Tomás Gómez

Elecciones: entre lo malo y lo peor

La estrategia política en España, hace tiempo que no es pedir el voto para el mejor candidato, sino para el menos malo

Caballero, con Sánchez y Besteiro, en un mítin en Vigo esta campaña.
Pedro Sánchez, entre el candidato gallego José Ramón Gómez Besteiro y el alcalde de Vigo, Abel Caballero PSdeG

Esta vez, la campaña gallega tiene eco nacional y, por tanto, se producen polémicas que no se pondrían de manifiesto en otro contexto. Feijóo está siendo golpeado en su tierra, en un intento de minar su credibilidad con Puigdemont.

Es el peaje que pagan los líderes de la oposición, si la operación en concreto, tiene efectividad o no, se verá el domingo. El mar de fondo que se oye es que la estrategia política en España, hace tiempo que no es pedir el voto para el mejor candidato, sino para el menos malo. Ya lo puso en práctica Sánchez. En las generales de julio, se esforzó más en denunciar la presunta coalición del PP con Vox, que en defender su propia gestión. Es decir, que los ciudadanos deben optar entre lo malo y lo peor.

En Galicia se pone de nuevo la misma estrategia. Sánchez no va a intentar cambiar su imagen de líder oportunista capaz de decir una cosa y hacer la contraria, ni tampoco a defender los acuerdos con los independentistas. Todo consiste en poner a Feijóo en el mismo nivel de descrédito que él mismo, de manera que la contienda no consista en elegir al mejor, sino que sea votar por lo menos malo.

El falso dilema ha noqueado la capacidad crítica de la izquierda, que ha confundido su auténtico problema, que no es si el PP haría lo mismo que el PSOE o no, sino por qué un gobierno socialista entrega el Estado al independentismo en cómodos plazos. Esta forma de antipolítica produce resultados a corto plazo, pero a medio y largo plazo acabará gripando el motor.

La mediocridad se ha instalado y no parece probable que las cosas vayan a cambiar. España se va convirtiendo en un país de huérfanos políticos. En esta circunstancia, pueden ocurrir dos cosas, que poco a poco el nivel de abstencionismo vaya subiendo, o que aparezcan nuevas formas de populismo que cieguen a buena parte de los electores.