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Los de Rivera encallan «el cambio» al imponer al PSOE

En el PP consideran que no es posible incluir al partido que quieren fuera de la Junta en el acuerdo

Albert Rivera, en una imagen de archivo durante las últimas elecciones en Andalucía
Albert Rivera, en una imagen de archivo durante las últimas elecciones en Andalucíalarazon

En el PP consideran que no es posible incluir al partido que quieren fuera de la Junta en el acuerdo.

Ciudadanos insiste en llevar la negociación para el «cambio» en Andalucía a los límites entre lo temible y lo acogedor. El partido de Rivera, que marca el rumbo desde Madrid aunque Marín se declara autónomo, encalla la negociación con el PP en su querencia de que sea el PSOE quien participe de un cambio «como fuerza constitucionalista» –con su abstención o su apoyo– que supone el final de 36 años de gobiernos socialistas. Cs quiere que el PSOE se eche a sí mismo de la Junta. El entorno popular se muestra «muy preocupado» por la deriva del partido naranja en la negociación. «Entendemos que el cambio no es posible con el partido que queremos cambiar», resumió Moreno. «El PSOE es protagonista pasivo», señaló.

La comunicación no verbal de los interlocutores –el «informe caritas» en el argot periodístico– mostraba a Juan Marín serio y menos sonriente que en el primer encuentro de hace dos semanas, cuando se iniciaron los contactos para cerrar un programa como paso previo para la negociación del Gobierno y la composición de la Mesa del Parlamento –órgano clave porque es el presidente de la Cámara quien propone al candidato para la investidura– y Juanma Moreno, otro tanto. Rivera no quiere presentarse como responsable de cualquier acuerdo con Vox.

Las dos formaciones posponen la negociación a próximas citas, a pesar de que deslizaron que en el acuerdo programático se trabaja sobre 80 puntos. La fecha máxima es el 27 de diciembre, como marca el Estatuto en base a los comicios. Marín aludió a discrepancias en los asuntos sobre regeneración democrática y limitación de mandatos. El asunto de fondo, no obstante, estriba en la necesidad de los apoyos de Vox –al menos cuatro votos a favor–. Cs insiste en «la vía constitucionalista».

Fuentes cercanas al entorno de los populares ven esta alternativa imposible e incluso se muestran en contra de alcanzar un acuerdo con los socialistas. «Lo que Cs plantea al PSOE es la voluntad de que asuma lo que los andaluces han votado», señaló Marín. Los socialistas, por su parte, insisten en que han ganado las elecciones, lo que lleva la negociación a los terrenos de la paradoja de Schröedinger, el científico que propuso encerrar a un gato en una caja opaca con una ampolla de veneno y, por otro lado, un martillo que al activarse rompiera la ampolla y teóricamente acabara con el felino. La negociación para el cambio en Andalucía, como el gato de Schröedinger, está viva y muerta a la vez. «Es un acuerdo complicado, bastante difícil.

Después de 40 años de gobiernos del PSOE nadie podía pensar que se iba a solucionar en pocos días. No ha sido posible cerrar un acuerdo programático porque hay diferencias en apartados importantes», se excusó Marín después de dos horas de negociación con los populares en la Cámara, tras dos semanas de contactos. Cs plantea como condición también –a diferencia del acuerdo con el PSOE de la pasada legislatura– un calendario de cumplimiento «de 100 días». Cs se queja de que el PP aboga por una supresión nacional de los aforamientos, algo que reconoce el propio Moreno en defensa «de la igualdad» territorial pero sin que para el PP suponga un escollo insalvable y estando de acuerdo «en el fondo». En la teoría de Schröedinger, solo abriendo la caja se podía saber si el felino había sobrevivido. En el pacto andaluz, sólo traspasando el límite de Vox es posible saber si el cambio es posible. Todas los datos demoscópicos, y los partidos así lo reconocen sotto voce, coinciden en que en caso de repetición de elecciones, los beneficiados son el PSOE, que evitaría la abstención a la que atribuye gran parte de su amarga victoria del 2D, y Vox. «Si el PSOE quiere bloquear, tendrá una responsabilidad», insiste Marín, que apela a «la visión de Estado» al tiempo que acepta que «el PP puede hablar con quien le dé la gana» en alusión al café de Moreno con Serrano, el hombre de Abascal en Andalucía, quien casualmente ayer estuvo en Sevilla.

El coordinador de la negociación por parte del PP, Elías Bendodo, ya habría cerrado los puntos básicos con Vox. Juanma Moreno habla de «matices y algunas discrepancias» que forman parte de «la estrategia» de Cs y recuerda que el «cambio es urgente» y que no alcanzar un acuerdo supone «un fracaso descomunal del centro derecha y algunos tendrán que dar explicaciones ante la sociedad».