Casa Real

Así es la entrega de cartas credenciales: una tradición de más de 250 años para recibir a los embajadores

Expertos de Patrimonio Nacional explican a LA RAZÓN la ceremonia

El Rey Felipe VI (i) y la embajadora de la República de Turquía en España, Nüket Küçükel Ezberci (d), durante el acto del recibimiento de las cartas credenciales, en el Palacio Real, a 17 de enero de 2024, en Madrid
El Rey Felipe VI (i) y la embajadora de la República de Turquía en España, Nüket Küçükel Ezberci (d), durante el acto del recibimiento de las cartas credenciales, en el Palacio Real, a 17 de enero de 2024, en Madrid Marta Fernández JaraEuropa Press

La lluvia no fue ayer un impedimento para que dos comitivas recorriesen el trayecto que separa el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Exteriores, y el Palacio Real. En su interior, viajaban los embajadores de Italia, Vietnam, Mozambique, República Checa, Turquía y Costa Rica, que ayer hicieron entrega de sus cartas credenciales al Rey Felipe VI en una ceremonia que está considerada como una de las más solemnes y brillantes por su Historia y el protocolo que la envuelve. Con las evidentes adaptaciones a los tiempos, el ritual permanece casi igual que hace más de 250 años cuando se originó esta tradición.

LA RAZÓN conversa con dos expertos de Patrimonio Nacional para conocer los detalles de este acto, en el que Rey acredita la representación de los embajadores en nuestro país, en virtud del artículo 63 de la Constitución que establece que «el Jefe del Estado acredita a los embajadores y otros representantes diplomáticos. Los representantes extranjeros en España están acreditados ante él».

Fermín Arévalo, Jefe Adjunto de Actos Oficiales y Culturales, no esconde su orgullo ante el buen hacer de todos los trabajadores públicos que participan en esta ceremonia. «Empezamos a las seis de la mañana», dice. Lo que a simple vista parece sencillo, esconde detrás horas de trabajo y un protocolo específico de origen borgoñón, que «se ha ido perfeccionando en el tiempo pero con 250 años de antigüedad». Explica que «la historia se remonta a la época de Felipe IV, que crea la figura del ‘conductor’ para presentar las credenciales de los embajadores ante él. Esto se perfecciona y el Rey Carlos III, ya en el siglo XVIII, establece el ‘conductor de embajadores o introductor de embajadores’ que llega hasta nuestros días», rememora. A día de hoy, es el Ministerio de Asuntos Exteriores quien ostenta la figura. «Es el titular de Exteriores o un subsecretario quien presenta los embajadores al Rey». En este sentido, en los últimos siete días se han celebrado dos ceremonias de entrega de credenciales en el Palacio Real. El pasado viernes estuvo presente el ministro José Manuel Albares, quien se ausentó ayer al encontrarse de viaje en el Foro de Davos. «Hasta que el Rey no lo acredita, el embajador no puede asistir a determinadas ceremonias o eventos, más si cabe, si encuentra el Monarca en ellos», señala el Jefe Adjunto de Actos Oficiales y Culturales, que recuerda que en breve será la tradicional recepción al cuerpo diplomático, de ahí la celebración de dos actos tan poco espaciados en el tiempo.

Carlos Jerónimo Calvo, encargado General de las Caballerizas y Comitivas de la Casa Real, describe que los embajadores salen escoltados y llegan en carruaje de gala hasta la plaza de Armería del Palacio Real donde les recibe la unidad de música, que interpreta el himno nacional de su país. «Usamos una carroza coupé y una berlina. La primera va montada con seis caballos con postillón». Explica que tanto las carruajes como las guarniciones son del siglo XIX, de la época de Isabel II. Se detienen en el zaguán de palacio, ante la escalera de mármol engalanada con alfombras y flanqueada por alabarderos vestidos de época. Tras subir los 72 peldaños y atravesar varios salones se encuentran con el Rey. El Jefe del Estado les esperaba ayer con uniforme de etiqueta y con la banda azul de Carlos III. También, los embajadores visten uniforme diplomático o el característico de su país. Tras la entrega de la carta mantienen un despacho privado de unos quince minutos.