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Ciudadanos, los riesgos del «partido veleta»

La polarización de la campaña coloca el centro en un valor a la baja y los pactos a derecha y a izquierda son hoy una amenaza para la «credibilidad» de la formación naranja. Los de Rivera están obligados a jugárselo «al todo o nada» para buscar un «sorpasso» al PP.

Ciudadanos, los riesgos del «partido veleta»
Ciudadanos, los riesgos del «partido veleta»larazon

La polarización de la campaña coloca el centro en un valor a la baja y los pactos a derecha y a izquierda son hoy una amenaza para la «credibilidad» de la formación naranja. Los de Rivera están obligados a jugárselo «al todo o nada» para buscar un «sorpasso» al PP.

Pedro Sánchez tiene lo que buscaba, una campaña polarizada entre el bloque de la derecha y el de la izquierda. Y los primeros movimientos que ha dado Ciudadanos (Cs) en el contexto electoral evidencian que la formación naranja intenta recolocarse con dificultad en un marco que teme que pueda no serle propicio. El problema es que pactar a derechas y a izquierdas ya no es un valor en alza, y si ganas por un lado es muy difícil no perder por el otro. El clima en el que se celebran estas elecciones no tiene nada que ver con el que acompañó a las generales de 2015. Entonces Ciudadanos pudo seducir al votante popular que estaba harto de la corrupción del PP de Mariano Rajoy y de otras decisiones políticas y económicas adoptadas por su Gobierno. Pero, sobre todo, de la corrupción.

El coste de ser un «partido veleta», el coste de que los pactos a un lado y a otro ya no sumen en el balance general lo ha visto venir Albert Rivera con los datos que manejan en su partido. Dentro de la formación naranja hay miedo a que en una situación de máxima tensión como la actual, donde el debate se plantea en términos de elegir entre el bloque de izquierdas, más el independentismo, y el de derechas, el voto a Cs pierda parte de su razón de ser. Si ser capaz de pactar a un lado y a otro era antes un valor en alza, ahora el debate que se ha abierto en Ciudadanos es que afecte a la credibilidad de la marca y les convierta en un partido que no es de fiar ante un electorado que se posiciona frente a dos patrones, reeditar a nivel nacional el pacto de Andalucía o la suma de la izquierda y el pacto de ésta con los independentistas. Tan claro han visto el agujero que les estaba abriendo en estos momentos el runrún sobre su disposición a pactar con el PSOE, si sumaban, que han tenido que llevarse la contraria a ellos mismos, porque hasta el día de antes negaban que su intención fuera pactar con Cs y Vox siempre que diera la suma. El coste electoral, confirmado con las muestras de campo en la mano, fue lo que obligó a Rivera a llevar a la Ejecutiva de Cs la propuesta opuesta a lo que había estado sosteniendo hasta entonces, y que ha sido su patrón de actuación, para firmar ante su máximo órgano de dirección que jamás pactará con Sánchez. Jugada de alto riesgo dirigida a detener la caída en los sondeos internos.

En estas elecciones Cs arriesga más que en ninguna otra. En los comicios de 2015 se presentó con el lema de que no pactaría con el PP de Mariano Rajoy, y primero intentó no hacerlo, y buscó el acuerdo con el PSOE, y después terminó pactando con el PP e invistiendo a Rajoy presidente del Gobierno. Ahora, hasta la foto de Colón la estrategia de la formación naranja pasaba por no atarse a nadie en pactos postelectorales, y negó por activa y por pasiva que el modelo del acuerdo andaluz fuera a ser su patrón tras las autonómicas y municipales. Su «no» a Sánchez implica reconocer que sólo le queda el pacto con el PP y con Vox, y su futuro depende, por tanto, de jugárselo al todo a conseguir el «sorpasso» a los populares, hipótesis que en estos momentos no entra en los cálculos de la mayoría de las encuestas.

La decisión de la Ejecutiva de vetar a Sánchez y no dejar más salida que el pacto con PP y con Vox; los fichajes a derecha y a izquierda, «incomprensibles» hasta para una parte del partido; o la salida de Inés Arrimadas de Cataluña, como maniobra «in extremis» para reforzar la candidatura de Rivera a nivel nacional. Todo ello forma parte de una estrategia improvisada para responder a un contexto electoral en el que Ciudadanos no se siente cómodo y en el que están obligados a apostarlo todo para intertar lograr un «sorpasso» al PP. Ante la imagen de un pacto a tres, con PP y con Vox, el voto útil puede jugar más a favor de los populares. Un miembro de la dirección nacional de Cs lo explica en estos términos: «Vox nos quita por la izquierda; Sánchez, por la derecha; y el centro es un valor en baja en el actual contexto político».

Pero la trascendencia de esta batalla electoral para el futuro de Ciudadanos va más allá de estas elecciones. En el partido de Rivera son conscientes de que la polarización es una amenaza para su objetivo de asentarse con un papel que no les limite a la condición de partido bisagra. «Si renunciamos a la condición de alternativa al PP, el contexto puede arrastrarnos de la misma manera que está haciendo con Podemos». Con un nuevo Partido Popular enfrente, Ciudadanos se lo tiene que jugar al todo o al nada.