Toni Bolaño
Nada está escrito
La percepción de derrota, de caída en picado, con la consecuente desmovilización de la militancia y los cuadros medios lleva inevitablemente a la derrota de un partido. La derrota de Andalucía sumió al PSOE en sus peores presagios. La percepción de la derrota se había instalado ante un PP que parecía que todo lo podía. Por eso, la cocina socialista se ha activado y el presidente, a la vez que secretario general, se ha puesto al frente, porque nadie es buen general si no se mancha las manos. Y Pedro Sánchez se las manchó desde el mismísimo inicio del curso político.
En estos días se han vivido rumores y más rumores, pero el secretario de Organización, Santos Cerdán, se ha puesto manos a la obra sin mayores estridencias. Las primarias se han puesto en marcha en una buena parte de las ciudades de más de veinte mil habitantes, pero otras se han pospuesto un mes para no dar árnica al PP que no proclamará los suyos hasta dentro de un par de meses. Cerdán ha puesto en tensión a un PSOE que estaba dormido y Sánchez ha dado munición a unas tropas necesitadas de levantar el ánimo. Sin lugar a dudas, Paco Salazar, el nuevo y flamante secretario general de Planificación Política tiene mucho que ver en el diseño de la estrategia electoral socialista porque si alguien conoce el PSOE como el comedor de su casa es Salazar. Un hombre pegado al terreno que pone orden en la maquinaria socialista. Santos Cerdán pone la letra, Salazar la música y Pedro Sánchez es el solista al frente de toda una coral.
El lunes sabremos quienes son los candidatos que se van a presentar. Barcelona, Madrid y Valencia serán el epicentro de la gran batalla. El único candidato claro Jaume Collboni, en la única gran ciudad donde el socialismo puede vencer. En Valencia, Sandra Gómez, la vicealcaldesa, quiere ser la candidata socialista y mantener la coalición con Compromís, y en Madrid se mantiene el silencio sepulcral. Se quiere dar la sorpresa en la capital y se han retrasado las primarias. El PSOE sabe que no va a ganar pero la fragilidad de Almeida y la incógnita del resultado de Ciudadanos alimenta la idea de que un cambio en la capital de España es posible.
De momento, ningún ministro o ministra va a asumir nuevas responsabilidades. Al menos eso parece, porque en el PSOE han vuelto los tiempos «no» revueltos tras la remodelación de la cúpula de Ferraz. Lo más evidente, Las Palmas y Madrid han retrasado sus primarias. Si hay cambio de Gobierno por movimientos internos los marcará Pedro Sánchez que tras las filtraciones y declaraciones de sus entornos, ha decidido algo muy suyo: no mover pieza hasta que controle los tiempos. Quizá estemos en la clave: año nuevo, gobierno nuevo.
Hoy Sánchez se desplaza a Toledo y mañana a Zaragoza con el cónclave de presidentes autonómicos y dirigentes territoriales del partido. Con seguridad, más caña a Feijóo al que no le acompaña la suerte. Tras no votar a favor de la tramitación del impuesto a las energéticas el líder del PP le cayó un jarro de agua fría, más que fría. Ursula Von der Leyen, líder del PP europeo y de la Unión Europea, decidió seguir los pasos de Sánchez y aprobar un impuesto a las energéticas. ¿Nadie informó a Feijóo? El PP reaccionó evidenciando que está con el paso cambiado. No duden que en la calle Génova acusarán a Von der Leyen, si la cosa sigue así, de ser una infiltrada socialista en la UE.
El discurso de Feijóo cayó como un castillo de naipes, justo lo que busca el PSOE para poner pie en pared con respecto a las encuestas.
Los sondeos siguen siendo positivos para el PP pero las municipales y autonómicas no son las generales. El terreno de juego es distinto. Cierto que el PP no tiene la larga sombra de Ciudadanos y Vox no es lo que era, pero el PSOE se ha quitado la careta y está dispuesto a presentar batalla. Resistir en municipales y autonómicas puede significar ganar, o gobernar, tras las generales. Nada está escrito.
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