Toni Bolaño
Dos ejemplos muy diferentes
El objetivo del PSOE es no quedarse solo con el PP y presionar a Podemos
El PSOE ha puesto la directa con la reforma de la Ley del «solo sí es sí». Seguirá negociando con todos los grupos políticos, también con Podemos, pero la única salida es la reforma de ley que sigue dando disgustos. No hay camino intermedio, como el presidente se ha encargado de decir en un claro mensaje a sus ministras díscolas. Los socialistas cuentan con el respaldo del PP y de Ciudadanos pero no quieren que en la víspera de las manifestaciones del 8-M solo les acompañe la derecha. Por eso, los negociadores socialistas –Félix Bolaños y María Jesús Montero– han intensificado los contactos con otras formaciones de la mayoría de investidura. Dan por hecho, que esta mayoría se resquebrajará porque PNV, Más País y Compromís están más abiertos a la reforma mientras que Podemos, EH Bildu y ERC están enrocados.
Por eso, la estrategia del PSOE es traspasar la presión al grupo de Unidas Podemos. Ni Yolanda Díaz, ni el PCE, ni Izquierda Unida ni los Comunes tienen la misma posición que el tándem Montero-Belarra, también consecuencia de las tiranteces en el espacio morado para la configuración de Sumar. Podemos con la ley del «solo sí es sí» está marcando perfil para no quedar marginado en el nuevo proceso, pero esta posición de firmeza puede hacer aguas en los próximos días porque votar en contra de la reforma tendrá costes electorales.
Ciertamente, los sectores más activistas del feminismo han cerrado filas con Montero, pero el voto de izquierdas es más transversal y las últimas encuestas, CIS incluido, no dejan en buen lugar a los podemitas que acusan el desgaste de su falta de cintura política. Este fin de semana los dardos han volado desde Podemos al PSOE, pero el «ardor guerrero» ha menguado porque votar en contra más que una losa puede ser una lápida, por lo que algunos sectores acarician la idea de la abstención.
El presidente quiere cerrar cuanto antes esta carpeta que ha generado grandes tensiones internas en el Gobierno de coalición porque hay otras que no serán plato de gusto. Sobre todo, vivienda, ley mordaza y pensiones, sin olvidar los topes a los precios alimentarios. El ministro Planas ha sorteado el último acercando posiciones con los distribuidores, pero las diferencias en la reforma del «solo sí es sí» se reproducen en las otras tres materias. Además, la ministra Raquel Sánchez ha quedado desasistida de sus dos piezas importantes en el ministerio teniendo la responsabilidad de Vivienda.
La secretaria de Estado, Isabel Pardo de Vera, y del presidente de Renfe, Isaías Táboas que han dimitido a cuenta del fiasco de los trenes de Cantabria y Asturias. Su actitud les honra, porque en este país no dimite ni dios. Al menos, alguien sabe que estar en política tiene responsabilidades y las asume con naturalidad. Otros se aferran al cargo sin asumir ningún error, como la ministra Montero o la ministra Llop. El error se produjo bajo su mando, aunque en estas cuestiones técnicas seguramente ni Táboas ni Pardo de Vera tenían ninguna implicación. Pero, han asumido sus responsabilidades. Podría el Gobierno pasar su ejemplo al argumentario para propios y ajenos, porque en las comunidades nadie dimite al grito de «ladran, luego cabalgamos».
Por si fuera poco, el presidente tiene delante otra patata caliente. Las salidas de dos ministras del Ejecutivo que se han aplazado ya dos semanas y los tiempos se acortan. Incluso se habla de una segunda crisis de Gobierno tras las elecciones. Creo que sería un craso error. Si se mueve pieza ahora, se mueven todas las piezas o se calla para siempre. Por estos motivos, Sánchez quiere cerrar la reforma y está convencido de que es una buena reforma que dejaría al PP sin un importante cartucho electoral. Sin embargo, los plazos de tramitación alargarán la solución hasta el mes de abril y en este tiempo más de uno pondrá velas a Santa Rita para que ninguno de los liberados sea un reincidente porque la tormenta puede ser de órdago. De momento, el objetivo no quedarse solos con el PP y presionar a Podemos.
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