Cargando...

Opinión

Apología de la violencia

Sánchez y su entorno intentan alinear a Feijóo con la ofensiva de Netanyahu y lograr la adhesión del electorado más izquierdista, pero se les ha ido la mano

Las altercados por las protestas propalestinas obligaron a cancelar la última etapa de la Vuelta ciclista EUROPAPRESS

François Bayrou dimitió hace diez días porque la Asamblea Nacional francesa no aprobó sus presupuestos y se sometió a una cuestión de confianza que perdió. La lógica política obliga a abandonar cuando no se cuenta con el respaldo del poder legislativo.

No es el primero que dimite en los últimos años. De hecho, en Francia, en los últimos siete años, el mismo tiempo que lleva Sánchez en la Moncloa, ha habido cinco jefes de gobierno que han tenido que abandonar. Renunciar, cuando no es posible gobernar, es un indicador de salud democrática, pero no hacerlo puede indicar lo contrario.

Es el caso del Gobierno de Pedro Sánchez, que adolece de una situación de debilidad extrema que le ha impedido aprobar más de 100 iniciativas legislativas y los presupuestos generales de los tres últimos años, en los que el Ejecutivo ni siquiera ha hecho el esfuerzo de presentar el anteproyecto ante las Cortes.

El deterioro de la calidad democrática y la colonización de las instituciones públicas con el objetivo de servir a los intereses de partido para aferrarse al poder cuando las condiciones son de ingobernabilidad son la consecuencia.

Así se explica la situación del fiscal general del Estado o la utilización grosera del CIS, de RTVE o del Tribunal Constitucional.

No son los únicos efectos colaterales. La crispación política, alimentada cada día con una nueva confrontación que tiene el objetivo de ocultar la ingobernabilidad, también es un menoscabo de la salud democrática del país. La posición ante el conflicto en Gaza es un buen ejemplo.

El PSOE lo ha calificado de genocidio y el PP de matanza. Ambos han condenado la transgresión de Derechos Humanos, las muertes de niños y civiles inocentes, los impedimentos para que los palestinos reciban ayuda humanitaria y la expulsión de los habitantes de Gaza.

No son los únicos, los tribunales de Israel intentan juzgar a Netanyahu, actores y el mundo de la cultura, ONGs y gran parte de la sociedad israelí están exigiendo poner fin a lo que está ocurriendo.

Es un grave error identificar al pueblo israelí con Netanyahu como lo es hacerlo con los palestinos y Hamas, pero cuando los intereses partidistas entran en juego, todo se distorsiona.

Sánchez y su entorno intentan alinear a Feijóo con la ofensiva de Netanyahu y lograr la adhesión del electorado más izquierdista. Pero se les ha ido la mano acercándose peligrosamente a la apología de la violencia aplaudiendo acciones violentas que han impedido que termine la Vuelta ciclista.