Política

Sevilla

El entorno proetarra aumenta la presión

El entorno proetarra ha aumentado en los últimos días la presión en apoyo a los presos de la banda terrorista que llevan 26 días en huelga de hambre en la cárcel sevillana de Morón de la Frontera. Los internos de esta cárcel de Sevilla-- algunos muy representativos-- fueron quienes iniciaron la huelga de hambre en solidaridad con el etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga, pero en esta ocasión no han tenido el respaldo del resto del colectivo.

Este jueves el PP de Amurrio (Alava) denunció ante la Ertzaintza el ataque a su sede que amaneció con silicona en la cerradura y una pintada en su fachada que hacía mención expresa a esta huelga de hambre: "Sevillako Presoak Borrokan, Espetxe Politika Kriminalarekin Amaitu!/ `Los presos de Sevilla en lucha, que acabe la criminal política penitenciaria!)".

También este viernes han sido detenidas dos personas en Pamplona por encadenarse ante la puerta principal de la Delegación de Gobierno de Navarra para mostrar su solidaridad con los etarras en huelga de hambre. Han sido acusados de desórdenes públicos. Iban acompañados de otras cuatro personas.

Desde el plano político, la coalición abertzale Amaiur también ha pasado del perfil bajo a implicarse en este asunto de manera personal. El portavoz de la formación en el Congreso de los Diputados, Mikel Errekondo, y el senador Iñaki Goioaga --abogado del Colectivo de Presos de ETA-- se desplazaron hasta el penal sevillano. Este último pudo entrevistarse con los reclusos en su calidad de letrado. En rueda de prensa en la Cámara Baja, Errekondo denunció que los reclusos sufren aislamiento irregular y "agresiones".

Las reivindicaciones de esta huelga de hambre no tienen un patrón claro ya que comenzaron denunciando su reclusión en el módulo de aislamiento y el trato recibido por algunos funcionarios de prisión para posteriormente hacer una exigencia de máximos en la que piden la reagrupación de todos los presos. Pero en la izquierda abertzale tienen asumido que el Gobierno no llevará a cabo una reunificación de presos hasta que ETA no se anuncie su disolución definitiva.

El propio ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, las pocas veces que ha sido preguntado por los medios de comunicación acerca de esta nueva protesta de ETA en prisión ha asegurado que "ni ocupa ni preocupa"en su Departamento.

El Centro Penitenciario de Sevilla fue el primero en sumarse el verano de 2012 a la huelga de hambre que había iniciado el secuestrador del Ortega Lara Josu Uribetxeberria Bolinaga desde el Hospital de San Sebastián. A la iniciativa de los reclusos en Sevilla le fue siguiendo días después el resto de presos repartidos por todas las cárceles españolas. En este caso, la protesta no ha trascendido a otros centros.

Actualmente hay trece presos de ETA en esa cárcel de los cuales ocho permanecen en huelga de hambre indefinida. Tres de ellos ya lo han dejado y dos no la llegaron a iniciar nunca "por distintas razones", según Etxerat. Uno de los que no ha participado en la huelga de hambre es el histórico Iñaki Arakama Mendía, alias 'Makario', quien en 2004 firmó una carta junto a otros veteranos como Mújica Garmendia, 'Pakito', en los que aseguraban ya entonces que: "en las actuales circunstancias, la lucha armada hoy en día no sirve".

Entre los firmantes de esa misiva estaba también Koldo Aparicio, otro de los internos en Sevilla que en su caso si ha participado en la huelga de hambre junto a otro de los presos de mayor relevancia en denominado 'frente de makos' Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, alias 'Txikierdi'. Este recluso ejerció durante años como portavoz del EPPK (siglas en euskera del Colectivo de Presos) hasta el pasado 2011 que renunció al cargo.

El resto de etarras que siguen en huelga de hambre son Iker Agirre, Gurutz Agirresarobe, Asier Arzalluz, Juan Mari Etxebarri, Jesús Goikoetxea y Roberto Lebrero. Urtzi Paul, Garikoitz Etxeberria y Manu González han abandonado la protesta y Arakama Mendía y Javi Agirre no la llegaron a iniciar.

Desde la plataforma de familiares de presos de ETA, Etxerat, asegura que "la situación que ha originado la huelga de hambre registra un tensionamiento que se alarga desde hace ya cuatro años". "Siempre les mantienen en el módulo de aislamiento; no les dejan realizar actividades; cuando salen al patio primero pasan por un detector de metales, y después les hacen un cacheo de palpación por todo el cuerpo, incluso llegando muchas veces a rozar los testículos o el pene, creando momentos de gran tensión", denuncia Etxerat.