Méritos e infamias
"Cagalitis a bordo"
Los antisistemas de la flotilla que va a Gaza le piden ayuda al Gobierno para que los rescate cuando Israel vaya a recibirlos en el final de su travesía. Sánchez, para conchabarse, les manda un barco de guerra que ayude a los pacifistas para cumplir su misión.
La heroica tripulación de la flotilla que navega hacia Gaza para impartir justicia comienza a notar los primeros efectos de la travesía en mar abierto. Se trata de un síndrome bastante habitual que los clásicos ya detectaron en diversos tratados, compilaciones y anales desde la Antigüedad. Difieren las fuentes, eso sí, pero a lo largo de los siglos las exégesis más sobrias dan por buena la expresión acuñada por los marineros del mar de Libia entre el II y III siglo después de Cristo. Una etapa ciertamente tempestuosa por las incursiones que desde el Asia menor se realizaban contra cualquier esquife que buscara la concordia y la buena fe entre los pueblos y civilizaciones de aquel entonces. Quizás el rostro de Greta Thunberg ofrezca menos señales para el diagnóstico por su planicie y dureza lítica, pero nuestra conmilitona Ada Colau, tras el llamamiento de auxilio al Gobierno español, no deja dudas. Los expertos aseguran que el bamboleo de las olas, muy leve por cierto, no contiene la potencia suficiente para provocar cinetosis alguna. Tampoco la fisonomía externa de la ex alcaldesa muestra deshidratación ni falta de nutrientes, todo lo contrario, por lo que también se descartaron los comentarios que, sin gran fundamento, anunciaban la presencia del temido escorbuto. Sólo un fisiólogo turcomano se sintió dubitativo al observar su jeta, pero rápidamente fue conminado a salir de su error por el resto de sus sagaces colegas. “Estamos ante un nuevo episodio del síndrome 'cacatus ad trabes', tan popular en la zona del sur de Creta desde la época de Ulises”, le indicaron. Vamos, que se han cagado hasta las trancas al ver cómo se las gasta Israel. Como es habitual, los primeros episodios de esta “cagalitis” provocan alucinaciones que han obligado a estos antisistemas a pedir al Estado que les proteja. Es decir, que les manden pacíficos barcos de la Armada, con cañones y marinería, para rescatarlos. Sánchez, cómo no va él, manda al buque “Furor” a recogerlos por si se caen al agua cuando llegue la hora de la verdad. Acojonante, ¿no?