Horas decisivas
Yolanda Díaz vira y dará la batalla contra ERC por la reforma laboral
Asume que se aprobará con Ciudadanos y desafía a los republicanos a explicar por qué votan con el PP
Sin casi margen de maniobra, la vicepresidenta segunda asume ya que la reforma laboral saldrá adelante hoy en el Congreso sin el apoyo del bloque de la investidura y sí con el de Ciudadanos. Yolanda Díaz ha jugado sus cartas hasta el final y es por ello que todavía ayer no quería dar por perdida la partida. Estaba volcada en sacar adelante el acuerdo entre Ejecutivo, patronal y sindicatos con sus socios parlamentarios y a ello se ha dedicado en exclusiva durante los últimos meses.
Pero fue ayer cuando la vicepresidenta vio casi imposible esta vía, a pesar de seguir negociando contra reloj. Al cierre de esta edición, desde Trabajo seguían insistiendo en esta idea. El mandato era claro. No levantarse de la mesa hasta el último minuto. Convencer a ERC para cortocircuitar el protagonismo de Cs en la convalidación del decreto. Un escenario que repercutirá directamente en la ya débil relación con sus socios de izquierda, pero que también tendrá su impacto en su proyecto personal, que debe desplegar en los próximos meses y al que ha fiado el éxito de la aprobación de la reforma laboral como primer trofeo. Si se queda Cs en la ecuación, su propia imagen quedará comprometida ante el discurso transversal que ha adoptado.
Es precisamente por ello por lo que la vicepresidenta viró ayer su discurso. Elevó el tono contra los republicanos y comenzó a abrazar la estrategia del relato: interpelar a ERC para que explique públicamente por qué se dispone a votar junto al PP y «en contra de recuperar los derechos para los trabajadores», así como explicar las bondades de la reforma, dejando en un segundo plano la importancia dada previamente a aprobarla con los socios. Así Díaz aprovechó los datos de empleo de ayer para asegurar que la reforma laboral «ya está dando resultados positivos», puesto que, argumentó, son el resultado de la reforma en vigor vía decreto desde hace un mes.
En Trabajo se mostraron muy molestos con el «juego» –dicen– que ha emprendido ERC, el de publicitar en los medios que Díaz «no se mueve» y saliendo a desmentir que se les haya ofrecido propuestas. Y es que Gabriel Rufián llegó a acusar a Díaz –sin nombrarla– de «pasarse de frenada» al presentar una reforma que «son lentejas». Un extremo que en el entorno de la vicepresidenta desmienten. Les gustaría incluso poder mostrar los documentos que han presentado a ERC. Ante esto, la propia Díaz salió ante los medios para advertir a Rufián. «Hemos planteado propuestas respetando el acuerdo del diálogo social que no han sido respondidas e instamos a ERC a sentarnos a negociar, con seriedad, en una mesa». Así, en Trabajo se confiesan enfadados por las formas exhibidas por los republicanos y creen que corresponden «a cálculos electoralistas» que no entienden debido a la lejanía electoral. El relato para que ERC sea hoy el señalado también fue adoptado por Unidas Podemos. En las filas moradas no entienden cómo los republicanos van a vender el «no» ante los sindicatos mayoritarios en Cataluña, menos aún después de que Díaz recabara la pasada semana en Barcelona los avales de CC OO y UGT.
Por su parte, el ala socialista del Gobierno asiste a la negociación desde una posición de fuerza. La suma que se ha impuesto –la de Cs y los regionalistas– permite a Pedro Sánchez centrar su mensaje en la semana clave de la campaña electoral en Castilla y León, donde los electores que se disputan son, precisamente los de la formación naranja, por lo que al Ejecutivo le interesa vender la transversalidad de la reforma laboral, que ya consiguieron cerrando el acuerdo con los empresarios.
En Moncloa consideran, además, que, si finalmente el nuevo marco laboral no sale con el bloque de la investidura, esto evitará que Díaz, se siga arrogando en exclusiva el éxito de la misma. Los socialistas cuestionan en privado la estrategia que ha seguido la vicepresidenta segunda. Primero, poniendo todo el énfasis en la retórica de la «derogación», que incluso provocó una crisis interna dentro del Gabinete, y que desde un principio se sabía que no iba a materializarse y, posteriormente, con su apuesta en exclusiva por ERC, intentando expulsar a Cs de la entente.
Respaldo de UPN
En el Gobierno hacen hincapié en que esta es «una buena reforma» y que debe contar con el máximo número de apoyos. «No renunciamos a ningún voto», dijo ayer el presidente, lanzando un dardo a Díaz. No obstante, los números con Cs y los regionalistas son muy justos y en Moncloa reconocían cierto vértigo por que la votación acabara dependiendo de UPN, que concurre coaligado con el PP a las elecciones, y no es un socio habitual del Gobierno, pero que ayer confirmó su apoyo por «sentido de Estado». E intentarán hasta final atraer al PNV a la abstención. El debate que se abre es si el desmarque de ERC supone un punto de inflexión en la relación con la coalición y esto acaba complicando la viabilidad de la legislatura.
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