Los registros ordenados por el Tribunal Supremo en diferentes organismos del Gobierno de España, así como en la sede del PSOE, entran en ese plan de trabajo con el que desde hace ya varios meses trabajan en la "cocina" estratégica de Génova y que se sostiene en el mantra de que "todo se clarificará antes del verano".

Al PP le queman las prisas, y más después de ver a los agentes de la UCO tomando posiciones en la sede de Ferraz. Pero la estrategia de Alberto Núñez Feijóo está diseñada desde hace meses y ya incluía la sucesión de acontecimientos que han precipitado que hasta los más cercanos al presidente del Gobierno admitan, ya fuera del circuito oficial, que esto es insostenible, sin descartar incluso la dimisión, como informaba en exclusiva este pasado jueves Toni Bolaño en este periódico.

De momento, Feijóo deja el protagonismo a los registros y a los movimientos que pueda hacer un presidente del Gobierno sin margen de salida, según, al menos, como lo ven en su propio partido. Pero el discurso y la acción del líder de la oposición se prepara para dar un paso adelante frente a un Gobierno y a un PSOE que asocian a una misma trama de corrupción.

La presión sobre los socios es maquillaje obligado porque no hay contactos abiertos con ellos, ni siquiera con Junts, para trabajar a medio plazo en una moción de censura. Y Feijóo no irá en ningún caso a la Cámara para ver cómo el Parlamento se convierte en un guirigay en el que hasta la derecha acaba enfrentada con ella misma porque Vox jugaría su propia partida.

Ahora bien, a Feijóo le queda la calle. No en manifestaciones, y sí en multiplicar la actividad sectorial y la movilización del partido. Le queda también Europa. Y le queda, sobre todo, entra en un ciclo electoral a partir de septiembre, "si no hay sorpresas en la Legislatura antes de esa fecha", para saldar cuentas con Santiago Abascal y entrar en una política de ninguneo al partido que está a su derecha.

La semilla la sembrará en su Congreso Nacional de Madrid. Ahí será el momento para que el Feijóo que hasta ahora ha pedido una mayoría suficiente para gobernar pase a reclamar una mayoría absoluta, rotunda, que le permita gobernar en solitario sin dependencias ni siquiera externas de Vox.

Hoy suena a fantasía, y no hay encuesta que avale esta teoría. Pero los gurús electorales le están diciendo que puede colocarse en los 160 escaños, y que, si llega a ese nivel, puede jugar a ganar la Champion.

Vox no se va a quedar parado ante el derrumbe de la izquierda, pero Feijóo se reserva cambios en el equipo, cambios en el discurso y cambios también en la oferta que presentará a los españoles. Quien está en la "pomada" avisa de que todo está muy pensado. Y que irá al compás de lo que haga la UCO y lo que decidan los jueces.