Opinión
Ignorar a los expertos como método
La palabra de Pedro Sánchez es tan de fiar como el mail de un nigeriano que te nombra heredero único de su incalculable fortuna
Previsiblemente, la reforma de las pensiones se llevará a cabo gracias al voto (nunca gratis) de los separatistas y desoyendo a los expertos, en lo que ya parece marca de la casa. Tras la aprobación de la Ley del Solo sí se sí y la Ley Trans mediante este método, impermeable al debate suscitado y por empecinamiento, nos llega ahora este nuevo ejemplo de lo que podría ser ya un patrón de comportamiento. Incluso la AIREF, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, alerta del peligro de llevar adelante una reforma que no parece sostenible y que lo que logrará es sumar más déficit.
El análisis del Banco de España coincide con la AIREF en sus conclusiones, y la CEOE rechazaba también la reforma. Pero para Sánchez lo grave no es tanto que eso ocurra, que se señale dónde hace aguas la propuesta de Escrivá y poder tomar medidas antes del desastre, como que Alberto Nuñez Feijóo manifieste en Bruselas su preocupación por ello. Eso es de poco patriota, dice. Y es que Sánchez, ya nos lo ha demostrado, es especialista en vaciar de contenido el continente y dar todo valor a la etiqueta, más que a lo que aquella vendría a designar. Por eso puede presumir de ser el gobierno más feminista de la historia sin sonrojo, siendo aquel que ha dejado en la calle o ha reducido las condenas a casi un millar de condenados por delitos sexuales y el que ha logrado disparar directamente a la línea de flotación de todas las políticas cuya base configurativa es el sexo. Y por eso para él es mucho más patriota sacar adelante leyes apoyándose en formaciones políticas que desprecian la idea de nación, de la nuestra, que pensar en esta y en sus ciudadanos, y preocuparse por ellos, a la hora de acometer un reforma de vital importancia en este momento por su impacto. Una que, según los expertos, costará más de 30.000 empleos solo en los tres primeros años. Pero en su cabeza no hay conflicto semántico, mucho menos ético o moral. A Sánchez le preocupa únicamente Sánchez y lo demás, plin. Ni le quita el sueño ni el hambre. Es una máquina perfecta de arrollar todo a su paso porque, como Campanilla, solo puede albergar una emoción y está a tope con la ambición.
El PP ya anunciaba que no apoyará la reforma, de la que todavía desconoce el texto íntegro, y que no ha sido pactada ni con los agentes sociales ni con los económicos y al margen de la comisión del Pacto de Toledo. Se fía más los de Feijóo del informe de la AIREF que del “Power Point” de Sánchez. Y no le falta razón: la palabra de Pedro Sánchez es tan de fiar como el mail de un nigeriano que te nombra heredero único de su incalculable fortuna. Aún así, con el voto en contra de PP, de Vox y de Ciudadanos, la reforma no corre ningún peligro y saldrá adelante sin problemas.
Desde Bruselas dan el visto bueno, aunque los expertos avisen de que se dispararán tanto el déficit como el gasto y la deuda, y Sánchez enarbola como bandera de legitimidad y autoridad esa conformidad europea. Pero lo cierto es que lo único que evidencia este proceso son las servidumbres de un gobierno que depende completamente de la izquierda más populista y de los separatistas para que le den los números. Lo mismo para sacar adelante una reforma que para afrontar una crisis de gobierno. Será que le renta.
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