Terrorismo
Lodosa, la guarida de Lasarte
El histórico etarra Valentín Lasarte ya disfruta de su permiso de tres días concedido por la Audiencia Nacional. Lo hace desde poco antes del mediodía en la pequeña localidad navarra de Lodosa, donde se refugia en una modesta vivienda, propiedad de un familiar cercano a una amiga de su novia, que es el lugar elegido por Lasarte para disfrutar de los tres días de permiso. Allí se trasladó procedente de la prisión de Nanclares de la Oca, desde donde partió pasadas las 10:30 horas tal y como estaba previsto, según confirmaron a LARAZÓN funcionarios del centro penitenciario, sin que le esperara ningún tipo de recibimiento especial para la ocasión.
Hasta ahora, el ex miembro del «comando Donosti» ha cumplido con todas las medidas que le impuso Instituciones Penitenciarias. Le recogió un solo familiar y se dirigió a un pueblo fuera del País Vasco, en este caso Lodosa, sin hacer por el camino ninguna parada. El penúltimo alto en el camino de su trayecto fue en el cuartel de la Benemérita, donde cumplió la tercera de las medidas cautelares, la de presentarse a firmar ante las autoridades. Desde la Guardia Civil no quisieron confirmar este extremo ni la presencia del etarra en la localidad «por su seguridad y la de los propios vecinos», aunque sí dejaron entrever que era cierto. «Os enteraréis en el pueblo, esto es pequeño», sentenciaban. Eso sí, resulta llamativo que una patrulla de la Guardia Civil se acercara a las inmediaciones del edificio a las 14:30 horas con el fin de vigilar a la persona que participó en siete asesinatos de 1993 a 1996 y repitiera la misma operación a las 21 horas.
Aunque Lasarte no se dejó ver durante el resto del día, todo apunta a que el etarra disfrutó en compañía de su novia de sus primeras horas en libertad tras 17 años en prisión. Y el trasiego de gente en el último piso del inmueble comenzó a dar muestras de ello. «Son un matrimonio de San Sebastián que llevaba varias semanas sin venir, hasta hace tres días», asegura un vecino del bloque, que confirmó además que los propietarios han estado limpiando en las últimas horas con el objetivo, previsiblemente, de dejar el piso listo y habitable para que «Lasa», como se le conoce en el pueblo, pase allí las 72 horas de permiso. Los mismos propietarios que entraron con compra, y se marcharon poco después de las 16:00 horas para no volver. Un tajante «No, no está» procedente de una voz femenina sonó al otro lado del telefonillo a última hora de la noche cuando varios periodistas trataron de hablar con el ex miembro de ETA. Ni confirmación ni desmentido de su presencia, que sin embargo era ya vox pópuli en el pueblo. «Ese seguro que está ahí», indicaban fuentes próximas a la Guardia Civil a última hora de la noche.
«No es agradable»
Hoy de nuevo está obligado a personarse en el cuartel para cumplir con la medida interpuesta por Prisiones para concederle el permiso.
Muy pocos en el pueblo sabían que Lodosa iba a ser su temporal refugio. O, mejor dicho, nadie a excepción de sus allegados y las autoridades. Pero de la sorpresa inicial se pasó rápidamente a la indignación. «No es agradable desde luego, tener a un etarra en el mismo edificio. Aunque se haya arrepentido», explicaba un vecino, que tendrá que compartir muros con un ex miembro de ETA. Y por si fuera poco, será la segunda vez que le ocurre a uno de ellas. «Cuando vivía en Pamplona también tuve a un etarra en el piso inferior», se lamentaba por su suerte. «Es posible que aquí vivieran sus abuelos», se aventura otro, aunque éste «no es un pueblo muy abertzale, a excepción de los más jóvenes», afirma.
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