13-F
Aviso a Sánchez: El «efecto Moncloa» se diluye a dos años de las generales
El PSOE pierde la primera fuerza y consolida la tendencia a la baja que inició el 4-M. El bloque de la coalición retrocede ocho procuradores y no rentabiliza la agenda progresista
El PSOE ha vivido la convocatoria electoral en Castilla y León con poca o ninguna ansiedad. Las bajas expectativas de victoria se fueron animando en la recta final de la campaña, llegando incluso a soñar con un posible vuelco electoral que no se ha producido. Durante la misma noche electoral, fuentes socialistas anticipaban un recuento «muy ajustado», asegurando que estaban en condiciones de forzar el empate «hasta el último minuto». Finalmente, Luis Tudanca ha sido segundo, a un punto y medio del PP, con 28 procuradores y un 30% del voto.
A pesar de que los socialistas han sufrido un importante retroceso electoral respecto a 2019, cuando fueron la fuerza más votada con 35 procuradores (35% de los votos), la derrota no tendrá un efecto directo para el PSOE, más allá de comprometer el futuro político de Luis Tudanca, que se ha presentado ya a tres elecciones sin ser capaz de tocar poder ni romper la hegemonía del PP en la región. «Tened claro que otros vendrán y lograrán el cambio que esta tierra merece», dijo tras certificarse el resultado, dejando la puerta abierta a su dimisión. En esta ocasión, no había un gobierno en juego y, por tanto, los efectos de no ser primera fuerza son más limitados, al no producirse una pérdida en términos de poder territorial. La lectura interna tampoco afectará demasiado a Pedro Sánchez, cuyo liderazgo interno no está en cuestión ni se dilucidaba en esta convocatoria electoral.
Sin embargo, el presidente del Gobierno tampoco sale indemne de la derrota. Las urnas le han lanzado una importante advertencia. La de Castilla y León era una cita para pulsar el tirón de las siglas del PSOE, para testar si el «efecto Moncloa» se diluye cuando todavía resta la mitad de la legislatura, a dos años de que sea él mismo quien se mida en las generales. Esto, a pesar de que desde el Ejecutivo se haya puesto toda la maquinaria gubernamental al servicio del candidato socialista en esta campaña, con anuncios desde la mesa del Consejo de Ministros en clave de inversiones o de lucha contra la despoblación. El «cambio de ciclo» que alimentan desde el PP, que arrancó con la moción de censura de Murcia y se tradujo en una rotunda victoria de la Comunidad de Madrid no es ya un caso aislado y ha tenido su continuidad en Castilla y León, aunque con menor contundencia. Sin embargo, en ambos territorios, en 2019 el PSOE fue primera fuerza. En el caso de Castilla y León, los socialistas ganaron entonces en siete de las nueve provincias, mientras que anoche solo aguantaron en cuatro (Burgos, León, Palencia y Valladolid).
Siguiente parada: Andalucía
Los socialistas se afanarán ahora en intentar frenar la sangría de votos y que la dinámica no se mantenga en la siguiente meta volante: Andalucía, que es –además– un feudo capital para el socialismo –por su posición hegemónica durante años– y para apuntalar una futura victoria en las elecciones generales. De la aritmética y futuro entendimiento del PP con Vox dependerá la inminencia o no del anticipo por parte de Juanma Moreno y en el PSOE esperan que se dilate lo suficiente para intentar ganar tiempo e insuflar oxígeno a la candidatura de Juan Espadas, que no acaba de despuntar. Fuentes socialistas se mostraban ayer «alarmadas por el auge de la ultraderecha» y criticaban que la estrategia del PP ha sido un «fiasco», en un intento de desviar la atención para intentar maquillar su derrota. Esta será la estrategia en el futuro y de cara a las siguientes citas electorales: recuperar el discurso del miedo a que una alianza entre el PP y Vox se extienda por el resto de territorios y a nivel nacional.
El presidente del Gobierno siguió el recuento desde la Moncloa, fuentes socialistas informaron que, como ya hiciera en las catalanas y las madrileñas, no estaba previsto que se trasladara hasta la sede socialista de Ferraz. Quienes sí siguieron desde allí la noche electoral fueron la vicesecretaria general, Adriana Lastra y el secretario de Organización, Santos Cerdán. El resultado del 13-F enciende las alarmas en el Ejecutivo, porque la campaña se ha orientado en vender gestión, una gestión que no tiene un efecto movilizador en su electorado de izquierdas –el bloque ideológico de la coalición retrocede ocho procuradores–, ni tampoco entre los votantes moderados a los que aspiraba a conquistar el PSOE en estos comicios. Sánchez volvió a intentar su enésimo giro al centro con el acuerdo de la reforma laboral con la patronal y pactando su convalidación con Ciudadanos. Una estrategia para centrar su posición que ha vuelto a demostrarse ineficaz.
Sánchez que fue de menos a más presencia, para evitar quedar contaminado por el resultado, ha hecho bandera del Salario Mínimo, los fondos europeos, el Ingreso Mínimo, la ley de eutanasia... todo un rosario de medidas que se han impulsado desde el Gobierno en estos dos años para demostrar que existe otro modelo de gestión y de recuperación para salir de la crisis económica, con sello socialdemócrata y progresista, frente a la austeridad que el PP impuso en 2008. Cómo queda el mapa de situación también va a tener un efecto en las relaciones entre Sánchez y Casado. El líder del PP no sale claramente fortalecido en clave interna de una convocatoria que se adelantó para apuntalar su liderazgo, por lo que esta debilidad, sumada al auge de Vox, puede tener un efecto negativo de cara a los pactos de Estado entre los dos principales partidos. La renovación del Consejo General del Poder Judicial sigue a la espera de entendimiento entre ambos.
Soria ¡YA! amenaza la hegemonía
Otro mensaje de alarma para el PSOE es el resultado de los regionalistas. Tanto en León (UPL) como en Soria (Soria ¡YA!) recogen los escaños que pierden los socialistas. El caso de Soria es el más preocupante para el PSOE, porque además de perder la hegemonía en las autonómicas, es una provincia donde se reparten dos escaños en las generales. Si se repitieran los resultados del 13-F, los socialistas se quedarían sin representación soriana en el Congreso de los Diputados.
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