Andalucía
Debate de inflexión: cinco candidatos y un presidente
Salió al ataque quien menos tenía que perder y Moreno se mantuvo en un papel institucional alejado de la confrontación
El paradigma de debate que cambia el rumbo de una campaña data de septiembre de 1960 y enfrentó a Richard Nixon con John. F. Kennedy. Desde entonces, la regla de oro de esta suerte de Angliru electoral pasa por no perder lo que se tiene ganado. Los debates, como Roland Garros, dependen en gran medida de los errores no forzados. El paradigma de ellos fue la ausencia de Arenas en la campaña de 2012. En lugar del favorito de aquellas elecciones hubo un rótulo. En esta ocasión, el debate supuso un punto de arranque y de inflexión evidenciando sobre el escenario la existencia de cinco candidatos y un presidente.
Como en el atletismo, hay candidatos que hacen de liebre, que fue el papel de Olona con Espadas. Arrancó el socialista en el minuto inicial resaltando que el PSOE sacó a «Andalucía del subdesarrollo». A los cinco segundos, Espadas –chaqueta abrochada, camisa blanca– ya interpelaba a Moreno: –«Le hizo presidente Vox»–, y aludió a su incapacidad de gestión. Continuó Moreno –el único con corbata, de lunares– en tono institucional: «Iniciamos una nueva etapa, con mucha ilusión. Han pasado cosas buenas y trágicas, como la pandemia». Por Cs, Marín –camisa azul, chaqueta desabrochada– habló de «tú» al telespectador: «Me diste tu confianza. Yo he cumplido. Andalucía ha pasado de vagón de cola a locomotora», señaló. Macarena Olona –camisa blanca– tiró de manual de «llorería»: «Han intentando ilegalizar a Vox», dijo para definirse como «nacida en Alicante, española» y mirando a Teresa Rodríguez cuando dijo que la llaman «inmigrante alicantina». Pronto tiró Olona de «la banda del Wordperfect» con alusiones directas a Espadas, «cocaína y burdeles».
Inmaculada Nieto, de Por Andalucía, arrancó presentándose y mandando un abrazo a «las víctimas de violencia de género». Resumió las formaciones que conforman la coalición –seis– y se hizo un silencio por si faltaba alguna. Al hablar de la rebaja fiscal, Inmaculada Nieto –chaqueta blanca, blusa morada– habló de «la muerta de la curva».
Por Adelanta Andalucía, Teresa Rodríguez –dos piezas de flores– dio las gracias «por la pluralidad» de poder estar en el debate y habló de «un partido andaluz que defienda a los intereses de Andalucía».
Espadas cuestionó «qué ha hecho Moreno por su territorio». «Ni una mala palabra ni una buena acción», señaló sobre Moreno, que es lo que decía el candidato a la Alcaldía de Sevilla José Luis Sanz de él.
Moreno fue el primero en sacar folios a cámara, con el logo de «Andalucía avanza». Juan Marín salió al debate con la estocada de la dimisión de su partido de su ex portavoz parlamentario Sergio Romero y después de señalar en una entrevista que «la política se ha llevado por delante» su matrimonio. Olona tiró rápido del mensaje a los agricultores, «el fanatismo climático» y después azuzó el miedo a la inmigración. Olona siguió haciendo de liebre para Espadas, que preguntaba a Moreno si no iba a defender a los funcionarios o si le parece bien el Gobierno de Mañueco con Vox en Castilla y León.
Teresa Rodríguez sacó a colación los datos del INE con los municipios más pobres de España, que son andaluces y apuntó que hay «autónomos porque no les queda más remedio». La líder de Adelante fue la segunda en sacar un folio a cámara: la tanqueta de la huelga del metal en Cádiz. Juan Espadas se quejó del crecimiento de «la brecha de la desigualdad por las políticas de derecha». Moreno se definió como «el hombre de moda, receptor de todos los palos. Diana de todos». «Andaluces, a van a observar cómo a derecha e izquierda van a coincidir», dijo, apuntando a la teoría de la pinza con la que «tumbaron los presupuestos. Moreno sacó de nuevo folio: «280.000 nuevos contribuyentes, 925 millones de recaudación». «Ojalá hubiera cuatro millones de ricos», dijo. La liebre Olona se comió el tiempo de una tacada antes de defender que «la violencia no tiene género». Teresa Rodríguez se quejó de se favorecen las rentas altas. «La rebaja de impuesto es quitar el salario indirecto» de «los servicios públicos», apuntó. Como en el ciclismo, hay gregarios. «El problema no son los hombres es el machismo», le explicó a Olona.
La telegenia, el vestuario o el maquillaje forman parte del debate; y hubo empate. Los candidatos se dirigieron a un público determinado entre monólogos. Quien coloca su mensaje, vence, al menos en parte. Como regla general, salió al ataque quien menos tenía que perder, que fue Olona. El catenaccio fue la táctica predominante.
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