Tomás Gómez
Ayuso se equivoca
Díaz Ayuso se equivoca en la política de enfrentamiento con los profesionales sanitarios
La pandemia terminó de romper las costuras del sistema sanitario que se había ido quedando raído desde la crisis financiera de 2008. La obsesión por el control del gasto público fue el mejor aliado de quienes llevaban décadas cuestionando el sistema de salud público.
Los problemas en la sanidad se han ido acumulando. La falta de médicos, el deterioro en la prestación de servicios y el problema sin resolver del mercado farmacéutico responden a la inexistencia de una estrategia de sostenibilidad y de recursos suficientes. Los ciudadanos han ido tomando buena nota y, ahora, buscan responsables y soluciones.
Díaz Ayuso se equivoca en la política de enfrentamiento con los profesionales sanitarios,porque la reivindicación ha trascendido al propio colectivo médico y se ha convertido en mayoritaria socialmente.
Si hay algo que caracteriza a la sociedad española es la aversión al riesgo, esa es la razón principal por la que más del 90% de los ciudadanos desean un sistema público eficaz. La conciencia de que tarde o temprano todos necesitaremos atención sanitaria genera un sentimiento de defensa del sistema mucho mayor que el de otros servicios y prestaciones públicas.
Además, los sanitarios fueron percibidos como héroes durante la pandemia. Por ello, cualquier reivindicación o movilización que promuevan cuenta, de antemano, con la simpatía de la sociedad.
Aunque el problema no es solo de la sanidad madrileña, Díaz Ayuso se ha empeñado en encarnar en primera persona la lucha contra las movilizaciones. Su estrategia de desprestigiar a los profesionales y de mantener un clima de confrontación, se ha vuelto contra ella como un boomerang.
Batallar contra los médicos no es lo mismo que hacerlo contra Feijóo o contra Sánchez, tiene la de perder porque, siendo verdad que un incentivo para mantener las movilizaciones es la proximidad electoral, no es menos cierto que esto no genera ningún rechazo social, más bien al contrario.
La idea de que los políticos ceden cuando se juegan el sillón y que, entonces, es el momento de presionarles para lograr cosas está extendida, e incluso, bien vista.
Díaz Ayuso puede llevarse un buen disgusto electoral.
Las encuestas internas de final de año le daban mayoría absoluta, pero la volatilidad de la política española es muy elevada y la presidenta madrileña se ha forjado, a fuego lento, la imagen de polémica que, si bien le vino bien en los tiempos de la Covid 19, ahora no es lo que reclaman los electores.
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