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Miles de personas aclaman al Rey en su despedida de las Fuerzas Armadas
Don Juan Carlos preside, junto a Don Felipe, los actos de su último Día de las Fuerzas Armadas como Rey, entre los aplausos y los vítores de miles de ciudadanos. Los Reyes y los Príncipes de Asturias, juntos por primera vez en una celebración tras el anuncio de la abdicación del Monarca, que en nueve días dejará de ser Capitán General
Don Juan Carlos preside, junto a Don Felipe, los actos de su último Día de las Fuerzas Armadas como Rey, entre los aplausos y los vítores de miles de ciudadanos. Los Reyes y los Príncipes de Asturias, juntos por primera vez en una celebración tras el anuncio de la abdicación del Monarca, que en nueve días dejará de ser Capitán General
No eran ni las 11:30 horas y miles de personas abarrotaban ya el madrileño Paseo del Prado. Bandera en mano, aguantaban el sol y el calor esperando la llegada de los Reyes y los Príncipes. En ese momento no hacían demasiado ruido y apenas se escuchaban algunos «vivas» aislados que, eso sí, eran respondidos con ímpetu por los asistentes. Pero todo cambio cuando, a las 12:30, se anunció por megafonía que estaban llegando ya a la Plaza de la Lealtad. Fue entonces cuando el público comenzó a aplaudir sin parar y a gritar «¡Viva el Rey!» «¡Viva España!» o «¡Viva el Príncipe!». Durante varios minutos, los ciudadanos no dejaron de mostrar su afecto a todos los miembros de la Familia Real, algo nada habitual en las celebraciones militares como ésta o la del Día de la Hispanidad. Fue, sin duda la mejor despedida que pudo tener Don Juan Carlos en su último Día de las Fuerzas Armadas como Rey.
Los miembros de la Familia Real, que llegaron con puntualidad castrense, fueron recibidos por el ministro de Defensa, Pedro Morenés, el del Interior, Jorge Fernández Díaz, los Jefes de Estado Mayor de la Defensa, del Ejército de Tierra y del Aire, el presidente de la Comunidad, Ignacio González, y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, entre otras autoridades civiles y militares. Los aplausos y vítores siguieron durante la rendición de honores de Ordenanza, que corrieron a cargo de la Compañía de la Guardia Real, la cual también recibió aplausos y «vivas» del público, que bajó el tono unos segundos cuando comenzó a sonar el himno nacional.
Tras esto, los Reyes y los Príncipes (por primera vez juntos en un acto tras el anuncio de la abdicación) se situaron ante el monumento a los Caídos para el homenaje a los que dieron su vida por España. En el interior del recinto aguardaba una Compañía Mixta con representantes de los dos Ejércitos, la Armada y la Guardia Civil y, mientras sonaban los acordes de «La muerte no es el final», depositaron una corona de laurel bajo el monumento. Tanto el Rey, que acudió con el uniforme de gala de capitán general del Ejército de Tierra, como el Príncipe, vestido con el de gala de Capitán de Fragata, cantaron la letra de este himno.
Apenas habían pasado 10 minutos desde el comienzo del acto y el final del mismo estaba cerca. La Unidad de Música de la Agrupación de Infantería de Marina de Madrid fue la encargada de entonar el toque de oración y las salvas de fusilería dieron paso al único «extra» de este año: una pasada de los siete aviones de la Patrulla Águila, que dibujaron la bandera en el cielo de Madrid. Más aplausos y más «vivas» al Rey, la Reina, la Corona, las Fuerzas Armadas... y hasta un «¡Viva Don Mariano Rajoy!» se escuchó de entre los asistentes.
Aún con el rugir de los aviones de fondo, comenzó la parada militar. Ante los Reyes y los Príncipes (el Rey se situaba un paso por delante) desfiló un Batallón Mixto con una Escuadra de Gastadores, una Unidad de Música y cinco compañías de los dos Ejércitos, la Armada, la Guardia Civil y la Guardia Real. Unos 500 efectivos que animaron más si cabe a un público que no dejó en ningún momento de mostrar su apoyo a la Monarquía y a sus miembros.
Y a las 12:50, tocaba decir adiós. Los Reyes y los Príncipes se despidieron de los asistentes y se metieron en sus respectivos coches. Mientras abandonaban la zona, seguían escuchándose los aplausos y vítores de los miles de ciudadanos que quisieron vivir de cerca este último y emotivo acto castrense de Don Juan Carlos como Rey.
La naturalidad del Monarca
Al concluir el desfile, el Rey, en un gesto de naturalidad tras el saludo militar al JEMAD, se quitó el guante para darle la mano. Aunque éste no se dio cuenta al principio, reaccionó a tiempo y se la estrechó. Un apretón que es, más que un gesto, una despedida y un agradecimiento.
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