Política

Londres

La asignatura pendiente

La Razón
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La carta de Mas es el enésimo paso preocupante en la deriva secesionista. No entiendo la complacencia con que bastantes comentaristas minimizan la gravedad de estos pasos. Mas tapa el retrato del Rey, sus Consejeros pregonan que España les roba o quiere asfixiar a Cataluña, financian unas jornadas en las que se tergiversa la historia y ahora dirigen a 45 gobiernos una carta en la que manifiestan su propósito de salirse de España..., los pasos son constantes y serios. Sin embargo, en Madrid oímos que «Mas ya sabe en que lío se ha metido, que está arrepentido, que los empresarios le están haciendo entrar en razón, que lo del referéndum es un souflé que se desinfla».... Los que restan agudeza al tema hacen el avestruz. Una cosa es sentarse a negociar con Mas, habrá que hacerlo, otra ignorar que la situación está peor que hace cuatro meses y que aún puede empeorar más. La carta es otro ejemplo. A los receptores no les hace tilín pensar que un Estado se desmembre el precedente sería pernicioso, no le van a dar mucha bola a Mas la Unión Europea ha sido fulminante cada vez que se le plantea el tema, el ministro francés Valls, conocedor del asunto, se rió cuando se le habló de la independencia, pero Mas busca la vigencia del asunto en los foros externos y celebrado el referéndum de Escocia, subrayar la diferencia entre la actitud de Londres y la de los opresores de Madrid. Ocultar que el nivel de autonomía de Cataluña es el mayor de cualquier comunidad autónoma europea, que su cultura y lengua son totalmente respetadas es parte de la farsa. La iniciativa tiene el propósito de internacionalizar el conflicto abonando, de un lado, el victimismo y de otro, fomentando la catalonofobia en el resto del país, es decir, que los de otras comunidades digan que no van a comprar más productos catalanes, que se vayan de una vez etc... Lo que, a su vez, alimentaría de nuevo el victimismo.

Sobre lo que sí debe abrir los ojos el Gobierno es respecto a las consecuencias de la carta, que da pasto sabroso a los medios de información internacionales y que, hasta ahora, la gente de Artur Mas viene cultivándolos con mimo y la de Mariano Rajoy, no. Es una asignatura pendiente.