Podemos

Ahora en Común, la jugada maestra de Alberto Garzón

Monedero, de Sousa, e Iglesias en el Foro del Cambio de Podemos
Monedero, de Sousa, e Iglesias en el Foro del Cambio de Podemoslarazon

Los críticos de Podemos prevén un «goteo continuo» de deserciones hacia Ahora en Común hasta las generales.

El pasado jueves el vuelo de Air Nostrum de Estrasburgo a Madrid, el que suelen reservar buena parte de los eurodiputados españoles, se convirtió súbitamente en el escenario de en una curiosa comedia de enredo a lo Wilde cuando un miembro del equipo de Pablo Iglesias utilizó su cuenta de correo personal para informar al resto de diputados de un retraso de una hora en el embarque que, un primer momento, se creyó solicitado por el propio Iglesias. El hecho provocó airadas protestas de otros parlamentarios, pero finalmente se supo que fue la aerolínea quien ofreció la posibilidad de retrasar la salida. Sea como fuere, las prisas del secretario general de Podemos por dar por terminado su periplo en Estrasburgo y regresar a Madrid cuanto antes son perfectamente comprensibles: durante la semana que hoy concluye, Pablo Iglesias ha tenido que hacer frente a dos crisis sin precedentes en el año y medio de vida de Podemos: 1.000 cargos de su partido (incluidos un tercio de los diputados autonómicos) habían firmado un manifiesto contra el sistema de primarias diseñado por la dirección a su mayor gloria y, por si esto fuera poco, Alberto Garzón había propiciado la aparición de Ahora en Común, una «iniciativa de confluencia» diseñada para aumentar la presión sobre Iglesias y lograr que Podemos no se presente a las generales con sus propias siglas.

Tormenta perfecta

Ambos frentes abiertos –el primero interno, el segundo instigado desde fuera pero con importantes apoyos dentro del partido– amenazan con conjugarse en una tormenta política perfecta en la que el núcleo duro de colaboradores de Iglesias.

El nacimiento de Ahora en Común fue hecho público por eldiario.es a mediodía del jueves. Minutos después Alberto Garzón saludaba con entusiasmo la iniciativa en su cuenta de Facebook. Apenas una hora después, con Pablo Iglesias ya en el aire regresando de Estrasburgo, la versión digital de los principales diarios nacionales españoles ya destacaba la noticia en lugar destacado. «Garzón es el único que tiene una oficina de prensa capaz de lograr un impacto mediático semejante en tan poco tiempo», declaraba a LA RAZÓN un destacado miembro del sector crítico de Podemos. Un análisis pormenorizado de la lista de los primeros firmantes del manifiesto fundacional confirmaba esta hipótesis. De hecho el propio hermano de Garzón, Eduardo, aparecía entre ellos. «El grupo de promotores de esta iniciativa es mediocre pero el hecho de que toque todos los palos –IU, Equo, Podemos, etc...– no es casualidad», afirmaba la misma fuente.

En el núcleo de la sorda disputa entre Iglesias y Garzón gravitan dos estrategias contrapuestas para la izquierda de cara a las elecciones generales de otoño. Pablo Iglesias cree que la única opción real para ganar es una lista bajo su liderazgo personal, las siglas de Podemos y tres alianzas puntuales en Cataluña, Valencia y Galicia, regiones donde la implantación de Podemos carece de musculatura y existen socios de referencia (ICV, Compromís y las Mareas) con los que hay sintonía y con los que, y esto es muy importante, no hay peligro de que la marca Podemos quede eclipsada. Éste es el modelo con el que Iglesias pretende aprovechar el tirón de las emblemáticas victorias en las municipales.

La estrategia de Garzón introduce una pequeña variante. El cabeza de lista sería en cualquier caso Iglesias pero Podemos no estamparía su logo en la papeleta sino que sería uno más, aunque el principal, de los partidos que confluirían para articular una candidatura amplia de izquierdas. Este modelo supone la repetición casi exacta de Ahora Madrid y Barcelona en Común. Garzón cede su puesto a Iglesias como cabeza de lista, pero como contrapartida se subiría al carro de Podemos y jugaría el papel de contrapeso interno de su secretario general, algo a lo que Iglesias no está dispuesto.

El tono general de las intervenciones de Garzón, Talegón y Uralde en el acto de presentación de Ahora Madrid en el Círculo de Bellas Artes de Madrid fue conciliador. Los asistentes perdieron la cuenta de las veces que se aseguró que la iniciativa «no nace contra Podemos», lo cual no deja de ser muy significativo. Sin embargo la génesis de Ahora en Común puede rastearse hasta el momento en el que, tras el 24-M, Iglesias pronunció un humillante «no» a la propuesta de Garzón de confluir para derrocar a Rajoy. El secretario general de Podemos lo insinuó al declarar, el viernes durante un encuentro con Manuela Carmena, que «IU unida se puede presentar con el nombre que quiera, Ahora en Común o el que quieran».

«Durante todo el verano vamos a ver un goteo continuo de defecciones de críticos de Podemos y personalidades de la izquierda hacia Ahora en Común. Va a haber mucha carnaza de desunión en la izquierda hasta las elecciones», afirma el portavoz de un activo círculo de Podemos. Y es que la jugada maestra de Garzón para presionar Iglesias, puede estallarle en las manos si finalmente, como parece, el líder de Podemos se mantiene firme y la aventura de Ahora en Común sólo sirve a la postre para dividir aún más el voto de la izquierda.