Pulso en la coalición
La «vía Sánchez» se impone para la reforma laboral
Moncloa tiene los votos para aprobar el decreto con Cs y regionalistas, pero Díaz maniobra para conseguir el apoyo de los socios
Con el horizonte cargado de citas electorales, PSOE y Podemos, partidos que forman el Gobierno de coalición, han recrudecido su guerra y la reforma laboral es la batalla más simbólica. Y, si nada cambia en las próximas 24 horas, Pedro Sánchez tiene todos los números para convertirse en el vencedor frente a su vicepresidenta Yolanda Díaz. Salvo que Esquerra y EH Bildu reconsideren su posición, algo que se da por imposible, la «vía Sánchez» se va a imponer y la reforma laboral saldrá adelante con Ciudadanos, partidos regionalistas y el PDeCat, tal y como adelantó ayer este diario: formaciones de centroderecha desplazarán a los socios de investidura.
La derogación de la reforma de 2012 era el compromiso más icónico de Podemos y Díaz fiaba el lanzamiento de su candidatura a presidenta del Gobierno a esa bandera. Sin embargo, la fotografía que va a quedar es poco favorable: el contenido del decreto Ley se deja en el tintero aspectos muy sensibles de 2012 y se aprobaría, a día de hoy, sin el apoyo de los socios de izquierda.
Precisamente, esos aspectos que el decreto se deja por el camino son los que reivindican tanto Esquerra como EH Bildu: salarios de tramitación, los 45 días por año trabajado, la anteposición de los convenios autonómicos a los estatales y la facultad de la Generalitat para autorizar los ERE. Pero, más allá del contenido, en ERC tampoco ha agradado nada la actitud intransigente del Gobierno, que se ha negado a hacer ningún cambio. En este sentido, fuentes republicanas recalcan que, pese a los esfuerzos de Díaz por arremangarse y negociar, tampoco tenían «garantías» para que sus demandas se cumpliesen.
En las filas de ERC señalan el choque entre PSOE y Podemos como clara señal de que no tienen asegurado el cumplimiento de los acuerdos: «Se autoenmiendan», apuntan en el partido republicano, que también critican que no se aceptaba «transparencia comunicativa». En todo caso, la vía que demandaban era que el decreto se tramitara como proyecto de ley y, a partir de ahí, introducir los cambios que piden.
Ahora bien, también es cierto que tanto a Esquerra como a EH Bildu les pesa el sentido de su voto y, de ahí que hagan llamamientos también a mantener el bloque de la investidura. Conscientes de que esta mayoría alternativa puede sentar un precedente peligroso para su agenda social y del reencuentro, se aferran a mantenerse como socios. También hay temor al malestar que pueda generar entre los sindicatos: sobre todo, en Cataluña, donde UGT y CC.OO representan a más de un millón de trabajadores. En este punto, cabe decir que el 80% de los electores de ERC darían su apoyo a esta reforma laboral, según el CIS.
En cualquier caso, Díaz tampoco lo ha tenido fácil para imponer su vía. Y eso que la vicepresidenta segunda sigue trabajando contrarreloj –se vota mañana– para conseguir «in extremis» que la reforma se convalide con el bloque de la investidura. En este sentido, cuenta a su favor que los apoyos son excluyentes: Ciudadanos ya advirtió de que se saldría de la mayoría si entraba ERC y esto es lo que está buscando Díaz, que quiere cegar el pacto por la derecha con naranjas y nacionalistas. En juego está su propio crédito político, si su proyecto estrella sale adelante sin la izquierda.
Desde Podemos defendían ayer que había que «darle tiempo» a la vicepresidenta, disconformes con los números que ya aseguraban salvar el trámite en el Congreso. Es más, los morados muestran malestar porque consideran que «no se está dejando trabajar» a Díaz y que esta tiene las manos atadas en su negociación con los socios tradicionales del Gobierno. La vicepresidenta está buscando varias fórmulas para lograr que sus aliados se adhieran, respetando el contenido de la reforma laboral, pero prometiendo introducir los cambios que demandan en futuras normas que se impulsen. El problema es que esta propuesta se topa con la oposición de la otra pata de la coalición, que sigue inflexible con su apuesta por el diálogo social, esto es, que cualquier impulso a una nueva legislación que afecte a patronal y sindicatos deberá tener su aval. Esto supone un freno importante porque, por ejemplo, en lo relativo a la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los estatales, que pide el PNV, no existe acuerdo.
Moncloa nunca han dudado de que la reforma laboral saldría adelante. Consideran que el aval que supone que cuente con la rúbrica de patronal y sindicatos le da una «legitimidad» al acuerdo que hay que «preservar» sin tocar una coma. A día de hoy y a la espera de los últimos esfuerzos de Díaz por atraer a ERC y Bildu, el nuevo marco laboral contará con los apoyos de PSOE (120) y Podemos (34), además de Ciudadanos, que votará favorablemente si no lo hace ERC, y el diputado no adscrito por Sevilla que abandonó la formación naranja con el que el PSOE mantiene conversaciones (10); PDeCAT (4); Más País (2); Compromís (1); Coalición Canaria (2); PRC (1); y, Teruel Existe (1), mientras se mantiene la incógnita de Navarra Suma (2). En total, 174 diputados a favor y 172 en contra, sin contar los dos escaños de Navarra Suma (que bastaría con la abstención), cuando se necesitan más «síes» que «noes».
Y es que los apoyos de Ciudadanos pueden incomodar a Podemos tanto como los del PDeCAT y la posible abstención de Navarra Suma (UPN), ya que ambas formaciones apoyaron justamente la reforma laboral de 2012: es decir, se estaría mandando el mensaje de que los cambios en la nueva norma son tan poco profundos que son aceptados por partidos que apoyaron al PP. La jornada de hoy, en todo caso, se prevé intensa, por los movimientos que intentará Díaz hasta el final. Por su parte, el PSOE, cómodo con la situación actual porque desactiva a Podemos y contenta a los empresarios, tiene pocos incentivos para aceptar un cambio de socios a última hora.
✕
Accede a tu cuenta para comentar