Terrorismo
La maldad de ETA: colocaron la bomba en el asiento que iba a ocupar el hijo de un guardia civil
Se cumplen 34 años del asesinato en Erandio, Vizcaya, del niño Fabio Moreno, de dos años

Los etarras habían vigilado al guardia civil que estaba destinado en la Comandancia de Vizcaya. Sabían, perfectamente, que el agente sólo utilizaba su vehículo particular para desplazamientos con su familia, su esposa y sus hijos mellizos, Fabio y Alexander, de dos años.
Era tal maldad de Juan Carlos Iglesias Chouzas, “Gadafi”, y Francisco Javier Martínez Izaguirre, “Xavi de Usánsolo”, que conocedores de esta circunstancia, colocaron la bomba trampa debajo del asiento del copiloto y no del conductor, si realmente pretendían asesinar al agente, que también. Al hacer explosión, el artefacto mataría a la esposa o a uno de los hijos, o a todos, pero qué importaba, ya estaban los precedentes de los cuarteles de la Benemérita de Zaragoza y Vic.
Los dos etarras se trasladaron hasta las inmediaciones del domicilio del guardia civil Antonio Moreno Chica en Erandio (Vizcaya) y localizaron el vehículo particular del agente, estacionado en la calle. Mientras Martínez Izaguirre realizaba labores de vigilancia, Iglesias forzó la puerta delantera derecha para colocar un artefacto explosivo bajo el asiento del copiloto. Esa operación la realizaron tres días antes del 7 de noviembre de 1991. Se cumplen en estos días 34 años y no se debe olvidar hasta qué punto llegaba el odio de los etarras hacia la Guardia Civil, incluidas sus familias, aunque se trataran de niños de corta edad.
En la fecha del atentado, Antonio Moreno se disponía a ir en coche a una piscina en compañía de sus dos hijos. Primero miró los bajos para cerciorarse de que no había ninguna bomba adosada, luego subió a sus hijos a la parte trasera del vehículo y, seguidamente, se montó en él. Cuando circulaban por la calle Tartanga de Erandio, hacia las 16:45 horas, al tomar una curva, el artefacto explosivo se activó.
La bomba mató en el acto a uno de los niños, Fabio, y causó lesiones al otro, Alexander, y al propio agente de la Benemérita. Alexander sufrió quemaduras en una pierna y perforación en un tímpano; mientras que el padre padeció lesiones por las que estuvo incapacitado 852 días. Posteriormente fue declarado inválido para ejercer su profesión.
Los etarras, que habían estudiado los hábitos de Antonio Moreno, sabían que este iba y volvía de su trabajo en la Comandancia de la Guardia Civil de Bilbao en tren, y que exclusivamente usaba el coche particular en compañía de su familia. Fabio Moreno Asla había nacido en Bilbao hacía poco más de dos años. Su madre y toda su familia materna eran vascos. No solo su padre era guardia civil, sino también otros familiares, entre ellos, su abuelo paterno, ya retirado, quien también había prestado servicio en Vizcaya.
Los oficios fúnebres por el alma de Fabio se celebraron en la parroquia de San Agustín de Erandio el día posterior a su muerte. Tras la misa, los restos mortales del niño fueron llevados hasta el cementerio vizcaíno de Derio, donde recibieron sepultura.
Antonio Moreno habló del atentado en el documental Trece entre mil de Iñaki Arteta (Sogedasa, 2006). En esa entrevista, el padre confirma que siempre usaba el coche en compañía de su familia: “antes de montar en el coche, siempre se guardaban las medidas de seguridad. Por ejemplo, subir el coche en la acera por si había alguna cosa dentro al bajar el coche de la acera, al moverse; porque si había alguna bomba de péndulo o algo el coche reventaría contigo. Dabas una vuelta con el coche, volvías... Cuando veías que no pasaba nada entonces ya se montaba la familia. La bomba llevaba en el coche tres días, lo que pasa es que en tres días no lo habíamos usado. El coche solo se utilizaba para la familia, para llevar a los críos a la piscina, al monte… Cuando se puso esa bomba se sabía que el daño iba a ser para la familia, que no iba a ser para mí solo […].Al abrir la parte de atrás del coche saqué a Alex, que estaba bien, lo malo fue cuando fui a sacar a Fabio, que lo tuve que coger a trozos. No sabes cómo sujetarlo porque se te cae por todos los sitios. Al reventar la bomba me rompió los tímpanos. No oía nada, no sabía lo que estaba pasando. Muchas veces piensas que ese tipo de cosas pasan en otros sitios, que a ti en concreto no te puede pasar, o que si te pasa te va a pasar a ti. A tus hijos, a tu familia, no… Lo primero que piensas es por qué a mi hijo y no a mí. Si en teoría el malo de la película diríamos que soy yo, por ser guardia civil. Con el tiempo te das cuenta de que no lo han hecho ni por tu hijo ni por ti, sino por hacer daño. ¿Perdonar? Jamás, nunca, y olvidar por descontado que jamás, nunca, eso es imposible. No hay sentimiento de venganza por una razón muy simple, porque tú no eres un asesino. Cuando hablas por hablar, piensas yo haría, yo haría…, luego no eres capaz de hacerlo porque tú no llevas esa maldad implícita, no eres capaz de hacerle daño a nadie”.
En relación con la muerte de Fabio Moreno, en 1995 la Audiencia Nacional sentenció a Martínez Izaguirre a un total de 85 años de prisión por los delitos de atentado con resultado de lesiones graves, asesinato consumado, asesinato frustrado y estragos. Asimismo, la sentencia estableció que el sentenciado debía abonar una indemnización de 20 millones de pesetas para los herederos del niño fallecido, y por las heridas y secuelas de los dos heridos, un total de 23.800.000 pesetas.
En 2003 la Audiencia Nacional condenó a Juan Carlos Iglesias Chouzas, Gadafi, a un total de 82 años de cárcel por los delitos de atentado a agente de las Fuerzas de Seguridad con resultado de lesiones, un asesinato consumado, asesinato frustrado y estragos. El tribunal condenó también al criminal etarra a indemnizar, de forma conjunta y solidaria con Martínez Izaguirre, a los familiares de Fabio Moreno con 120.202 euros, y al padre y al hermano con 142.440 y 1.803 euros, respectivamente (Con información de Vidas Rotas).