Tras los pactos

El jardín incendiado

«Si la investidura está ya siendo un disparate, no queremos ni pensar lo que será la legislatura salida de todo este despropósito»

El presidente del gobierno, en funciones, de España y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante el Congreso del Partido Socialista Europeo en el Palacio de Congresos, a 11 de noviembre de 2023 en Málaga (Andalucía, España). El presidente del gobierno, en funcione, de España y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha participado en el Congreso del Partido Socialista Europeo. 11 NOVIEMBRE 2023 Álex Zea / Europa Press 11/11/2023
Pedro Sánchez interviene en el Congreso del Partido Socialista Europeo (Málaga)Álex ZeaEuropa Press

La que has liado, Pedro… El jardín en el que has metido al PSOE y al país es de traca. Y todo por querer ser presidente a cualquier precio. Vivíamos en un país relativamente tranquilo, con sus controversias y sus estrategias políticas, pero ahora tenemos a nuestra sociedad hecha unos zorros, con la gente en vilo, enfrentada en opiniones atrincheradas y a la pobre policía corriendo de un lado a otro, sin saber cómo tipificar las conductas, puesto que el mismo comportamiento que se le pide como reprensible para unos con gases lacrimógenos puede ser considerado para otros objeto y sujeto de amnistía.

Has incendiado el panorama general: UGT se planta contra tu Ejecutivo del PSOE por el precipitado (y ni bien explicado ni planificado) traspaso de cercanías; la Comisión Europea se lleva las manos a la cabeza por la redacción del párrafo del «lawfare» en las cesiones a los independentistas; las asociaciones judiciales de todas las ideologías denuncian que el redactado implica una quiebra del Estado de Derecho. ¿Se puede hacer peor?

Caro Pedro, Puigdemont te ha llevado a una posición cada vez más acorralada, consiguiendo que se visualizara que no se trataba de una negociación, puesto que en ellas cada parte ofrece algo y sacrifica algo. Te ha mostrado ante todo el mundo como simple y triste chantajeado. Y no ha necesitado para ello demasiada inteligencia porque se ha encontrado al otro lado una incompetencia tan cósmica como la de la ley del «solo sí es sí». Era previsible, puesto que todo esto empezó con la suicida necesidad ineluctable de conseguir siete votos para volver a ser presidente del gobierno.

Si la investidura está siendo ya este disparate, no queremos ni pensar lo que va a ser la legislatura salida de todo este despropósito. No puedes decir, Pedro, que no se te ha advertido que una amnistía no iba a reconciliar a nadie sino a enconar más la cosas.

El razonamiento era sencillo, claro y meridiano: si fue una locura por parte de Puigdemont intentar independizar una región con la mitad de la población en contra, sería igual de demente intentar amnistiar a Carles Puigdemont con más de la mitad de la población insultada por esa idea. La realidad es la que es y la gente opina así. El falaz argumento de la supuesta reconciliación era apresurado y montado deprisa y corriendo, porque se necesitaba comprar siete votos y había que armar una excusa para justificar el precio que se iba a pagar. Obviamente, su irrealidad no funciona enfrentada a la verdad sociológica del país. Te has metido en la misma estrategia de autopresión en la que se colocó el propio Carles Puigdemont en 2017: la imposibilidad, por amor propio y narcisismo, de decir «me he equivocado».

Ambición política

¿Se ha «puigdemontizado», por tanto, Sánchez? Las similitudes de conducta con la trayectoria del fugado son sorprendentemente calcadas. En ambos casos se da una necesidad de ambición política, luego, una negación de la realidad más palmaria, a continuación, una intención de imponer una parcial decisión propia a una población en franco desacuerdo, seguido de la peregrina idea infantil de que la inercia y el carisma pueden sacarlo adelante. Luego viene el temblor de piernas al ver que tu rival tiene en su puño tus genitales y llegan las malas decisiones. Hagas lo que hagas, serás ya para siempre el chantajeado; esa figura triste que se sienta a la mesa sin ningún «As» en su mano.

Como Felipe González te desenmascara, traes al perdido José Luis Rodríguez Zapatero para que pida –nada menos– un pacto de Estado a tu favor para autorizar la corrupción. Baste decir que González triunfó modernizando España y Zapatero se hundió ante una simple crisis financiera. He ahí lo que vale el criterio de cada uno.

El estrés al que estás sometiendo a la sociedad española, solo por mera ambición política, no guarda proporción con ningún posible beneficio. Por mucho menos, Antonio Costa –presidente de Portugal– ha dimitido en el país de al lado.

No sé si lo de lo que se le acusa es más o menos grave que intentar salvarle el culo a un abogado de narcotraficantes, pero en cualquier caso ha tenido la dignidad de apartarse y dejar hacer a la justicia.