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Así son los «patrulleros» de las redes

La Policía española es la más seguida del mundo en Twitter, con casi dos millones y medio de seguidores, por delante del poderoso FBI

La Policía española tiene casi dos milones y medio de seguidores en Twitter
La Policía española tiene casi dos milones y medio de seguidores en Twitterlarazon

La Policía española es la más seguida del mundo en Twitter, con casi dos millones y medio de seguidores, por delante del poderoso FBI.

Twitter, Facebook, Instagram... No son solo algunas de las redes sociales más utilizadas del mundo, también es el campo de batalla en el que, durante casi 24 horas al día, ocho agentes de la Policía Nacional patrullan y rastrean el terreno con la misión de prevenir y alertar ante cualquier indicio de delito.

Son los "patrulleros de las redes" y no lo hacen nada mal. Sobre todo teniendo en cuenta que son la Policía más seguida del mundo en Twitter, con casi dos millones y medio de seguidores, por delante del poderoso FBI.

La lista es larga. Están en Periscope, Snapchat, Youtube, donde, por cierto, son el segundo canal de Policía más visto por detrás de la de Colombia, con más de tres millones de visitas. Y juntan los 469.103 seguidores en Facebook y 131.000 en Instagram.

Son omnipresentes en las redes y eso les permite no solo detectar posibles delitos, sino también a prevenir a los ciudadanos ante cualquier engaño o estafa.

¿Su modus operandi? "Un lenguaje sencillo, directo y adaptado a cada red social"que les acerca cada vez más a los ciudadanos, cuya información es esencial de cara a poder abrir nuevas investigaciones.

Así se lo dice a Efe una de las integrantes del grupo de redes sociales de la Policía Nacional, María Fernández, que todavía se sorprende ante la gran acogida con la que cuentan entre la población, sobre todo la joven, algo antes "impensable".

Un éxito que, como suele decirse, fue inesperado. Empezaron en 2006 con Youtube, convirtiéndose en la primera institución pública con un canal en la famosa página, pero el verdadero inicio de esta historia llegó en 2009, con la apertura de su perfil de Twitter, que despierta una gran atracción entre la ciudadanía, con cientos de menciones diarias.

Y eso que este no era el plan. Su estrategia inicial pasaba por utilizar la popular red social como un medio de información para los periodistas en el que poder dar relieve a las notas de prensa que difundían y a las operaciones que llevaban a cabo sus compañeros.

Pero poco a poco, la inmediatez y el dinamismo de Twitter les fue embaucando y entendieron que esa herramienta podía convertirse en un "canal muy útil"que les proporcionase una cercanía al ciudadano antes no experimentada.

De todos modos, no debe confundirse con un canal de denuncias análogo al 091. María lo subraya con énfasis: "No es un medio de denuncia formal". Para ello hay que acudir a la comisaría.

Enfatiza además la agente que la información confidencial debe darse de manera privada a través de correos electrónicos y nunca con menciones o comentarios.

María, junto con sus siete compañeros, se reúnen cada mañana para analizar las tendencias y esbozar una estrategia común. Su trabajo depende de una constante comunicación fluida entre ellos para que nada se les escape.

En una de esas reuniones, después de haber definido la labor a realizar, el subinspector Víctor Fernández subraya algo esencial que queda suspendido en el aire y que genera una sintonía común entre los compañeros: "Es bueno que insistamos, que la gente sepa que estamos en las redes sociales y que estamos para ayudarles".

Y con un "a currar", los "patrulleros de redes"de la Policía Nacional se ponen manos a la obra con correos, comentarios, menciones, "posts", "retuits"y toda una retahíla de clicks con los que, día a día, intentan ofrecer una atención personalizada al ciudadano.

Su labor puede que no forme parte del trabajo al uso de los más de 65.000 agentes que conforman la Policía Nacional, pero es innegable que, en el mundo globalizado de hoy en el que las paredes se han roto, dicha función se presenta más necesaria que nunca.

Miriam Mejías / Efe