
Estrategia
Prioridad de Génova, los afiliados de Ayuso
A Feijóo, el Congreso del PP solo se le puede atragantar por las enmiendas, sobre todo de Madrid y Valencia. Galicia le corona como candidato

El Congreso extraordinario del PP de julio lo tiene todo para ser un camino sencillo para recorrer por Alberto Núñez Feijóo. No hay candidatura alternativa que le haga sombra, aunque ya se mueva un «figurante», el exdirigente valenciano José Luis Bayo, que, de momento, sí ha anunciado que quiere competir contra el jefe de la oposición por el liderazgo del partido.
Pero por muy atado que lo tengan todo en la cúpula, y por muy tranquila que esté la organización en clave interna, como es el caso, las enmiendas que presentan los afiliados son siempre un quebradero de cabeza para el «aparato», y este cónclave no será una excepción. Feijóo ha unido al partido; le ha consolidado en poder territorial; y ha mejorado el nivel de voto general que recibió de manos de Pablo Casado. El escenario es bueno, aunque sigan sonando las voces que dicen que no acaban de despegar a nivel nacional, pero nunca nada está del todo hecho y la fuerza orgánica tiene que poner toda la carne en el asador para que no haya fugas ni se le desboque ninguna organización regional en sus segundos niveles o por la vía de la apertura a la temida democracia interna.
El PP de Madrid es ahí el gran reto de Feijóo. Con Isabel Díaz Ayuso al frente, y sin ella, esta es una organización territorial con una gran tradición de intensa movilización en la presentación de propuestas para que se incorporen a los textos oficiales de las dos ponencias que elaboran en la dirección nacional, la política y la de estatutos.
Enmiendas vivas
En anteriores ocasiones, hasta el 80 por ciento de las enmiendas llegaron del PP de Madrid, y ya han puesto en aprietos a otros equipos que precedieron al de Feijóo. Por ejemplo, con Mariano Rajoy, los encargados entonces de la ponencia de estatutos se las vieron para frenar la presión de Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, y de la líder del PP valenciano, Isabel Boning, empeñadas en que se recogiera la exigencia de «un afiliado, un voto».
Y ahí es donde descansará también una de las grandes batallas de la etapa precongresual, y puede que del propio Congreso, si llega viva alguna enmienda en relación con el sistema de elección del presidente del partido.
Si de Génova dependiera, el PP volvería al modelo de designación del líder nacional por los compromisarios, pero esta es una fórmula que la organización madrileña no aceptaría jamás ya que supone renunciar a una de las esencias de sus batallas internas. Es tan así, que quienes están curtidos en las negociaciones congresuales avisan de que lo más sensato para el equipo de Feijóo sería introducir ya en las ponencias de origen una propuesta mixta, medio negociada, que sirva para acercar posturas y que minimice el riesgo de enfrentamiento. En los estatutos en vigor se convierte automáticamente en candidato a la Presidencia del PP aquel que reúne más del 50% de los votos de los afiliados y tiene más de 15 puntos de diferencia con respecto al segundo competidor. En este Congreso, pueden cambiarse los porcentajes, pero eliminar por completo el peso del voto de los afiliados chocaría con las dos organizaciones que siempre han sido más reivindicativas en esto, Madrid y Comunidad Valenciana.
Para entender la importancia del debate de enmiendas hay que saber que las puede presentar cualquier afiliado, y que, una vez registradas, pueden ser aceptadas, negociadas o rechazadas. Estas últimas llegan vivas al Congreso, donde se someterán a votación.
Los compromisarios eligen a qué debate en comisión se apuntan durante el Congreso, aunque Génova y las organizaciones regionales puedan mediar discretamente en la redistribución. Ahora, por más que se afanen en ir hablando uno a uno con los autores de las enmiendas, si una llega viva al Congreso, el aparato pierde bastante control para amoldarla a sus intereses. «No te vale ni siquiera contar con los compromisarios apuntados a cada una de las ponencias porque luego resulta que, a veces, ni se te se presentan, y eso te puede hacer perder una votación trascendental».
Evidentemente, ni el presidente andaluz ni tampoco el de la Junta de Castilla y León pueden dedicarse, por falta de tiempo, a las exigentes negociaciones entre bambalinas que requiere un proceso congresual tan relevante como este, pero para ello ya estarán sus cancerberos, a los que no se les puede escapar detalle del contenido de las propuestas que llegan a Génova para acertar en el cribado y en la respuesta con el mínimo riesgo de tensión.
Hacia fuera, la relevancia está en la ponencia política y en la capacidad de Feijóo de trasladar sus propuestas dentro de un mensaje más ilusionante. Y también en que a su vez convenza al electorado de centro derecha de que no volverá a haber un segundo error y que esta vez sí alcanzarán La Moncloa. El obstáculo es, una vez más, Vox. Y todos los ojos estará puestos en hasta dónde llega Feijóo en la solemnización de que quiere un gobierno en solitario. Con realismo, hoy los números no dan sin apoyos externos, que sólo podrían venir del partido de Abascal.
✕
Accede a tu cuenta para comentar