Jorge Vilches
La Andalucía del pragmatismo
Hasta un 20% puede pasar del PSOE al PP, dicen en Génova, aunque con la mitad estarían más que satisfechos
Estas elecciones andaluzas se dirimen en un parámetro principal: pragmatismo frente a ideología. Mientras el PP y Cs ofrecen gestión y eficacia gubernamental, el resto se decanta por la llamada a las emociones y a la batalla cultural. Por esto, populares y centristas ahondan en la moderación, mientras que Vox, PSOE y las izquierdas se dedican a la bulla.
Esta estrategia es la acertada en el caso del PP de Moreno Bonilla por su perfil personal y su imagen apacible, y porque cuando se está en el Gobierno y las cuentas salen hay que vestirse de estadista, no de bullanguero. El contraejemplo es Sánchez: como las cuentas no le salen, se aferra a la crispación como reclamo electoral.
Además, la actitud de los populares andaluces es adecuada al sentir del electorado andaluz. Esto es muy liberal: la política tiene que ajustarse al pueblo, y no el pueblo a la política. Dicho de otro modo: el modelo de Moreno es dar soluciones a los problemas, no presentar un plan de corrección de la sociedad siguiendo un proyecto ideológico, que es lo propio de la izquierda.
Esto da resultados en las encuestas. Hasta un 20% puede pasar del PSOE al PP, dicen en Génova, aunque creo que con la mitad estarían más que satisfechos. Ahora falta que ese triunfalismo se traduzca en movilización; esto es, que la seguridad de la victoria no genere pereza en parte del electorado del PP. Moreno eligió libremente el 19-J contando con la abstención que pueden provocar las vacaciones escolares, el Corpus y el calor. Por tanto, no hay excusas.
En ese pragmatismo que abanderan el PP y Cs es imprescindible la apuesta por lo local. Al PSOE, Vox y a la extrema izquierda se los juzga por la política nacional, por un Sánchez insufrible, por la batalla anti-progresista de Olona, o la reivindicación bolchevique de los otros. Al tiempo, populares y centristas apuestan por el localismo, donde el PSOE también pierde porque no hay quien olvide la corrupción y la negligencia de sus décadas de gobierno.
Lo pragmático se ve mejor con gafas de cerca, ajustada a los problemas del lugar, con nombres y apellidos. Lo ideológico es más de televisión y redes sociales. Sin embargo, esto último sirve para movilizar a una parte crucial de la derecha que puede ser decisiva para asentar una nueva hegemonía en Andalucía.
Vox es un fenómeno no despreciable, que tendrá recorrido, y que llega a segmentos del electorado insatisfecho con el PP, y ahora también con los socialistas. La gran sorpresa andaluza sería que Vox empatara en porcentaje con el PSOE, o que se quedara muy cerca. Si Vox gana voto a la izquierda, sobre todo en el mundo rural, será por su combinación de tradicionalismo y proteccionismo, con un discurso tan conservador como reactivo que culpa al «sistema» de la situación del campo. Olona es una buena candidata, aunque no despierta el voto femenino. También será una prueba de la capacidad de Vox para movilizar con una candidata conocida, lo que no ocurrió en Castilla y León.
El pragmatismo del PP y la ideología de Vox pueden dar un sumatorio muy interesante, o un matrimonio de conveniencia al menos para una legislatura. ¿Y Cs? Marín será para Moreno Bonilla lo que el CDS de Rodríguez Sahagún en el Madrid de Álvarez del Manzano: un complemento hasta que el PP saque mayoría absoluta porque absorba a todo el electorado de Cs.
Por cierto, los debates electorales no sirven para ganar votos, sino para no perderlos. No mueven a los votantes de forma significativa, y los candidatos están más preocupados por contentar a los suyos que por conquistar a los otros. El primer debate, además de un tostón, no movió nada,y el que se producirá el lunes próximo debería servir para que Moreno Bonilla ajuste su perfil pragmático y moderado, y llame desesperadamente al voto.
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