Diplomacia
«La política exterior es ahora una política personalista»
Varios expertos critican el rédito personal de algunas decisiones del Ejecutivo y subrayan la escasez de explicaciones a la Cámara Baja y la opinión pública
En los últimos meses, varias decisiones sobre política exterior han generado controversias políticas y mediáticas en España. El giro de 180 grados respecto al Sáhara Occidental, el reconocimiento de Palestina como Estado o la crisis con Argentina son algunos de los asuntos que han copado el debate público, situando a la diplomacia en el centro de la discusión.
Y eso que es una materia que normalmente no suele generar mucha expectación entre los ciudadanos. Prueba de ello es su escasa mención durante los debates electorales, por ejemplo. Sin embargo, la controversia de algunas decisiones tomadas desde el Ejecutivo ha elevado esta materia a la apertura de telediarios y portadas de periódicos.
El Gobierno ha recordado a sus socios y al resto de formaciones que la dirección de la política exterior le corresponde a la Presidencia y que del resto de partidos lo que se espera es una actitud de lealtad. Esta afirmación se sustenta en la Constitución, que establece en su artículo 97 que «el Gobierno dirige la política interior y exterior».
Ahora bien, entre ciertos sectores diplomáticos y partidos existe la sensación de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, instrumentaliza la política exterior para su interés propio. Hay, de hecho, varias situaciones que respaldan esta afirmación, como el reconocimiento del Estado de Palestina justo antes de las elecciones europeas del pasado 9J o el choque diplomático con Argentina, que hoy podría vivir un nuevo asalto con la visita de su presidente, Javier Milei, a España.
«El cambio de postura sobre el Sáhara no se debatió ni en el seno del Partido Socialista»
LA RAZÓN ha conversado con varios expertos en relaciones internacionales para analizar los distintos bandazos en esta materia y preguntarles si consideran que se está instrumentalizando con fines partidistas.
El profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo, Antonio Alonso, recuerda, precisamente, que desde la Democracia, hay ciertos temas que son consensuados entre los partidos más grandes «con el objetivo de alcanzar una postura de Estado y no tanto de partido». Sin embargo, añade, «la característica de ahora no es que simplemente no sea una política de partido, sino que es una política personalista». Pone como ejemplo el cambio de postura con el tema del Sáhara. «No se debatió ni en el seno del Partido Socialista», subraya.
Porque la primera gran crisis diplomática de Sánchez fue en 2021 con Marruecos. La embajadora de Mohamed VI en España, Karima Benyaich, fue llamada en mayo de ese año tras la acogida en nuestro país del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, dinamitando la relación bilateral. Fue entonces cuando Sánchez dio un giro histórico y se posicionó del lado de Marruecos en la problemática sobre el Sáhara. Karima Benyaich regresó a Madrid, pero la maniobra del Ejecutivo fue rechazada por toda la Cámara Baja, abriendo una gran crisis con su socio de coalición, Podemos.
Lo peor fue que el cambio de postura provocó un efecto dominó y desató una nueva crisis. Esta vez con Argelia, históricamente aliado en materia energética y clave para la estabilidad en el Sahel.
José Ángel López, profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de Comillas ICADE, señala que las distintas decisiones del Ejecutivo en materia exterior «son cuestiones completamente diferentes, que no se pueden meter en el mismo saco».
«En la reciente crisis abierta con Argentina, la gestión del Gobierno ha sido muy mala»
No obstante, recuerda que el giro respecto al Sáhara es «un caso de volantazo histórico». Añade que, dos años después, «sigue sin haber explicaciones respecto a este cambio de postura. A mi juicio, es un cambio fundamental en una línea maestra de la política exterior española desde la Transición».
En cuanto a la crisis sin precedentes desatada por Sánchez el año pasado con Israel tras los atentados terroristas de Hamás del 7 de octubre, los expertos apuntan al «electoralismo» del posterior reconocimiento del Estado de Palestina. José María Peredo, catedrático de Comunicación y Política Internacional en la Universidad Europea, sostiene que la política exterior «no está supeditada al interés del Gobierno.
Otra cosa distinta es, que efectivamente, se puede interpretar que ha habido determinados acontecimientos y decisiones que se han tomado en clave electoral». En su opinión, el reconocimiento llevaba sobre la mesa décadas y ya existía consenso internacional en caminar hacia la solución de los dos estados. No obstante, «asumir casi unilateralmente con el apoyo de otros dos estados muy respetables, pero no de las grandes potencias, por ejemplo, de la UE en un momento electoral, genera cierta confusión», apunta.
La última crisis ha sido con Argentina. El Palacio de La Moncloa y la Casa Rosada están con las espadas en alto y mantienen un cruce de reproches continuo. Desde que el ministro de Transportes, Óscar Puente, acusara al presidente argentino de «consumir sustancias», la tensión ha sumado decibelios y se ha convertido en un asunto de Estado para el Ejecutivo.
Hay determinadas decisiones de política exterior que se han tomado en clave electoral»
La decisión del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, de llamar a consultas a la embajadora en Buenos Aires y amenazar con romper relaciones genera dudas entre los expertos por precipitada. En este sentido, el profesor López esgrime que «desde el punto de vista del uso de los instrumentos diplomáticos, la gestión del Gobierno ha sido muy mala». Argumenta que, en un conflicto diplomático, la respuesta «suele ir de menor a mayor intensidad y no quemar etapas rápidamente, como ha sucedido».
Con todos estos vaivenes, la pregunta está clara: ¿está perdiendo España influencia global por la gestión de Sánchez? Los entrevistados son cautos, ya que «las líneas generales de la política exterior no cambian de generación en generación», sostiene Antonio Alonso, quien no duda en criticar la gestión de Albares: «Es simplemente un sesgo de lo que le diga Sánchez pese a su formación».
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