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La Infanta se defiende: «No era un escudo fiscal frente a Hacienda»

Se desvincula de la gestión de Aizoon, confía en la inocencia de Urdangarín y afirma que jamás se cuestionó sus ingresos n Insiste en que no tiene ni idea de cómo tributaba la empresa que compartía con su marido

La infanta Cristina a su salida del tribunal de Palma de Mallorca tras finalizar su declaración ante el juez.
La infanta Cristina a su salida del tribunal de Palma de Mallorca tras finalizar su declaración ante el juez.larazon

Tras seis horas de declaración y más de ocho en los juzgados de Palma, comida incluida, la Infanta salió del edificio con la misma sonrisa con la que entró. Eran las seis y diez de la tarde y en su fuero interno, seguro, respiraba aliviada.

Tras seis horas de declaración y más de ocho en los juzgados de Palma de Mallorca, comida incluida, la Infanta Cristina salió del edificio con la misma sonrisa con la que entró. Eran las seis y diez de la tarde y en su fuero interno, seguro, respiraba aliviada. Durante ese tiempo, se enfrentó al minucioso interrogatorio del juez José Castro, instructor del «caso Nóos», y respondió a las preguntas que le realizaron tanto el fiscal Pedro Horrach como la abogada del Estado Dolores Ripoll, alrededor de 250 entre ambos, pero no al resto de las acusaciones ni a otra defensa que no fuera la suya propia. Dijo lo que quería decir y se notaba que se había quitado un peso de encima.

Por ejemplo, explicó que entró en la junta directiva del Instituto Nóos porque su marido se lo pidió con el objetivo de «promocionar el deporte» y que para ella no suponía ninguna novedad pues «forma parte de más de un centenar de asociaciones», indicaron fuentes presentes en la declaración.

Desde un primer momento, Doña Cristina hizo hincapié en que era ajena a la administración de Aizoon, una sociedad que creó junto al duque de Palma, dijo, «por la confianza que tiene en su marido», y, por lo tanto, «desconocía el día a día de la empresa», de ahí que no respondiera a numerosas preguntas referente a este asunto, soliviantando a algunas acusaciones.

Ante la insistencia del magistrado en preguntarle factura por factura, subrayó que carece de conocimientos tributarios y que no sabía «ni qué facturas son deducibles y cuáles no». Sí se mostró contundente cuando le plantearon si su inclusión en Aizoon no tenía otro objetivo que blindarse frente a Hacienda. «Si hubiera sabido eso me hubiera negado en redondo por principios», aseguró. Igualmente, demostró que sigue confiando en su marido. «Estoy convencida de que es inocente –sostuvo–, siempre ha sido muy respetuoso y escrupuloso con todo».

Doña Cristina dijo que nunca se cuestionó los ingresos de su esposo y que tampoco los consideró excesivos «porque los obtuvo a lo largo de muchos años». Asimismo, aseguró que desconocía que al cargar gastos personales a través de Aizoon reducirían la cuota del Impuesto de Sociedades. «Ha repetido 40 veces que no tenía ni idea de la forma en que tributaba Aizoon». De esta sociedad, añadió, tenía una visa (dispone de «tres o cuatro» en total) que le entregó Urdangarín, cuya firma no reconoció en las actas de la empresa. «No son de él», negó la Infanta, quien en todo momento se refirió a Aizoon como «los proyectos y asesoramientos de su marido». La hija del Rey, que según las fuentes consultadas se mostró en todo momento «muy correcta y educada» y contestó a las cuestiones planteadas por el instructor «con tranquilidad», añadió que ni siquiera conocía si las facturas del matrimonio «se cargaban o no como gastos de Aizoon».

Paradójicamente, y pese a que la Audiencia de Palma ya desvinculó a Doña Cristina en mayo pasado de las posibles irregularidades cometidas en «Nóos», «las tres cuartas partes del interrogatorio de Castro se refirieron a este asunto». Y al margen del exhaustivo desglose de facturas, «no le hizo ni una sola pregunta directa sobre delito fiscal o blanqueo», las dos imputaciones que le han llevado hasta el juez, aseguraron fuentes jurídicas.

Castro le recordó la existencia de un tríptico promocional del Instituto Nóos en el que figuraba como integrante de la Junta Directiva de la asociación sin ánimo de lucro que, según la Fiscalía, Iñaki Urdangarín y Diego Torres utilizaron para obtener casi seis millones de las administraciones valenciana y balear de forma presuntamente irregular. Pero ella volvió a insistir en que estaba al margen de la gestión de Nóos.

La Infanta también negó que ofreciera pagar en negro a sus empleados de hogar y respecto a los sobrinos de su marido empleados en Aizoon subrayó que desconocía ese hecho. En un momento dado, Castro llegó a preguntarle si sabía de alguien que con un currículum como el de su esposo «haya ganado tanto dinero en tan poco tiempo».

En el goteo de facturas por gastos personales cargados a Aizoon que el juez desmenuzó salieron a colación cuatro pagos de libros de Harry Potter. «Serían para mis hijos», aventuró. Y unas clases de merengue impartidas en su vivienda. «Las únicas clases de baile que he tomado fueron de flamenco hace años», confesó. Castro, de origen cordobés, no pudo resistirse. «Me congratula», terció. El magistrado le preguntó hasta por gastos de gasolina de su coche oficial, que afirmó desconocer, y por facturas de restaurantes, algunas de las cuales sí recordaba. «Ella explicó que nunca se encargaba de pagar nada», apuntaron fuentes jurídicas.

Eso sí, la hija del Rey sí dijo conocer que Don Juan Carlos había instado a su marido, en marzo de 2006, a desvincularse de Nóos y a dejar de contratar con administraciones públicas, una recomendación que le trasladó a través del conde de Fontao, José Manuel Romero. El mismo duque de Palma, recordó, le comunicó que debían dejar Nóos porque «por estética e imagen él no debía contratar con administraciones públicas».

Y aunque el mismo juez ya reconoció la inexistencia de delito en el préstamo de 1,2 millones de euros que, en 2004, el Rey hizo a su hija para afrontar la compra de su vivienda familiar en Pedralbes (Barcelona), Castro también sacó a colación este asunto durante su interrogatorio y la duquesa de Palma contestó que le dejó esa cantidad «porque al final es mi padre y se fía de mí». Desde entonces, explicó, se lo está devolviendo, «aunque ahora los tiempos han cambiado» (en referencia a la situación judicial de Urdangarín, cuyas cuentas están embargadas y que ha tenido que hacer frente a una millonaria fianza de responsabilidad civil).