Opinión

Campos de batalla

A poco que se estiren las costuras, el continente se rompe una vez más porque cada país mira hacia su patio interior

Urgen medidas frente al vandalismo de los piquetes franceses con los camiones de productos hortofrutícolas
Urgen medidas frente al vandalismo de los piquetes franceses con los camiones de productos hortofrutícolasEuropa Press

Es una lata escuchar a los franceses quejarse, nunca paran, aunque vivan como reyes, ¿para eso inventaron la revolución? En algún momento deben abandonar la manía esa de agitar las calles, cortar carreteras y lanzar piedras, porque al final alguien se dará cuenta de que tienen razón y les copiarán en el resto de la UE. “¡Llevan haciéndolo más de 300 años, se saben todos los trucos para poner patas arribas nuestro tinglado, pero esta vez no nos van a coger por sorpresa!”.

Los burócratas de Bruselas se tentaban la ropa porque conocían el olor a pólvora del campo galo y sabían que después de ellos comenzaría el dominó. Ya es tarde, la algarada pilota un tractor y no parará hasta que se abra un poco más el grifo: se trata de hacer el mayor ruido posible para luego trincar la mayor pasta cuando lleguen las compensaciones. En esas estamos y no entiendo que a los camioneros españoles les tiren la mercancía sobre el asfalto de la UE sin que nadie del Gobierno levante la voz.

¿No somos una estrella más de la banderita azul? Además de en el campo, el problema lo tenemos en el corazón, porque Europa es un azucarillo que se deshace en la boca en cuanto toca el amargor, siempre en crisis. Si miramos a nuestros abuelos, siempre hay un vecino disconforme que nos jode el ratito al sol, por eso hace unos días el vino español se derramaba a la fuerza como en los viejos años ochenta. A poco que se estiren las costuras, el continente se rompe una vez más porque cada país mira hacia su patio interior cuando llega la borrasca al eje París-Berlín, destinos de la gran tajada final como sucede siempre. De hecho, Francia y Alemania observan a los países del Sur como a una suerte de familia extraña, extravagante, a la que visitan en vacaciones pero jamás como iguales cuando se trata de dinero y derechos. Europa no hace aguas sólo en el flanco de la guerra de Ucrania, también se desangra desde dentro