Antonio Martín Beaumont
La piedra angular de Feijóo
Es en la eficacia donde los populares deben dar la batalla. La clave es aportar un paquete de recetas creíbles y atrayentes
En el cuartel general de los populares prevén un 2023 con la economía como protagonista. El empobrecimiento de los españoles es incontestable. La solidaridad de los bancos de alimentos y las alertas de entidades sociales son el pan de cada día. El coste de la vida disparado o las hipotecas al alza tienen a las familias atormentadas. Por mucho que el «relato» de Pedro Sánchez busque esquivar la crisis, en los hogares se siente cada día más. Los ciudadanos de a pie hacen equilibrios para estirar a fin de mes. Sienten el futuro lleno de riesgos. La recesión revolotea. Obviamente, en Génova no tienen duda de que Alberto Núñez Feijóo es la alternativa para sacar a España del hoyo en el que la hunde la errática gestión social-comunista.
Lo coherente por parte del líder del PP es centrarse en los nubarrones que ensombrecen al país, pues Sánchez evidencia estar más preparado para la publicidad que para la gobernación. Los propios Presupuestos de 2023, en tramitación parlamentaria, han sido desmentidos por toda suerte de organismos. Por excesivo que sea el gusto del sanchismo por la teatralización, el mal despegue de los fondos europeos -su principal activo para amortiguar el bache económico- tiene frustrado a un Gobierno que confiesa no saber lo que pasa. Y ello, aunque el estado mayor del PSOE se haya llenado la boca con que los recursos comunitarios llevarían en volandas a su líder hasta las elecciones generales. A estas alturas, lo que ha calado en la opinión pública es que nadie sabe dónde están los casi 150.000 millones que debían ser el maná para revivir tras la pandemia y surfear las olas de la guerra de Putin. La economía de carne y hueso no los nota.
Es en el terreno de la eficacia donde los populares, con Feijóo al frente, deben dar la batalla con un programa reformista de carácter social, fiscal, laboral, energético, etc., que genere ilusión y certidumbre. Incluida una ejemplar reducción del gasto público. Alberto Núñez Feijóo debe ser visto en clave de Gobierno. En otras palabras, ha llegado la hora de que plantee nítidamente su proyecto. Lo que viene haciendo es acertado, pero la polvareda de las polémicas lo difumina. Dicho de otro modo: la música suena bien, pero pocos la memorizan. El plan de medidas urgentes para la defensa de la economía y las familias enviado al Gobierno en abril, el pacto energético que planteó en septiembre o la propuesta de la semana pasada de recuperar las deducciones por vivienda han sido pasto de la liquidez informativa. La comunicación genovesa con imaginación deberá aún pegarse más a la tierra. Sin restar mérito a los enunciados elaborados por el vicesecretario general económico, Juan Bravo, toca ya plasmarlos en una sólida oferta de cambio que, de verdad, cale y vaya más allá de deflactar el IRPF o reducir el IVA.
El contraste del populismo de Sánchez con la cruda realidad empuja a Feijóo a presentar un paquete completo de recetas creíbles y atrayentes. Parte con la ventaja de que millones de españoles están hartos del «gabinete Frankenstein». No hay que minusvalorar jamás la capacidad de resistencia del presidente del Gobierno, pero su ideologizado castillo de naipes es tan antipático que tiene complicado mantenerlo en pie. Ahora, desesperado, hasta tacha al BCE de «corifeo del neoliberalismo», por advertir que el impuesto a la banca lo pagaremos los españoles, olvidando que nos ha salvado de dos crisis comprando deuda. La andadura hacia La Moncloa estará cargada de trampas. Claro. Pero no veo a Feijóo como un político que se deje enredar en debates insustanciales. «Se trata de aguantar un poco más, que esto dará la vuelta, presidente», susurra al oído de Sánchez su secretario general de Asuntos Económicos, Manuel de la Rocha. Pero ¿qué ocurrirá de aquí a un año? Que la economía y el deseo de cambio son una piedra muy dura y pesada…
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