Plan B

Casado se reunirá mañana con los barones del PP para ganar la batalla interna

Reúne el martes, 1 de marzo, a la Junta Directiva Nacional para fijar el congreso. El líder no renuncia a presentarse con el apoyo provincial

Pablo Casado no dimite. Después de una jornada de intensas deliberaciones dentro de su núcleo duro, que se fracturó, y bajo la presión de las filtraciones del poder territorial exigiendo un congreso extraordinario, la decisión de la cúpula popular fue resistir.

Con ciertos matices, porque después de anunciar una reunión para el próximo martes de la Junta Directiva Nacional, sin más, fuentes solventes confirmaron a este periódico que será mañana, a las cinco de la tarde, cuando Casado se vea con los barones para abordar la convocatoria del Congreso y la agenda de la Junta Directiva. La posición de éstos ya la conoce porque, después de pactarla el domingo pasado, se la transmitió el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo: quieren que se aparte y que haya un cónclave extraordinario.

Por tanto, el martes, 1 de marzo, habrá una Junta Directiva Nacional, máximo órgano entre congresos, y someterán a votación la convocatoria del cónclave nacional, que puede ser ordinario, como quiere la cúpula popular, o extraordinario, en un plazo de 30 días, como piden los barones.

El mando popular ha echado cuentas y cree que tiene la mayoría de la Junta Directiva a su favor para que la convocatoria fuese ordinaria, ya que los críticos necesitan dos tercios de los votos. Esto, de cumplirse, les permitiría ganar tiempo con la fecha del congreso, para el que ya han empezado incluso a negociar provincialmente los apoyos necesarios para ganarlo. Su vía de salida son las informaciones sobre presunta corrupción que dicen que continuarán cercando a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y la posible imputación de ésta en la investigación abierta por la Fiscalía sobre la base de la denuncia del PSOE y Más País.

La decisión de convocar la Junta Directiva Nacional se cerró después de que el comité de dirección llegara a romperse en una discusión que se prolongó mañana y tarde.

De hecho, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, confirmó oficiosamente justo ayer su intención de abandonar la portavocía nacional del partido para centrarse en sus responsabilidades municipales. No acudió , pero ya hace semanas en las que el alcalde se ausenta de este órgano interno y la decisión de dejar la portavocía, como informó este medio la semana pasada, la lleva meditando desde antes de las elecciones en Castilla y León.

El comité de dirección fue tenso y hubo amenazas de dimisión. Entre los más reticentes a no escuchar la demanda de los barones se posicionaron Belén Hoyo, Jaime de Olano, Elvira Rodríguez, Ana Pastor, Andrea Levy, Dolors Montserrat, Javier Maroto y Cuca Gamarra, los tres portavoces en el Parlamento Europeo, en el Senado y en el Congreso.

Como ayer informó este periódico, el pasado domingo, después de conocer el pacto de los barones liderados por el gallego Alberto Núñez Feijóo, para forzar que los actuales responsables del partido se hagan a un lado, con la oferta de una salida generosa, la dirección popular hizo una primera estimación de sus respaldos y llegó a la conclusión de que tienen los votos necesarios para frenarles en la Junta Directiva Nacional. El modelo de organización blinda al mando por la vía estatutaria.

De esta manera, Génova ganaría tiempo para que siga avanzando el cerco a la la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y, a la vez, ellos puedan reorganizar sus apoyos. Desde el primer momento en el que estalló la crisis el escudo que ha utilizado Casado ante los dirigentes territoriales ha sido el de que habrá una imputación de la presidenta madrileña, que la obligará incluso a renunciar a su cargo. «Conclusión para la dirección nacional: busquemos la imputación por corrupción gracias a Dolores Delgado y dentro de dos años dirán que no había nada, pero ya hemos despedido a Díaz Ayuso de la política. Ésta película ya la hemos visto otras veces», dicen desde Sol.

Los barones han optado por dejar la cuestión de Ayuso a un lado, aunque han hablado también con ella y ésta les ha transmitido que su preocupación es limpiar su imagen y centrarse en la política madrileña. El pacto de este fin de semana incluía no cerrarle la puerta a que optara a la presidencia regional del partido en el congreso que está pendiente de convocar.

Mientras Casado deliberaba con su dirección los próximos pasos a dar, Ayuso dejaba claro en público que mantenía el pulso en alto: «No puede quedar gratis haberme robado la presunción de inocencia». Y el presidente de la Xunta irrumpía con unas declaraciones que en la formación se leyeron como una clara declaración de guerra a la dirección que preside Casado. «Hay que tomar decisiones. Es imprescindible hacerlo. No serán fáciles, serán complejas, pero deben ser urgentes. Esas decisiones deben volver a unir al partido. Tenemos la obligación de no crearle más problemas a España porque esta situación de colapso no se la merecen ni los militantes ni el partido ni España», sentenció. Para añadir, a continuación, que a Casado «le corresponde tomar esa última decisión», lo que se interpretó como la demanda, pactada con los demás barones salvo el presidente de Murcia, de que dimita.

Los dirigentes autonómicos, al margen de la situación de Ayuso, esgrimen que a día de hoy Casado se ha convertido en una rémora electoral. También le reprochan cómo ha gestionado sus acusaciones contra Ayuso y la guerra que vienen librado Génova y Sol desde hace meses y que se ha convertido en un lastre para el conjunto de la organización.

Pero la cúpula actual cuenta con otra baza a su favor en esta batalla interna. Tienen el apoyo provincial porque llevan meses impulsando una profunda renovación territorial, que, a diferencia de lo que es la tradición, comenzaron por el aparato provincial precisamente para quitar poder a los barones. «No puede ser que un líder elegido por primera vez por la militancia vaya a ser ahora echado de su puesto por la decisión de varios medios de comunicación, una manifestación «trumpista», y lo que digan varios dirigentes», alegaban anoche en la dirección popular.

Casado tiene a su lado el poder provincial, piezas que cree fundamentales en la organización de un congreso a doble vuelta, tal y como recogen los estatutos del PP.