Rebeca Argudo

Esta ley es una ruina

El feminismo llegará este año dividido al 8M gracias a las medidas estrella de Montero

La ministra de Igualdad, Irene Montero, durante el pleno del Senado, este martes en Madrid
La ministra de Igualdad, Irene Montero, durante el pleno del Senado, este martes en MadridZIPIAgencia EFE

La reforma de la Ley del «solo sí es sí» se alarga como se alargará la de aquella casa que era una ruina. Ahora, ERC y Bildu la rechazan tras ser aprobada por la Mesa de Congreso con los votos de PSOE, PP y Vox (para disgusto de Podemos, que se abstiene). Sí que nos vamos al 7 de marzo con ella. Justo un día antes del 8M, con lo que le gusta a Irene Montero esa fecha. Lo cierto es que este año llegará a ella con el feminismo dividido gracias a sus medidas estrella. Entre la Ley Trans y el desastre de la Ley del «solo sí es sí», Irene Montero puede estar segura de que pasará a la historia del feminismo como ella quería, pero igual no en los términos que le gustaría. Me da que, de ser recordada, será como algo parecido a la Yoko Ono del movimiento feminista español.

Llegará al 8M, decía, con el feminismo dividido (let it be) y ya veremos si con una Montero satisfecha o doliente. Porque si justo el 7 se debate en el Congreso de los Diputados la reforma de su (catastrófica) ley podría llegar el 8, su día fetiche, con tremendo berrinche.

A poco que la cosa saliese adelante con el apoyo de PP y Vox, le da a la moza un parraque. Porque si algo le preocupa a Irene no son las mujeres violentadas que están viendo salir a sus abusadores como de toriles, lo que a ella le preocupa es seguir vendiendo su inverosímil relato de que toda aquella formación alejada de la tonalidad violácea nos quiere a todas sometidas y abusadas, que solo ella nos hará libres (recuerden que su calendario mental está anclado en 1940 en cuanto a derechos y libertades femeninas). Eso y el rédito electoral. De ahí que estén alargando la polémica: creen que eso les da votos.

Con todo esto, no se le presenta a la formación morada un final de legislatura tranquila, precisamente. Con las costuras del Gobierno de coalición más a la vista que nunca (si es que eso es posible) y sin el apoyo de una buena parte del feminismo, que ha visto a la diletante ministra disparar a la línea de flotación de las políticas feministas sin rubor, solo le queda encomendarse a Sor María de Jesús de Ágreda, madre de toda bilocación, para poder continuar vendiendo al mismo tiempo que antes de ella todo era caos y desolación y que ahora, con más de treinta excarcelaciones de delincuentes sexuales condenados y más de 400 beneficiados por rebajas, todo es bienestar y seguridad. Solo ella, a lo Irene de Ágreda, puede ser la más feminista y la que más daño ha hecho al feminismo al mismo tiempo, estar en defender la ley como perfecta, avanzada, feminista y progresista (en su claustro ella rezando) y que se están buscando soluciones desde el principio (con los indios Jumano evangelizando).

Me atrevo a, en calidad de vidente, profetizar lo que ocurrirá: la Montero dirá que no cede, Echenique defecará en redes, dirán que con el consentimiento no se juega, que por ahí no pasan, que los votos de PP y de Vox son los votos del patriarcado. El PSOE no tocará ni una coma de su propuesta, los de Podemos se comerán con patatas la enmienda, dirán que no rompen el pacto de coalición por responsabilidad, porque tienen un compromiso con el feminismo y el ecologismo y el movimiento trans y los indigenismos y los intolerantes a la lactosa (y todas las causas justas por orden alfabético). O sea, lo de siempre. Una vez más.