Cataluña
Moncloa se juega la Legislatura en la aprobación de los presupuestos
El presidente pone a todo el núcleo duro de su Gobierno a trabajar en el reto de sacar adelante los PGE de 2018. Considera que es el balón de oxígeno para salvar la caída en Cataluña.
El presidente pone a todo el núcleo duro de su Gobierno a trabajar en el reto de sacar adelante los PGE de 2018. Considera que es el balón de oxígeno para salvar la caída en Cataluña.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, retomará esta mañana con la dirección de su partido el análisis de la situación política. El nuevo curso sigue marcado por la incógnita del laberinto catalán y sus consecuencias en la política nacional. Internamente, Rajoy tiene que manejar a un partido nervioso por el contexto político, y en el que hay críticas a las decisiones y a algunas estrategias. Pero sin que el nivel tenga el alcance suficiente como para que trascienda en público más allá de supuestos entrecomillados ni tampoco para alterar la estrategia del líder popular. De momento, no. La contestación afecta particularmente a algunos miembros de su Gobierno, pero a nadie se le escapa tampoco que detrás también hay maniobras pre-sucesorias por parte de algún sector con aspiraciones y que busca desestabilizar a otros posibles rivales. En la nueva Legislatura en el equipo de Rajoy siguen existiendo las mismas disfunciones en el trabajo conjunto que ya había en la etapa de mayoría absoluta.
Ante esta situación, en el que la presión de Ciudadanos (Cs) va a ir a más, dentro la estrategia de Rajoy no hay más «balas» que la de sacar adelante, «como sea», los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2018. En el partido hablan muchos de sus miembros y plantean muchas supuestas posibilidades. Se escucha hablar de la necesidad de rectificar la actuación política, de endurecer la respuesta al partido de Albert Rivera, de tensar la cuerda y dejarles pasar menos a los de Ciudadanos.
En la dirección popular estudian el margen para pasar a esa etapa, pero antes Rajoy necesita conseguir apuntarse el tanto de los Presupuestos Generales del Estado, por lo que le supone de impulso político inmediato y de tiempo ganado en la Legislatura para manejar la crisis catalana y poder apretar el botón de la convocatoria de las elecciones generales en un momento en el que su partido haya recuperado posiciones ante la imagen pública, después del desastre de su resultado en las elecciones catalanas del 21-D. Básicamente Mariano Rajoy cree que en ganar tiempo es donde está la solución para recolocarse y que pierda fuelle el impulso que Rivera cree haber encontrado en Cataluña. Y que confirmaba la última encuesta de NC Report publicada por LA RAZÓN, en la que el partido naranja subiría 35 escaños respecto a sus reultados del 26-J. Y el tiempo sólo puede dárselo un acuerdo presupuestario que le ofrezca la estabilidad necesaria para que si quiere, como insiste en público siempre que tiene oportunidad, pueda agotar la Legislatura.
ganar tiempo
Para conseguir ese «tiempo» Rajoy se ha implicado personalmente en la negociación de los Presupuestos, y ha puesto a trabajar en el mismo objetivo al «núcleo duro» de su Gobierno. En esta negociación en la que el papel principal lo tienen Ciudadanos (Cs), Coalición Canaria y, sobre todo, el PNV, está el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, pero también la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, como ya ocurrió en las conversaciones para aprobar las cuentas de 2017, y, por supuesto, el propio jefe del Ejecutivo. También está implicado el partido, en el Congreso a través de Rafael Hernando; o desde la dirección nacional, vía el coordinador general, Fernando Martínez-Maíllo. El gran problema de Rajoy es que no depende de él resolver su principal obstáculo.
El PNV ya ha enfriado sus prisas por sacar adelante los Presupuestos. Los nacionalistas vascos se entienden bien con el Gobierno en esta materia. Los contactos no se han interrumpido, y la negociación está bien encaminada. El Partido Nacionalista Vasco sabe que puede seguir ganando en lo político y en lo económico, pero tiene que equilibrar en esa cuenta de resultados su imagen pública y ahí entra en juego la condición de que antes se levante la aplicación del artículo 155 en Cataluña, lo que es tanto como decir que haya un nuevo gobierno de la Generalitat. Y en relación a esto último en el Gobierno no ven nada claro lo que puede ocurrir en Cataluña en las próximas semanas, ni sobre la composición de ese nuevo Ejecutivo y su presidencia, bajo las maniobras para investir a Carles Puigdemont en diferido, ni tampoco sobre hasta qué punto lo que salga, si sale algo, se ajusta en lo necesario al respeto al marco constitucional como para poder pasar página del 155.
En la negociación presupuestaria el Gobierno está intentando apretar al PNV pero la llave la tienen los nacionalistas vascos, aunque esté cerrado el entendimiento con el partido de Rivera y con las demás minorías que participaron en el acuerdo que sacó adelante los Presupuestos de 2017. El análisis de la dirección popular sostiene que una vez cruzado el Rubicón presupuestario sí podrán empezar una nueva etapa en la que tendrán más fuerza para enfrentarse a la pinza del Partido Socialista y de Ciudadanos para quitarles espacio electoral. Pero hasta entonces «estamos atados de pies y manos». En su funcionamiento interno, la salida del jefe de Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, no altera los equilibrios. Simplemente para el jefe del Ejecutivo es muy difícil encontrar una pieza que sustituya a Jorge Moragas, pero esto no quiere decir que vaya a dar más poder a alguno de los colaboradores que le rodean en Moncloa.
Las miradas se han puesto en el asesor Pedro Arriola, pero desde La Moncloa advierten con rotundidad: «Arriola tiene un papel, y es el que va a seguir teniendo. No tiene nada que ver con las funciones de Moragas, que serán las que tendrá que asumir quien le sustituya».
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