Jordi Cuixart
Calle «caliente», butacas vacías
El acto pro 1-O en Madrid no llenó el interior del teatro, pero congregó a cientos de personas a sus puertas. Los independentistas y Podemos acusaron de «neofranquista» al Gobierno.
El acto pro 1-O en Madrid no llenó el interior del teatro, pero congregó a cientos de personas a sus puertas. Los independentistas y Podemos acusaron de «neofranquista» al Gobierno.
En un teatro del barrio de Lavapiés, en el corazón del Madrid más castizo, tuvo lugar ayer el acto de apoyo al referéndum ilegal del 1 de octubre después de que un juez suspendiese su celebración en un edificio municipal cedido por el Gobierno de Manuela Carmena. Partidos y entidades independentistas tomaron la palabra arropados por cargos públicos de Podemos, Izquierda Unida y Ahora Madrid.
Fuera del guión escrito por los partidos independentistas, la jornada dejó una imagen, cuanto menos sorprendente, en el Teatro del Barrio, el espacio dirigido por el actor Alberto San Juan. Varios cientos de personas –doscientas según la Policía Nacional– tuvieron que seguir el acto desde la calle, a través de altavoces instalados por los organizadores. En el interior del teatro, sin embargo, más de una veintena de butacas permanecieron vacías durante todo el acto. De hecho, tras permitir el acceso de los medios de comunicación y de los miembros de los partidos políticos presentes, fueron muy pocos los asistentes anónimos que pudieron seguir el debate desde el patio de butacas. Fue tras la intervención de los ponentes cuando la imagen de la calle Zurita llena de gente, quién sabe si casual o buscada, cobró sentido. Entre vivas a la III República, a la república catalana y a las repúblicas ibéricas, y cánticos de «No pasarán» y «¿Dónde están las papeletas?», los ponentes saludaron a los allí congregados. Cerraron el acto pro-independentista entonando L’Estaca de Lluís Llach.
Antes, los intervinientes habían repasado con profusión el argumentario del Gobierno catalán. «Catalanes, Madrid os ama», subrayó la presentadora de un acto en el que, más allá de la defensa que todos los ponentes hicieron del derecho a decidir y de la convocatoria del 1-O, fueron continuas las críticas al Gobierno de Rajoy y al PP, pero también al PSOE, al Tribunal Constitucional y a la Guardia Civil. También fueron constantes las referencias a la dictadura de Franco y a las semejanzas que, según los intervinientes, guarda con la actual democracia: «Esta es una batalla entre neofranquismo y democracia, entre democracia y demofobia», aseguró Elena Martínez, portavoz de la agrupación de Madrileños por el Derecho a Decidir; «estamos en un estado de excepción», añadió la diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid, Isabel Serra; «este régimen se parece a una dictadura como una gota de agua a otra», remarcó el representante del Partido Comunista en el acto, Alberto Arregi. La representante de las CUP, Nuria Gibert, insistió en la voluntad de los suyos de «acabar con el búnker del 78» y de llevar a cabo el próximo 1 de octubre un «proceso de ruptura democrática con el Estado español». El diputado de ERC en el Congreso Joan Tardà agradeció el apoyo del «pueblo de Madrid» al acto de ayer: «No seríais dignos de vosotros mismos si no fuerais solidarios».
El acto contó incluso con referencias a Lenin y al marxismo, el relato de un diputado de un diputado del PDeCAT nacido en Andalucía que reconoció su conversión al independentismo tras la victoria electoral de Rajoy y, como ya es tradición en este tipo de actos, un recuerdo a «Alfon», el joven madrileño que permanece en prisión tras ser detenido en la huelga general de 2012 por llevar en su mochila un explosivo casero fabricado a base de petardos, gasolina y clavos.
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