El desafío independentista
«De pie y hasta la victoria»
Junqueras dirige un mensaje épico, antes de entrar en la cárcel, tras dos años en los que la desconfianza entre convergentes y republicanos les llevó a una responsabilidad colegiada
Junqueras dirige un mensaje épico, antes de entrar en la cárcel, tras dos años en los que la desconfianza entre convergentes y republicanos les llevó a una responsabilidad colegiada.
El destino del Govern de coalición de Junts pel Sí cambió de forma definitiva hace aproximadamente medio año. Era el mes de abril y las desconfianzas entre los socios del PDeCAT y ERC sobre los preparativos del referéndum de independencia de Cataluña se habían multiplicado. Unos y otros se miraban de reojo con la sospecha de que entre los consellers había un interés inconfesable por evitar el castigo judicial de organizar una votación ilegal. El entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, optó por la única solución salomónica a su alcance: comprometer a todos los miembros del Govern y asumir las responsabilidades de manera colegiada.
Así fue como el Govern en pleno protagonizó el 21 de abril un acto solemne en el Pati dels Tarongers de la Generalitat para rubricar un compromiso claro: «organizar, convocar y celebrar» el referéndum de autodeterminación de Cataluña. Todos los consellers del momento estamparon su firma sobre ese documento. Todos ellos decidieron así unir su suerte y llevar hasta el final el llamado «procés» soberanista.
Puigdemont se reservó, no obstante, para el mes de julio sus últimas maniobras a nivel gubernamental. A principios de julio, soltó lastre cesando al conseller Jordi Baiget por dudar de la viabilidad del referéndum y, dos semanas después, completó la limpieza con otros tres ceses (Neus Munté, Jordi Jané, Meritxell Ruiz) para acabar con los titubeos respecto a la organización de un referéndum que desbordaba el marco constitucional. Adjudicó, además, al vicepresidente Oriol Junqueras las competencias sobre procesos electorales. Lo que ocurrió a continuación es sobradamente conocido: la culminación temeraria de la votación del 1-O desoyendo todas las resoluciones del Tribunal Constitucional, la aprobación de una declaración unilateral de independencia en el Parlament y, finalmente, ayer, el ingreso en prisión de ocho consellers.
1. Oriol Junqueras
El fallido interlocutor de Madrid
Ningún miembro del Govern ha dado tanto que hablar esta legislatura como Junqueras que, ayer, antes de su entrada en prisión dirigió un último mensaje épico desde su cuenta de Twitter: «Haced cada día todo aquello que esté a vuestro alcance para que el bien derrote al mal en las urnas el 21-D. De pie, con determinación y hasta el final». El líder de ERC comenzó el mandato distinguiéndose como el hombre que podía facilitar el diálogo con el Gobierno a través de su relación con Soraya Sáenz de Santamaría. Pero no fue así. De hecho, algunos de sus intentos por mantener contactos discretos fueron boicoteados por sus propios socios del PDeCAT. En la recta final del «procés», Junqueras optó por esconderse detrás de Puigdemont y por torpedear su desesperado intento de convocar elecciones.
2. Joaquim Forn
El sheriff soberanista
Forn tomó el relevo de Jordi Jané con una consigna muy clara y era evitar que los Mossos actuaran contra la celebración del referéndum del 1 de octubre. Y así fue. El conseller de Interior dio las instrucciones precisas para que la Policía de la Generalitat se inhibiera y decenas de agentes –sin medios materiales ni humanos– pulularon por los centros de votación sin propósito ni capacidad de actuación.
3. Raúl Romeva
La voz en Europa
Si hay algo que ha ocupado a Raül Romeva estos dos años han sido sus continuos viajes internacionales. Su contundente fracaso diplomático –los portazos de la Unión Europea han sido sonoros– ha contrastado con algunos éxitos en la prensa extranjera, el ámbito donde han hallado más receptividad. Sin embargo, todo este capital en los medios se ha venido abajo en los últimos días después de la extravagante huida de Puigdemont a Bélgica en compañía de otros miembros del Govern depuesto. La prensa internacional no se ha ahorrado esta semana duros reproches contra los independentistas.
4. Dolors Bassa
La República imaginaria
La dirigente de ERC jugó un papel importante durante la campaña del referéndum. Como consellera de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia, realizó todo tipo de promesas relacionadas con la República catalana: renta mínima garantizada, pensiones más altas y ayudas de desempleo superiores. Una Cataluña, en suma, situada al nivel social de los países nórdicos más avanzados. Ayer también dejó su mensaje en forma de tuit: «Si lo léeis es que estoy en la cárcel. Seguid, con dignidad, persistencia y serenidad. No nos encerrarán las ansias de libertad para hacer un país más justo».
5. Jordi Turull
El portavoz sin dudas
Turull asumió el relevo de Neus Munté como portavoz de la Generalitat en la crisis de gobierno de julio. Muy bregado en el papel de portavoz parlamentario, Turull dio un perfil más partidista al Govern y menos institucional. Dio voz a la fase final del proceso soberanista y lo hizo sin dudas, desactivando en todo momento los planes B y manteniendo firme el rumbo independentista. Tanto que incluso participó en el boicot a las elecciones que planeaba Puigdemont. Turull estaba llamado a adquirir un papel importante en la refundación de Convergència, pero se quedó a las puertas para favorecer la renovación del partido.
Ayer fue uno de los que dejó un mensaje redactado: «He sido encarcelado por haber sido leal al mandato de los que me escogieron como representante del pueblo (...) Dedicad todas las energías a defender pacíficamente la democracia y la dignidad de Cataluña».
6. Carles Mundó
El candidato que no fue
Mundó, titular de Justicia, fue el único dirigente de ERC que estuvo a punto de abandonar el Govern durante la crisis de julio. Junqueras pensaba que era una buena manera de preservar su figura y tenerla en la nevera de cara a una convocatoria electoral que acabara con él en . Finalmente, Mundó permaneció en el Govern. Durante esta legislatura se apuntó el tanto que soñaron todos sus predecesores: el de cerrar la prisión Modelo de Barcelona.
7. Josep Rull
El hombre de las quinielas
Allá donde ha habido una quiniela en los últimos años en Convergència, sea para un cargo de responsabilidad en el partido, sea para una lista electoral, sea para una tarea de gobierno, allí ha estado Rull. Su perfil versátil siempre ha cotizado al alza en los últimos años. En esta legislatura ha sido conseller de Territorio y Sostenibilidad. El lunes desafió al Gobierno al acudir a su despacho a «hacer la tarea encomendada por el pueblo de Cataluña», dijo, pese a estar cesado. Fue el único que dio a entender que trabajaba con toda normalidad. Ayer dejó un mensaje prefabricado en Twitter acompañado de una imagen suya votando el 1-O: «Si veis este tuit es que me han encarcelado por ser fiel a las urnas. Seguimos».
8. Meritxell Borràs
La consellera sin urnas
Borràs ganó peso en la dirección de CDC en 2015 de la mano de Rull, al tiempo que, como diputada en el Parlament desde 1995 en diferentes etapas, fue teniendo un ascenso meteórico hasta ganar protagonismo como portavoz de CiU en la polémica comisión Pujol en la anterior legislatura. Como consellera de Gobernación ya arrastraba una querella por el concurso de compra de urnas para el 1-O, que finalmente quedó desierto. Luego se quedó sin la competencia de este proceso. Pese a aparecer este martes junto a Puigdemont en Bruselas, ayer acudió a Madrid para declarar ante la juez de la Audiencia Nacional.
✕
Accede a tu cuenta para comentar