Crónica

Un presidente que se agarra al "y tu más" al no ser capaz de dar explicaciones

Corrupción de otro tiempo para tapar la de este y un hasta un grito de "inútil" mostraron la fragilidad de Pedro Sánchez

La sesión de control al Gobierno se desarrolló ayer en el Congreso de los Diputados entre reproches la corrupción de unos y de otros. La de hace años, al menos, siete años, que afectó al PP (casos como «Gürtel» o «Bárcenas») y acabó con la estancia de Mariano Rajoy en la Moncloa. Y la de esta misma semana, que extendió los cobros de «mordidas» al ex «número 3» de Pedro Sánchez en el PSOE, Santos Cerdán.

Alberto Núñez Feijóo, ejerciendo de lleno el papel de líder de la oposición, insistió en colocar al jefe del Ejecutivo como el «lobo que ha liderado una manada corrupta todos estos años», para desmontar la narrativa en la que el socialista viene insistiendo de que no tenía conocimiento de nada de lo que hacía su entorno político.

Por ello, el presidente popular le ha retado a publicar una vez carta, tras la de ayer a la militancia, pero esta que sea de «dimisión». «¿Piensa redactarla ya o no le queda ningún respeto por los españoles».

En su réplica, Sánchez volvió a optar por el «y tu más», para dejar claro al país y a la indignada oposición que «el único adelanto que va a haber no es el de las elecciones» que le piden, sino «el de la sentencia de muchos casos de corrupción a la vuelta del verano que afectan al PP».

Así lo repitió una y otra vez, con diferentes formulaciones, mirando «cara a cara» a Feijóo: «El PP es una enciclopedia de corrupción con capítulos autonómicos. Si quiere usted dar lecciones, tiene mucho por delante».

Las intervenciones se vivieron en un ambiente extremadamente bronco, con peticiones de dimisión, entre pataleos y golpes en los escaños, e, incluso, reproches de Francina Armengol a un diputado que –bajo su óptica– lanzó «insultos».

Se llegó a oír, claramente, que alguno de sus señorías dedicó un «inútil» al presidente, mientras este trataba, sin éxito, de calmar los ánimos y reducir el volumen del escándalo, que ya mira hacia la propia presidenta de la Cámara baja.

Santiago Abascal tomó el testigo del popular para mirar «cara a cara» y preguntarle si puede ofrecer alguna «aproximación del dinero que han robado a los españoles las distintas tramas que le rodean».

Como el líder de Vox, seguidamente, ha abandonado el hemiciclo, Sánchez se ha quedado solo respondiéndole con acusaciones de financiación irregular por parte del partido de la derecha alternativa.

En el pleno y los pasillos, Gabriel Rufián, como el hombre de ERC en Madrid, ha dejado grandes reflexiones sobre un Sánchez al que hasta su base parlamentaria ve «encapsulado en Moncloa» y faltó de unos asesores que sea «gente normal», lo que le está llevando a hacer «un mal negocio».

Rufián se ha ido del hemiciclo molesto porque el presidente no ha contestado ni siquiera la principal duda que le ha formulado. Si está en condiciones de «jurar y perjurar» que el escándalo del «entramado Koldo» no acabará siendo la «Gürtel del PSOE», con la aparición de algún indicio que apunta a la implicación de «P. Sánchez».

Como hizo Pilar Alegría ayer desde La Moncloa, el presidente se defendió con el lema de que «la izquierda no roba» y la organización criminal vinculada al socialismo es solo una «anécdota», de la que pidió, a sus socios, no hacer «una categoría».

De las palabras de Sánchez se pudo extraer, como admitió textualmente, que no ha «dado la talla» en la lucha contra la corrupción, que otrora tomó como bandera, y que las vergüenzas delictivas que se están conociendo han traicionado «la confianza de los ciudadanos».

El único argumento que el líder de Ferraz pudo lanzar, para tratar de minimizar que otro secretario de Organización esté siendo investigado por corruptelas, es que no hay, al menos de momento, ningún «indicio» que apunte a una «financiación irregular» del partido.

Y, por tanto, nunca será –según Sanchez– la situación comparable a la que vivió Génova, con los sobres de un tesorero condenado.

Mientras todo esto pasaba en la madrileña calle de San Jerónimo, Emiliano García-Page, como voz socialista disidente de la línea marcada por el poder interno sanchista, sentenciaba en Cope que ya no hay «salida digna» ante la puntilla que ha supuesto para las siglas el «informe Cerdán» de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.

El barón castellano-manchego se ha confesado «dolido» porque prevé que «queda mucho por saberse» de las irregularidades, cuando, ya en este momento, la «credibilidad» de su formación está en el más estado crítico de «su historia reciente».

Para la hemeroteca menos seria quedará el lapsus que protagonizó este miércoles, poco afortunado para el estado de su figura. Sánchez reivindicó, a viva voz, que en el Partido Socialista hay «tolerancia total con la corrupción».