Política

El «aquelarre» etarra

Demasiadas líneas rojas

La Razón
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Hay actos de ETA y de su entramado en que, como ocurría en la «mili», los asistentes se deberían identificar y, por supuesto numerarse. Los convocantes del aquelarre de Durango pretendían transmitir que allí estaban todos los excarcelados por la anulación de la «doctrina Parot», pero no es cierto. Había ausencias, entre ellas una muy llamativa, la de Juan Lasa Michelena, «Txikierdi», que dimitió como portavoz de los reclusos por discrepancias con la estrategia de la «izquierda abertzale» legalizada (Bildu, Amaiur y Sortu) que, por cierto, tampoco mandó a ninguno de sus representantes. De Lasa oiremos hablar en su momento y es seguro que se le entenderá todo lo que diga.

Lo de Durango constituyó, a la postre, un desafío, puro y duro, a la Justicia y al orden constitucional. La Audiencia Nacional lo había autorizado porque no iba a ser un homenaje a los presos y si se repasa el panfleto al que dio lectura el sanguinario pistolero José López Ruiz (qué cruz de apellidos para ser «gudari» vasco), alias «Kubati», por aquello de su afición al fútbol español, si no es un homenaje a los reclusos, para los que se pide una nueva amnistía, que venga Dios y lo vea. En fin, habrá que confiar una vez más en nuestros jueces para que actúen conforme a Derecho y, si hay alguna responsabilidad que depurar, pues que se haga a la mayor brevedad, mejor la semana que viene que la siguiente.

Lo que parece claro es que el mundo de ETA, la banda y su entramado, se encuentran sumidos en un lío enorme. La izquierda abertzale, sin un líder definido y escondida detrás de barricadas colocadas sobre las líneas rojas que no deben traspasar por aquello de la ilegalización. Los presos, que aceptan sumisos la nueva estrategia que se les impone, fruto, –no se olvide– de la firmeza del Gobierno de Mariano Rajoy, y que, sin traspasar otras líneas rojas, ésas marcadas por la banda, se van a dedicar al hasta ahora innoble deporte (para ellos) de echar instancias («que me lleven cerca de donde están los aitas y las amatxos»). A cada negativa, pues un escalón más en la pirámide legal hasta llegar, se supone, al Tribunal de Estrasburgo... dentro de unos años. Mucha línea roja para un mundo en el que si a alguno le hacemos la prueba de la parafina, para comprobar si en sus manos hay restos de pólvora o explosivos, nos podría dar positiva, en especial los que custodian los «zulos» en los que se esconden armas y otros elementos para causar muerte y destrucción.

Todo esto tiene la pinta de una lucha por el poder en la que, por más que nos cuenten los exegetas del «proceso» y la ETA «derrotada», han ganado los que vencen siempre en pugnas similares que se han dado en organizaciones terroristas: los que tienen las armas y el dinero. Por cierto, no estará de más que por quien corresponda se ordene una investigación de quien paga a los clandestinos de la banda, a los refugiados, actos como el de ayer, etcétera. Los citados exegetas debían repasar también el comunicado que hizo público el colectivo de presos (el EPPK) y lo leído ayer por «Kubati». ¿Con que aceptaban la legalidad penitenciaria? Pues no, porque antes hay que cambiarla y las líneas rojas están ahí. Para colmo de escarnio, López se permitió afirmar que, tras la salida de la cárcel de los de la «Parot», han tenido «las acogidas que se nos han otorgado en nuestros pueblos y barrios (...) nos sentimos en deuda con nuestros pueblos y vecinos por el calor recibido». Es decir, que ha habido «ongis etorris», clandestinos, pero los ha habido.

Tras el acto político, según cuentan los que estuvieron allí, se sirvió, como en las convocatorias de la sociedad aburguesada que dicen criticar, un «lunch», con asistencia de allegados y amigos, que estaban esperando fuera a que llegara la hora de los «pintxos». ¿No suena a «ongi etorri» camuflado? Claro que entre la abogada Arancha Zulueta y las inevitables de los «saraos» de la piel de toro, hay bastante diferencia. La primera parece saber mucho de «líneas rojas», mientras que las segundas las llaman cintas y se las colocan según convenga.