Análisis

Cuenta atrás para las catalanas: 400 días y todas las incógnitas

Las relaciones con el Gobierno por la amnistía, las tribulaciones internas más las trabas en la gestión de la Generalitat, protagonistas ante la cita electoral de 2025

El president de la Generalitat, Pere Aragonès
El presidente de la Generalitat, Pere AragonèsGoogle

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, tiene que convocar en 2024 elecciones. La fecha tope es el 14 de febrero del año siguiente. Quedan poco más de 400 días en un año que promete no ser apto para cardiacos en tres frentes: las relaciones con el Gobierno con la ley de amnistía como epicentro; las tribulaciones internas, y bilaterales, de los partidos independentistas mayoritarios –ERC y Junts– junto con los movimientos teutónicos del espacio secesionista que auguran más protagonistas electorales; y la gestión diaria que estará marcada por la sequía con más restricciones al consumo, la educación que demuestra inputs muy negativos que reflejó con crudeza el informe PISA y la política inmigratoria que será, sin duda, protagonista en la pugna electoral.

Dos sucesos sucedidos en la madrugada del día 1 son el ejemplo de las polémicas que el independentismo más irredento va a acentuar este año: el idioma y la inmigración. El primero a cuenta del revuelo en redes sociales porque el primer spot publicitario de TV3 este año fue de Telefónica… y en castellano. El segundo, el nacimiento de Jacob, el primer bebé catalán nacido en 2024 por el origen de sus padres. «Es el primer bebé nacido en Cataluña pero no el primer catalán del año», sirva de resumen del debate generado en redes que aumentó exponencialmente cuando se conocieron los nombres de los primeros críos nacidos en las cuatro provincias catalanas. Lengua e inmigración serán espoleados por la Asamblea Nacional Catalana y por la extrema derecha independentista liderada por la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, y ambas organizaciones quieren presentar candidatura en los próximos comicios.

Esta división independentista puede lastrar a ERC y a Junts que han optado por el pragmatismo aunque en el PSOE empieza a cundir cierto hartazgo con la forma de hacer de Puigdemont y los suyos que califican como «carrera de obstáculos permanente». El temor a estos nuevos protagonistas independentistas intensifica el «ardor guerrero» de republicanos y posconvergentes que presentan la amnistía como un mero trámite para acordar un referéndum de secesión como si el «procés» siguiera vivo en Cataluña. Sin embargo, la coyuntura política en Madrid hace que los partidos de la oposición compren este «procés» con el objetivo de erosionar al PSOE y al Gobierno de coalición.

Además, republicanos y convergentes ven con desánimo que el PSC liderado por Salvador Illa afianza su liderazgo en las encuestas y a la postre tiene la llave de los presupuestos de esta legislatura, sobre todo, por la posición frontal de Junts, y la situación política a favor ante la debilidad, y la mala gestión, del Govern de Aragonés. Por si fuera poco, ni Junts ni Esquerra tienen candidato.

El Consell Nacional de Junts que se celebrará el día 13 se prevé conflictivo entre el sector más pragmático liderado por Jordi Turull y el más radical de la inhabilitada Laura Borràs, que mantiene duras posiciones en materia de lengua y totalmente contrarias a la política de acercamiento al PSOE que ha patrocinado Puigdemont. El expresidente debe decidir qué hacer este año. ¿O europeas o autonómicas? La decisión no es fácil. De momento, Puigdemont prefiere las europeas porque «no se puede presentar a unas autonómicas cuando es el president de la independencia», dicen en su entorno. Pero, lo cierto es que no hay decisión tomada porque si Puigdemont no se presenta a la Generalitat no hay candidato en Junts.

Tampoco en ERC. Algunos sectores del partido quieren que Oriol Junqueras dé un paso al lado. Otros deslizan la idea de que Junqueras, con amnistía en vigor, podría ser el nuevo candidato de la formación. Los problemas internos, de momento, se lavan en casa pero los movimientos son evidentes. En Barcelona, Aragonés y Junqueras presentaron a sus propios candidatos. Ganó Junqueras por apenas un puñado de votos en una federación que tampoco tiene candidato para las municipales tras la marcha de Ernest Maragall.

En medio de este fragor, la gran batalla se desarrollará en Madrid con la amnistía en papel estelar. Su aprobación en el Congreso se da por descontada, y no estará exenta de polémicas por parte de los independentistas que exigirán su protagonismo, pero su entrada en vigor es otra cosa porque el PP pondrá trabas en su tramitación en el Senado y es seguro que los tribunales moverán pieza. Los populares compran el discurso independentista para erosionar a Sánchez pero también porque están recuperando terreno en Cataluña a costa de Vox y de la desaparición de Ciudadanos. Sin embargo, el PP tampoco tiene candidato. Alejandro Fernández plantó cara a Feijóo, de forma pública, en al menos en dos ocasiones. Cuando Feijóo abogó por un nuevo encaje de Cataluña en España y cuando filtreó con Junts en la investidura de Feijóo. Se lo consideraba un líder amortizado pero la ausencia de alternativa –Dolors Monserrat quiere repetir de eurodiputada– y la recuperación de Cayetana Álvarez de Toledo, su mentora, en la primera línea del PP abre todas las incógnitas.

A pesar de la ausencia de liderazgo, la recuperación del PP catalán es un hecho. Las encuestas le aúpan de nuevo a los 15 diputados lo que puede convertir a los populares en árbitros del nuevo gobierno de Cataluña porque por primera vez en años no hay mayoría absoluta independentista. Los socialistas no pierden ripio en este punto y achacan este hundimiento de expectativas independentistas al fin del «procés» marcado por los indultos y la amnistía. Sería tanto como un «remake» de lo sucedido en el Ayuntamiento de Barcelona donde los populares evitaron que Xavier Trias –y también Ada Colau– se quedarán sin la alcaldía de la capital de Cataluña. El artífice fue Dani Sirera, líder del PP en el consistorio, un hombre a tener en cuenta porque también aspira al liderazgo del partido en Cataluña. Fue presidente en 2007 y solo duró un año. Salió de malas maneras y ser el cabeza de lista en las elecciones sería su vuelta por la puerta grande.