Política

Proclamación de Felipe VI

Cuando se abdicaba a la fuerza

La Razón
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La abdicación de Juan Carlos I es la sexta de un Borbón en España. El primero fue Felipe V, que lo hizo en su hijo Luis I en 1724 con la pretensión de heredar el Trono de Francia una vez muriera Luis XIV. Sin embargo, el nuevo rey murió a los pocos meses, por lo que tuvo que recuperar la Corona para asegurar la estabilidad del reino de España, y renunciar a la francesa, ya que el Tratado de Utrech impedía que el mismo rey ocupara los dos tronos.

Las abdicaciones de la era contemporánea fueron forzadas por las circunstancias. Carlos IV tuvo una mala imagen por los problemas familiares con su esposa, María Luisa de Parma, y la ambición de su hijo Fernando. A esto se sumaron la mala política de Godoy desde 1805 y la dependencia de una Francia revolucionaria e imperialista. El entonces príncipe Fernando orquestó un complot contra su padre, «la conspiración de El Escorial», en 1807, que fracasó, y en marzo del año siguiente organizó el motín de Aranjuez, combinando algarada popular y apoyo militar. Carlos IV fue consciente de su desprestigio personal y de su soledad personal y política, y el 19 de marzo de aquel año abdicó.

Napoleón, que ya había desplegado sus tropas en España, convenció a Carlos IV para que revocara la abdicación el 24 de marzo. El Trono quedó en manos del francés, que consiguió que la Familia Real sereuniera en Bayona, para que Fernando VII abdicara en su padre el 5 de mayo, y éste en Napoleón, que a su vez dejó el Trono de España en su hermano José. Se inició entonces la Guerra de la Independencia que, en paradoja terrible, inició la revolución política liberal española, pero sentó en el Trono en 1814 a un rey autoritario.

Isabel II también abdicó en territorio francés. Inició su reinado siendo la «alumna de la libertad» y encarnando la esperanza de progreso con orden, pero no tuvo la educación adecuada ni se rodeó de los políticos convenientes para asentar un régimen constitucional. Tras varias revoluciones, liberales y demócratas destronaron a Isabel II en septiembre de 1868. Esperó dos años a que España la llamara de nuevo al Trono. Cánovas, Alonso Martínez y la reina madre María Cristina aconsejaron que abdicara en Alfonso para que éste se labrara una nueva imagen, la de hombre liberal y «rey de todos los españoles». Y así lo hizo el 25 de junio de 1870, en el parisino Palacio de Castilla. La personalidad, educación y buena elección política de Alfonso XII permitieron la creación de un régimen constitucional estable hasta el cambio de siglo.

Alfonso XIII fue víctima de su tiempo, pero también responsable. El régimen padecía la crisis del liberalismo con unos partidos corrompidos, divididos y anacrónicos, en una sociedad que buscaba modelos de sociedad distintos en republicanos, socialistas y anarquistas. A esto se sumó el pulso creciente del nacionalismo catalán, que cuestionaba la idea de nación española y la unidad del Estado. Alfonso XIII fue un político sentado en el Trono, bienintencionado, que quiso regenerar el país por encima de la legalidad constitucional sobre la que se asentaba su legitimidad.

Fracasada la Dictadura de Primo de Rivera, fue imposible recuperar la «normalidad». Las elecciones municipales de 1931 se tomaron como una muestra de confianza o de censura, y los republicanos ganaron en 45 capitales de provincia. Los intentos posteriores de Alfonso XIII, Romanones y otros para detener la marea republicana fueron inútiles. El 14 de abril escribió un manifiesto en el que dejaba «suspendido» el ejercicio del Trono, hasta que el 15 de enero de 1941 hizo cesión efectiva de sus derechos dinásticos.

A diferencia de las anteriores cesiones del trono, la abdicación de Don Juan Carlos I se produce, si bien en un momento de tensión económica y política grave, dentro de la normalidad constitucional y democrática.