Elecciones generales

Iglesias felicita a Sánchez y le propone un Gobierno de izquierdas

Unidas Podemos, relegado a cuarta fuerza, tocado por la ruptura de las confluencias y la perdida de los escaños de la España vacía

Pablo Iglesias compareciendo durante esta noche electoral / Foto: Connie G. Santos
Pablo Iglesias compareciendo durante esta noche electoral / Foto: Connie G. Santoslarazon

Unidas Podemos, relegado a cuarta fuerza, tocado por la ruptura de las confluencias y la perdida de los escaños de la España vacía

No han conseguido erigirse como partido referente de izquierdas. La sensación de fracaso y derrota era evidente en el cuartel general de Unidas Podemos improvisado en el Teatro Goya de Madrid tras lograr solo 42 escaños, una cifra que les aleja de convertirse en aval suficiente para un Gobierno fuerte.

Ante la estrepitosa caída respecto a 2016, con 29 escaños menos, dirigentes y el equipo cercano a Pablo Iglesias constataban que no podrían presumir ya de ser socio preferente de Pedro Sánchez y activaban ya el modo negociador con el resto de fuerzas de izquierdas para articular un Ejecutivo multicolor de izquierdas, pero conscientes y con la alerta de la posibilidad de que Pedro Sánchez mire a Albert Rivera para la formación del nuevo gobierno. La primera reacción del partido a la desesperada, era tratar de acercarse a un gobierno de la mano del PSOE, Compromís, PNV y con el Partido Regionalista de Cantabria, liderado por Miguel Ángel Revilla. Sin embargo, este equilibrio de fuerzas no lograría los 176 escaños. Necesitan, para esta suma, los 17 escaños de ERC, al no contar con los cinco escaños que se ha dejado la marca catalana de Iglesias.

El propio Pablo Iglesias con rostro serio, confirmó después, rodeado de la plana mayor de su partido, que los de su partido «no eran buenos resultados” y llamaba a las fuerzas progresistas a articular pactos. Se congratulaba de que “no había triunfado el mensaje de odio de la ultra derecha” y de que “el peso del grupo progresista supera al de las tres derechas”. Su socio en la coalición, el líder de IU, Alberto Garzón, hacía también un llamamiento a que el “PSOE evitara la tentación naranja”. Ante esta previsión, pues la suma holgada de PSOE y Cs construiría un nuevo Ejecutivo, Iglesias confirmaba que ya había llamado a Pedro Sánchez, y le había emplazado a inmediatas negociaciones. “Toca trabajar mucho y con mucha discreción. Tendremos muchas reuniones para acordar un programa de gobierno”.

Con 42 escaños, (35 de Unidas podemos más los siete logrados por En Comú Podem) el trasvase de votantes de su partido al de Pedro Sánchez es notorio, hecho que confirma la transición en cinco años del partido morado: que ha pasado de asaltar los cielos en 2015, a conformarse con llegar a coaliciones, rozando solo la calificación de socio minoritario. Estos resultados confirman también el mal resultado de la marca catalana de Iglesias, En Comú Podem se ha dejado cinco escaños desde 2016. Los resultados de Unidas Podemos han sido lastrados también por el abandono que proviene de las confluencias de la formación, En Marea y Compromís, a los cuales ahora vuelve a necesitar. Peor es la perdida en la España Vacía, donde la coalición morada no ha logrado representación, ni en Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cantabria, La Rioja ni en Extremadura. Precisamente las comunidades más olvidadas en su campaña electoral. Podemos pierde así sus parlamentarios por Burgos, Badajoz, Cantabria, León, La Rioja, Toledo y Valladolid.

Ayer, en la sede morada, los dirigentes del partido asumían la dificultad de tocar el Gobierno, y asimilaban que ya no tendrían como sí en 2016 el aval suficiente en escaños como para marcar el paso y el programa al PSOE. Sí respiraron por no ser “sorpassados” por el partido de Santiago Abascal, pero, vieron como la sorpresa llegaba de Ciudadanos, responsable de que hayan quedado relegados a la cuarta fuerza política.

En cuanto a la interna del partido, los datos confirman también que el giro radical al que Pablo Iglesias se había acogido en estos últimos 15 días, dejando el megáfono de lado y abrazándose a la Constitución, no ha sido suficiente para aupar al partido a unos números con los que resultar decisivos para la formación de un Ejecutivo con el PSOE. A pesar de que el partido se ha dejado la piel en estos últimos días de campaña para convencer al votante indeciso, al que sí había logrado seducir en 2016, se constata que no ha logrado enganchar de nuevo al elector ya desencantado que ha ratificado como el partido que nació del 15-M para ser la herramienta del cambio, se ha asentado en las mismas peleas de sillón del bipartidismo.