PSOE

28-D: el día que los barones planearon echar a Sánchez

Un año después del Comite Federal de las líneas rojas reconocen que había un plan para forzar la salida del secretario general pero que resultó «irresponsable en un momento de inestabilidad política».

Pedro Sánchez junto a César Luena en el Comité Federal de hace un año en el que trató de convencer a los barones de su liderazgo
Pedro Sánchez junto a César Luena en el Comité Federal de hace un año en el que trató de convencer a los barones de su liderazgolarazon

Un año después del Comite Federal de las líneas rojas reconocen que había un plan para forzar la salida del secretario general pero que resultó «irresponsable en un momento de inestabilidad política».

28 de diciembre. Día de los Santos Inocentes. Para el cristianismo supone la matanza de los niños menores de dos años nacidos en Belén, ordenada por el rey Herodes I el Grande con el propósito de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret. Para el PSOE fue el día en que se pudo evitar el mayor cisma interno de la formación, si se hubiera propiciado la «muerte» política de un secretario general también con menos de dos años de liderazgo y que acababa de consumar una debacle electoral «histórica». Al igual que Cristo, Sánchez burló su fatal destino y, de la mano dubitativa de quienes evitaron dejarle caer, encadenó diez meses más de gestión interna hasta que, irremediablemente, tuvo que dimitir tras el vergonzoso Comité Federal del 1 de octubre. En cualquier caso, todos coinciden en señalar que el 28-D fue el punto de inflexión de la crisis interna. Para los afines a la gestora, porque se pudo evitar la deriva del ex secretario general durante los meses siguientes y para los partidarios de su figura, porque la resolución que fijaba la política de pactos le impuso un triple veto –«no» al PP, «no» a los independentistas y «no» a nuevas elecciones–que le ató de manos en sus negociaciones y le impidió impulsar el «gobierno de cambio» que podía llevarle a La Moncloa.

Sin embargo, el 28-D no sería lo que fue sin la noche que le precedió. La excepcionalidad de celebrar un Comité Federal un lunes llevó a Sánchez a organizar una reunión con sus barones territoriales en la tarde del domingo para fijar una postura unitaria de cara a la convocatoria del máximo órgano entre congresos del día siguiente. La cita, que comenzó sobre las seis de la tarde, se alargó hasta la madrugada ante la imposibilidad de acercar posturas. Fue entonces cuando varios barones territoriales y un destacado dirigente de la vieja guardia frustraron el golpe de mano que se estaba gestando para descabalgar al ex secretario general de la dirección, tras los malos resultados cosechados el 20 de diciembre –y tras definirlos como «históricos–. En su valoración de la noche electoral, Sánchez dividió su discurso en dos partes: la primera bebía de los consejos que había recibido de pesos pesados de su partido para adoptar una posición pasiva y reconocer el triunfo de Rajoy, la segunda dejaba entrever un cierto halo de triunfalismo y un resquicio para intentar articular un gobierno alternativo, como finalmente sucedió. Por ello, aunque se evitó dejar caer a Sánchez, se redactó una resolución tan constrictiva que le impedía avanzar en cualquier dirección que pudiera acabar con el desbloqueo: la de la abstención o la del gobierno alternativo.

Un año después, con la perspectiva que da el paso del tiempo y tras los dañinos acontecimientos que se desencadenaron para el partido, quienes defendieron la permanencia de Sánchez hacen autocrítica y reconocen que se equivocaron. «En aquel momento consideramos que no podíamos dejar al PSOE sin líder en una situación de profunda inestabilidad para el país», confiesan. El diagnóstico es de ida y vuelta y también entienden que fue un error redactar en los términos que se hizo la resolución que aprobaría el Comité Federal, porque les situó en el discurso del «no» –posteriormente exprimido al máximo por el ex secretario general– sin dejar margen de maniobra para haber negociado una «abstención con condiciones» que hubiera evitado el 26-J y un nuevo retroceso electoral para los socialistas. Sin embargo, la resolución no fue tan exhaustiva como se pretendía y permitió que Sánchez, avalado por las bases, realizara su tentativa de investidura. Un escenario que también se quiso frustrar, al menos en privado, por diversos dirigentes. Sin embargo, el ex secretario general no atendió a las advertencias que le hicieron e ignoró también los vetos mutuos que se profesaban Ciudadanos y Podemos, articulando un pacto con Albert Rivera que dejaba fuera a Pablo Iglesias.

Aunque todos coinciden en señalar el 28-D como el momento en que todo se torció, intentan hacer propósito de enmienda, mirando al futuro y destacando que «ahora lo importante es levantarse y reestructurar el proyecto socialista». El próximo Comité Federal, el del 14 de enero, se prevé menos convulso que el que se celebró hace casi un año, en él se tratará «tentativamente» el calendario del Congreso y la fecha en la que se celebrarán las primarias para elegir al sucesor de Sánchez.