"Los perseguidos"

Fernando Benzo, premio Azorín: «Al final, todos los delincuentes se cruzan y se encuentran»

En «Los perseguidos» novela las cloacas de Interior, corrupción policial y una banda de pandilleros en una trama con «mucho de hemeroteca»

Entrevista a Fernando Benzo.
El premio Azorín, Fernando Benzo David JarLa Razón

Premio Azorín con «Los perseguidos», una novela policiaca que repasa la memoria de la delincuencia callejera y las cloacas de despacho con una periodista intrépida, Fernando Benzo fue secretario de estado de Cultura, secretario general técnico del Ministerio del Interior y director gerente de la Fundación de Víctimas del Terrorismo. Sigue en la vida pública y tiene ya nueve novelas y varios premios literarios, galardones en los que se estrenó con solo 23 años. Ya tiene la "semilla" del próximo, aunque aún se siente atrapado por los personajes de la actual.

«Los perseguidos». ¿A quién persigue Fernando Benzo?

A mis personajes, y a ellos les persigue su propio destino. Es la historia de una banda de delincuentes de un barrio marginal de los 70 cuya carrera criminal, que se prolonga durante décadas, de alguna manera la emplean para huir de ese destino que les persigue.

Novela sobre las cloacas del Estado, mezcla poder y narcos. ¿Es una llamada de atención o es un visionario?

No, visionario no; cuento cosas que han ocurrido, no me invento nada. La novela es de ficción, obviamente, pero está muy trufada por anécdotas e historias reales. Hay mucho trabajo de hemeroteca incorporado a la trama. Propongo al lector no sólo que se entretenga, sino que juguemos a que, en algún momento, dude de si lo que está leyendo ocurrió o no. Creo que le costará distinguirlo.

¿Los malotes de siempre son los que hacen el trabajo sucio para los de los despachos?

Los malos de siempre han existido de una manera o de otra. Si tú encuentras una historia de delincuentes a lo largo de varias décadas, el perfil del malote va cambiando. En los años 70 eran los atracadores de navaja; en los años 80 explosiona el tráfico de drogas y los malotes pasan a ser traficantes. En los 90 aparecen otros, que son los mafiosos del Este, que se instalan en nuestro país. Y luego hay otro tipo, que son permanentes, los malotes de moqueta que saben jugar con las herramientas del poder ya sea financiero, político o mediático. Yo creo que, al final, todos los delincuentes se cruzan y se encuentran.

"La actualidad es muy beneficiosa con los malos, pero muy traidora con la justicia»

Cuando escucha lo del «caso cuarteles», «Tito Berni»... No sé si pensó en algún momento que le habían «robado» su novela...

Hay un problema: la realidad siempre supera la ficción. Cuando empecé a preparar la novela y a documentarme me encontré con historias reales que he incrustado en ella y que superaban con mucho las que me podía imaginar.

¿Cómo define el marketing criminal?

Es algo que yo siempre he odiado profundamente, y es que, por alguna razón, algunas historias criminales y dramáticas tienen más éxito mediático que otras; siempre me ha generado cierta melancolía por las familias que no tienen esa atención.

¿Por qué cuando comienza una investigación como la del «caso Mediador» el foco mediático se centra en el «caso cuarteles»? ¿Lo entiende?

La actualidad tiene una vigencia cortísima, como la vida de cualquier noticia o libro, y algo que ha surgido, queda borrado. Creo que la actualidad es muy traidora, es muy beneficiosa para los malos, pero muy traidora con la justicia.

¿A cuántos de Interior le dedicaría su novela?

Pues seguro que a más de uno. Hubo una época de mi vida en que conocí muy bien el Ministerio del Interior –Mayor Oreja era el titular de aquella cartera– y a los de esa época no se lo podría dedicar porque eran personas muy honestas y muy sacrificadas, todo lo contrario de lo que se puede contar en la novela. No son ese tipo de personajes oscuros.

En su novela se va a la etapa de la Movida. ¿Había más corrupción de salón antes o ahora?

Creo que la corrupción ha existido siempre y, en general, en el balance global, no sé si soy ingenuo, pero soy optimista, en todo tipo de delincuencia creo que hemos achicado las bolsas de marginalidad.

"Los malotes de moqueta son los que saben jugar con las herramientas del poder"

En la trama introduce a una periodista que busca la verdad. ¿Ha conocido a muchos así?

Sí. Por mi trayectoria y por mis experiencias me he encontrado con muchos periodistas enormemente valientes y, sobre todo, que se jugaban la vida. Cuando una persona se juega la vida por contar la verdad y por hacer su trabajo, merece un respeto.

¿Qué moraleja tiene su novela?

Ninguna. Yo no juzgo en mi novela, cuento una historia de acción y una historia personal con una serie de personajes y se las ofrezco al lector y aquí, hay que trabajar; es decir, yo le ofrezco los personajes al autor, te cuento esta historia, tú llegas tus propias conclusiones, yo creo que va a haber lectores que condenen algunos de estos personajes. El lector tendrá un juicio moral diferente de la historia, perfecto. Yo creo que es atractivo a mí como autor, me divierte pensar que voy a provocar algo diferente en diferentes tipos de lectores.

¿Qué sintió cuando supo que era "premio Azorín 2023"?

¿Incredulidad? Yo siempre digo que recibir un premio así es un chute de autoestima literaria,