Elecciones

Noches largas por distintos motivos

Las urnas han expresado las ganas de un cambio de ciclo político que empieza ahora pero que acabará de consolidarse, así lo parece, en las elecciones generales

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (i) y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, durante la presentación de las candidaturas del PP a la Asamblea de Madrid y al Ayuntamiento para las elecciones del 28 mayo, este jueves en Madrid.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (i) y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, durante la presentación de las candidaturas del PP a la Asamblea de Madrid y al Ayuntamiento para las elecciones del 28 mayo, este jueves en Madrid.ZipiAgencia EFE

Eran las nueve y poco, bajo una leve lluvia intermitente, cuando ya estaba en Génova el disc jockey recibiendo a los optimistas más entusiastas e impacientes (ojalá sea el mismo de la última vez, qué gran repertorio, pero no estoy en disposición de afirmarlo con rotundidad). Y es que los primeros escrutinios corroboraban las impresiones mañaneras: que Ayuso acariciaría sin muchos problemas la mayoría absoluta, de no tomarla por asalto y holgadamente.

En Ferraz, sin escenario ni asistentes, Pedro Sánchez se ausentaba, al contrario de lo que hizo en las pasadas elecciones autonómicas, en las que su partido se imponía claramente. Entonces, no solo acudió, sino que incluso se permitió valorar los resultados en rueda de prensa. Como si el mérito fuese suyo y no de los candidatos autonómicos y municipales. Parece que le gusta personalizar capitalizando en las ganancias, pero en el fracaso no tanto. Ahí la responsabilidad es de otros y allá se las ventilen. Contrastaba el ambiente cenizo de allí, conforme avanzaba la noche (incluso algún estepicursor afirman algunos haber visto pasar rodando) con lo festivo de la sede del PP, donde no paraba de llegar gente con banderines, eufóricos y con ganas de celebraciones. No es solo que el fenómeno Ayuso se consolida esta noche en Madrid de manera abrumadora, es que cambia el aspecto del mapa político en el país entero y el vuelco electoral parece, a falta de los resultados definitivos, imparable. Haría bien el PP en sacudirse los complejos y no caer en la trampa del PSOE, esa por la cual ellos pueden pactar con asesinos pero el PP no podría pactar con Vox por algún tipo de código moral especialmente dictado ad hoc para que el poder esté más cerca de unos que de otros.

El giro es de tal calibre que quizá en Moncloa deberían andar ya pensando en un posible adelanto de las generales, pues la situación tal cual se presenta dificultaría bastante, si no impediría directamente, la opción de agotar la legislatura. Afirmo esto, por supuesto, con todas las comillas que pueda aceptar una sentencia así cuando nos estamos refiriendo a un personaje como Pedro Sánchez, capaz de agarrarse a la poltrona como nadie y contra todo pronóstico. No olvidemos su trayectoria y la de veces que, de ser otro, darle por muerto políticamente habría sido lo lógico y, sin embargo, no solo salió de esa sino que lo hizo sin apenas rasguño. No es de extrañar pues, visto lo visto, que el exterior de Génova parezca, aún sin conocer los resultados definitivos pero vaticinando el cambio (ya ni político, casi sociológico; ya no solo autonómico, nacional), la gran celebración que, efectivamente, es. Mientras tanto, la de Ferraz parece más cerca de un velatorio. Que también lo es. El de un ciclo político que se agota. La noche parece que será larga para ambos pero por motivos diferentes: los unos se hacen con comunidades que eran clave para los otros y se consolidan en Madrid con una Ayuso imbatible. Faltaría ver qué pasa con Podemos, que tenía la desvergüenza de pedir una oportunidad al votante después de estar en el gobierno durante toda una legislatura y ahora se debate entre la desaparición de su gran feudo y la mera representación por la mínima. Ciudadanos, ni está ni se le espera. Las urnas han hablado hoy, con una mayor asistencia que en la anterior cita, y a gritos han expresado las ganas de un cambio de ciclo político que empieza ahora pero acabará de consolidarse, así lo parece, en las generales de diciembre. Si no nos toca votar antes.