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Opinión

El embargo que nunca existió

De lo que no habla Sánchez es de que el comercio bélico supone apenas una mínima parte de las ventas a Netanyahu

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer en el Congreso Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

Sánchez ha logrado salirse del bucle de la corrupción metiendo a Feijóo en el bucle del genocidio. Antes para Pedro lo de Israel era una agresión, y por eso seguía vendiendo armas al Estado judío. Tanto, que la señora Ione Belarra llegó a decirle: «Es usted un presidente cobarde, cómplice de los genocidas». Ahora nuestro líder utiliza la palabra «genocidio» como si la hubiera inventado él, intentando embadurnar al PP con el vocablo del que antes renegaba. Menos mal que Feijóo le recordó ayer que ya no se acuerda del pueblo saharaui, otrora omnipresente en su discurso, y que si algún día tuviera que pactar con Netanyahu, haría lo que el caudillo ultra le pidiera, con tal de seguir en la Moncloa.

Más o menos como con Puigdemont, o con el exterrorista Otegi, que se permite estos días aleccionar a los demócratas sobre qué hacer frente al militarismo sionista: reventar la Vuelta con la kale-borroka. A lo que Sánchez aplaude con entusiasmo desorejado. Al timonel hispano le va bien llevar al Partido Popular al límite de la confrontación. Se lo dijo ZP a Iñaki otrora: «Nos conviene tensionar». Y en eso están. Dicen algunos que es que huele a elecciones. Si las convoca ya, se paralizan de facto los juicios a su familia hasta después de los comicios, pero no la bronca por la guerra del genocidio, lo que le favorece.

El problema es que tal estrategia le sirve contra Feijóo, pero no la compran los aliados. Belarra recordó ayer a Montero que el cacareado embargo es una falacia más, cargada de «electoralismo barato». O sea, un embargo fantasma, que en realidad nunca existió. A lo que añadió Rufián que «Sánchez anuncia, pero no hace. Tendremos que obligarle».

El bando aliado pone nervioso a nuestro líder, al retratarle en sus contradicciones. Ahora toca antisionismo, pero han pasado dos consejos de ministros sin que el embargo se confirme. Vendió la piel del oso sin cazarlo, y estamos otra vez con la canción de siempre.

El 7 de mayo dijo que ya habíamos dejado de enviar armas a Israel. Por lo que se ve no es así, puesto que ahora nos vuelve a anunciar un embargo que en realidad no se había producido, y que de hecho aún no está en el BOE. «Es que es complicado», dicen sus voceros. Entonces, para qué lo anuncia. Los datos de DataComex son contundentes: las ventas han caído, pero no se han paralizado. Entre enero y febrero pasado, mandamos 165.470 euros en material de defensa. No son los 47 millones de 2023, cierto. Pero seguimos vendiendo armas como dice Belarra. El Gobierno se justifica y argumenta que se trata de material «no letal», como si quisiera decir «civil». La realidad es que son pertrechos de defensa. O sea, militares.

Claro que de lo que no habla Sánchez es de que el comercio bélico supone apenas una mínima parte de las ventas a Netanyahu. En los primeros 21 meses de conflicto, España exportó 2.925 millones en bienes a ese país, 4,5 millones de euros al día. Y ahí seguimos.

Antes del verano Belarra calificó a Sánchez de «cobarde», y a sus políticas de «mentirosas» porque había declarado que «el Gobierno de España, desde el pasado 7 de octubre de 2023, no exporta ningún tipo de armamento a Israel».

El Informe del Centro Delás recogía datos oficiales de la Autoridad de Impuestos israelí sobre las importaciones desde España a Tel Aviv, especificando que hubo 88 envíos que alcanzaron los 5,3 millones de euros. Por eso dijo la dirigente podemita que «este Gobierno ha vendido más armas a Israel que nunca».

Y esto sí que le duele a Sánchez.