
Defensa
Se cumplen 100 años de la operación militar más importante que ha realizado España: sirvió para ganar una guerra
Para poner fin a la Guerra del Rif tras el Desastre de Annual, España y Francia ejecutaron en 1925 una operación sin precedentes: el primer desembarco anfibio de la historia con tanques y apoyo aéreo masivo

El éxito del desembarco de Alhucemas no solo decantó la Guerra del Rif, sino que también catapultó la carrera de un entonces coronel llamado Francisco Franco. Su destacada participación en la compleja operación anfibia, ejecutada el 8 de septiembre de 1925, le valió el ascenso a general y consolidó su prestigio dentro del estamento militar. Aquella victoria, sin embargo, se cimentó sobre un alto coste humano: las fuerzas españolas y francesas sufrieron un total de 361 muertos y 1.975 heridos para asegurar la pacificación definitiva del Protectorado.
De hecho, la colaboración entre España y Francia no fue una elección, sino una necesidad. Abd el-Krim, envalentonado tras el Desastre de Annual, cometió el error estratégico de lanzar una ofensiva contra la zona de influencia francesa en abril de 1925, un cálculo que le salió caro. Esta agresión forzó una alianza improbable hasta ese momento, uniendo a ambas potencias en un objetivo común: aplastar la rebelión rifeña de una vez por todas. Al frente de la operación conjunta se situó el general Miguel Primo de Rivera como comandante en jefe. El control de enclaves estratégicos como Alhucemas era crucial, un principio que sigue vigente en la doctrina militar moderna que concede gran importancia a las bases militares más poderosas del mundo para proyectar poder.
Para ello, el alto mando español se aplicó en estudiar a fondo la historia reciente para evitar desastres pasados. La principal referencia fue el fallido desembarco británico en Galípoli, ocurrido una década antes, una catástrofe que sirvió de manual sobre lo que no se debía hacer. Este análisis llevó a una decisión clave: en lugar de atacar frontalmente la bahía de Alhucemas, fuertemente artillada y minada, se optó por un asalto en las playas de la Cebadilla y Cala del Quemado, consideradas puntos más débiles en la defensa enemiga. Esta cuidadosa planificación para superar las defensas enemigas es un arte que ha evolucionado, y hoy se apoyaría en herramientas como un dron letal que puede volar sobre el mar para neutralizar objetivos costeros.
La cuna de la guerra anfibia moderna
Así pues, bajo el mando directo del general José Sanjurjo sobre las fuerzas de tierra, se puso en marcha una operación que cambiaría las reglas de la guerra. La acción principal consistió en el desembarco de 13.000 soldados españoles, transportados y apoyados por una flota combinada. El plan no solo era audaz en su escala, sino que demostraba una meticulosa capacidad de adaptación a las lecciones aprendidas de otros conflictos. El despliegue de estas fuerzas de tierra, que incluiría por primera vez tanques, marcó un antes y un después, sentando las bases de una mecanización cuya herencia se refleja hoy en día, cuando la caballería española necesita modernizarse con nuevos vehículos blindados.
Asimismo, Alhucemas pasó a la historia por ser un laboratorio de tácticas militares que se generalizarían años después. Fue la primera vez que se coordinó un mando único para las fuerzas de tierra, mar y aire de forma simultánea. Pero sobre todo, fue pionera en el uso de blindados en un asalto anfibio. Un total de once tanques Renault FT-17 y seis Schneider CA1 fueron desembarcados desde barcazas para apoyar el avance de la infantería, sentando un precedente imborrable. Tras asegurar la cabeza de playa en una sola jornada, las tropas necesitaron hasta el 13 de octubre para consolidar el territorio, un avance que culminó con la derrota definitiva de Abd el-Krim.
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