pedro Sánchez, junto a Nadia Calviño y Yolanda Díaz, ayer en el CongresoEmilio NaranjoEFE

«La coalición no da más de sí». La reflexión sale del Consejo de Ministros de Pedro Sánchez, del ala socialista, en una semana en la que los socios de gobierno siguen dando muestras de una tensión creciente. Las dos partes ven con escepticismo el futuro de la relación, y cada vez lo disimulan menos, aunque esto no lo lleven al terreno de confirmar un adelanto electoral de calado. Que hagan la guerra por separado no quiere decir que las elecciones vayan a celebrarse mucho antes de lo que tocaría por calendario. Seguirán compartiendo Gabinete, sin disimular que cada uno trabaja para unos intereses diferentes.

Los Presupuestos del próximo año representan el punto de inflexión y a partir de aquí, si se escucha lo que dicen en uno y otro lado, no cabe esperar que salgan adelante las reformas apalancadas ni que la coalición sea ya productiva.

Los grandes proyectos de reforma anunciados por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su 40º Congreso, están condenados a quedarse en un titular, con la expectativa de contener el desencanto de la izquierda que reflejan las encuestas.

Los peajes, la regulación del cannabis… Ministros de la cuota socialista del Gobierno no ocultan ya su malestar con el doble juego de los morados, y apuntan directamente contra «la política comunicativa» de la vicepresidenta, Yolanda Díaz. El buen cuidado de las formas no tapa el enfado y la creciente desconfianza ante una estrategia en la que las decisiones impopulares caen todas, y más lo van a hacer en el futuro, del lado socialista del Gobierno.

«Calviño está condenada a ser la cara amarga del Gobierno mientras que Yolanda Díaz no va a dejar de utilizar su cartera para impulsarse en su carrera por el liderazgo de la izquierda que rodea a Podemos», señalan en la cuota de Gobierno del PSOE.

Pedro Sánchez mantiene hasta ahora el control de estos pulsos internos para evitar que se le desboquen, pero lo vivido es sólo un calentamiento de lo que viene.

Aunque en teoría la Legislatura esté en el ecuador, en la izquierda que quiere liderar Yolanda Díaz entienden que ya llega el momento de marcar un camino propio. Unidas Podemos sale tan debilitado como el PSOE del desgaste de la pandemia, y su única puerta para la supervivencia, tras el portazo de Pablo Iglesias, está en utilizar el Gobierno para desgastar a sus socios.

¿Por qué tan pronto? El PSOE tiene un socio que no va a hacer de costalero de ninguna de las medidas que exija Bruselas para continuar liberando fondos europeos hacia nuestro país. Desde que salgan adelante estas cuentas, los morados tratarán de soplar y sorber al mismo tiempo. Y no se harán corresponsables de las directrices europeas que obliguen a tomar decisiones que no supongan continuar regando con dinero público potenciales bolsas de votantes.

Vaticinan en el PSOE que su pulso con Unidas Podemos será como el que mantuvo Mariano Rajoy con Albert Rivera, con la salvedad de que ellos no compartían gobierno. «Por lo que habrá más sangre y más barro». Al PSOE no se le pasa por alto que, en los próximos meses, al menos hasta la primavera, vienen tiempos duros: el margen para el gasto se estrecha y la crisis energética impulsará un proceso inflacionario de durísimo impacto en la capacidad adquisitiva de los ciudadanos y en los costes de la industria.

Y en esta batalla, que exige de un Gobierno capaz de resistir la tormenta sin tomar decisiones legislativas equivocadas, la estabilidad de la coalición corre un serio peligro. La presión de Podemos ya fue decisiva en el decreto sobre el hachazo a las eléctricas que ha acabado siendo maquillado, aunque Moncloa no quiera reconocer que el pulso se lo han terminarán ganando del todo los «monstruos» a los que quería derribar.

Con los últimos Presupuestos de la Legislatura ya rodando, casi sólo queda saber en qué momento el jefe del Ejecutivo dará la orden de entrar en el fango con ese frente de izquierdas para el que se postula ya desde el Consejo de Ministros su vicepresidenta.

Al PSOE no se le escapa que Yolanda Díaz «cae mejor» que Sánchez, y que hasta tiene una credibilidad que el presidente del Gobierno ha ido perdiendo poco a poco con sus descuidos a la hora de cumplir los compromisos.

Una vez que estén aprobados los Presupuestos, con las correspondientes cesiones a nacionalistas e independentistas, el giro en las dos partes de la coalición se hará muy evidente. El 10º aniversario del fin de ETA, en teoría una plataforma perfecta para que Sánchez capitalizara desde Moncloa un éxito de la democracia, ha quedado empantanado por el ruido que hace los partidos que sostienen al Gobierno, y la decisión de la derecha de no pasar por alto la oportunidad para sacar rédito político. Y así ocurrirá en todos los demás escenarios en los que se huelan que pueden morder al partido fuerte de la mayoría parlamentaria.

En las filas socialistas temen que ese ruido sea más fuerte que el que pueda hacer el nuevo equipo de Moncloa para imponer su relato. Un ejemplo es la puesta en escena de Arnaldo Otegi en este aniversario porque ha llegado a convertirse en un arma arrojadiza contra el presidente del Gobierno bajo el argumento de que esconde hasta un supuesto pacto con el líder abertzale.

Ese acuerdo no existe. Otegi decidió al margen de la parte socialista, pero el balance para Moncloa es que el batasuno capitaliza el aniversario del fin de ETA y a ellos les mancha un supuesto cambalache que afectaría incluso a la política penitenciaria. El traslado de presos etarras seguirá su ritmo, pero no ha sido desencadenante del movimiento del líder abertzale. A pesar de que los mensajes contradictorios de Gobierno y PSOE den pie a interpretar que hay algo más que un posicionamiento por parte de Otegi, que le ha servido para rentabilizar mucho mejor que el Gobierno la derrota de la banda terrorista.