«Victimismo» contra el PNV

El PSOE medió con Bildu para contener la sangría electoral

La rectificación de las listas atiende al cálculo en votos. Bilbao y Navarra, en la diana abertzale. PSOE y Bildu mantienen sus canales

Sesión de control en el Congreso de los Diputados @Gonzalo Pérez Mata
Pedro Sánchez, ayer en el Congreso con Nadia Calviño, Patxi López y otros diputados socialistasGonzalo Pérez Mata Fotógrafos

La promesa de renuncia de los siete etarras con delitos de sangre, que van en las listas de Bildu junto con otros 37 terroristas condenados por colaboración o pertenencia a ETA, ha sido consecuencia de una revaluación estratégica electoral. El alcance de la polémica, tras una denuncia de Covite, era un riesgo para los intereses de los abertzales en el País Vasco y en Navarra, y también ha impactado en la campaña socialista. Entre las dos formaciones ha habido conversaciones informales, también a través de terceros interlocutores, para recomponer una situación en la que, como se ha explicado desde el entorno socialista, «salían perjudicados los dos partidos».

Desde el partido del Gobierno se ha recordado a Bildu que esta legislatura ha sido provechosa para ellos por su política de pactos con el PSOE y con Unidas Podemos, y que estaban poniendo en riesgo el avance reputacional que han conseguido con esta colaboración y que forma parte de una estrategia al servicio del objetivo de conseguir el «sorpasso» del PNV en los próximos ciclos electorales. En estos comicios, Bildu se ve fuerte sobre todo en Navarra y en Bilbao, pero hay mucho más poder en juego en el que tienen serias aspiraciones. Durante estos días de atrás, en las filas socialistas han defendido el mensaje de que la dirección de Bildu debía valorar el coste de no haber sabido medir los efectos de su decisión, y, al parecer, una vez que se «asimiló» que había un riesgo cierto de restar votos a su candidatura, entonces se ejecutó la promesa de rectificación a futuro (los siete etarras con delitos de sangre dicen que no cogerán el acta si son elegidos).

Además, por otra parte, también ha influido que los abertzales han visto rápido que esta rectificación les iba a permitir echar gasolina al victimismo que tan buenos resultados les ha dado en otras elecciones dentro de su carrera por disputar al PNV la hegemonía en el País Vasco.

El ruido nacional de esta polémica, y el victimismo de Bildu, perjudica a los peneuvistas, que ya se han visto en esta legislatura sometidos a la presión del acercamiento y la negociación del PSOE con el partido de Arnaldo Otegi.

La rectificación llega tarde, y es insuficiente, para contener el impacto en la campaña socialista. Además, el PSOE no tiene manera de silenciar el debate, que ya el pasado fin de semana puso sordina a los anuncios electorales de Pedro Sánchez.

En cuanto a su impacto en los demás partidos, en la Comunidad de Madrid, Vox está a la baja. La caída en los tracking de los «verdes» llega a los dos puntos, del 9 por ciento de la semana pasada al 7 por ciento de las mediciones más recientes.

Esto coincide con la preocupación que traslada Génova sobre la situación de Vox a nivel nacional. El mensaje de campaña del PP es que la polémica sobre Bildu no ha beneficiado esta vez a Vox, porque el contexto de reagrupación del voto del centro derecha contra el «sanchismo» ha cambiado los parámetros normales de movimiento del electorado.

Vox siempre se ha venido arriba cuando el debate político se ha ido a la cuestión territorial o cuando el independentismo o Bildu han protagonizado el tablero político. Y eso hace que, en esta ocasión, también se dé por hecho que esta situación refuerza a Vox en su pulso contra el PP.

Quien, en todo caso, no está ganando nada es el PSOE, a pesar de que los estrategas del Palacio de la Moncloa están concentrados en echar al ruedo una «liebre» que distraiga la atención de esta cuestión, instalada en el debate mediático y de la opinión pública aunque en estas elecciones se diriman gobiernos autonómicos y municipales.

Si Castilla-La Mancha o Aragón no han disimulado nunca su incomodidad con la situación, ya hasta en el equipo electoral del PSOE en la Comunidad Valenciana se llevan las manos a la cabeza después de que el presidente del Gobierno se negara a asumir el martes en el Senado el compromiso de que no volverá a llegar a acuerdos con Bildu. Es una declaración que no puede permitirse a nivel nacional porque el PSOE no tiene opción de seguir gobernando sin el apoyo de los votos de los abertzales, que van ligados a ERC y a Podemos.

La interlocución entre socialistas y Bildu sigue abierta en los mismos canales que han utilizado durante toda la legislatura, y que van más allá del ámbito estrictamente parlamentario.

El Gobierno tiende la mano a los abertzales

«Evidentemente el Gobierno de España va a traer, en función de la coyuntura que tengamos en junio, unas nuevas medidas sociales y espero que entonces podamos contar con el apoyo de su grupo parlamentario y el conjunto de la Cámara». Con esa frase cerró ayer Pedro Sánchez su respuesta a la portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua. Antes le había afeado la «equivocación» de haber colocado a candidatos vinculados con ETA en las listas electorales de la formación abertzale, exigiéndoles una petición de perdón rotunda. Sin embargo, esto no es obstáculo para que el Gobierno reconozca que seguirá apoyándose en Bildu en el futuro.