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Rajoy busca un golpe de efecto

Alberto Núñez Feijóo y Mariano Rajoy, ayer, en Santiago de Compostela
Alberto Núñez Feijóo y Mariano Rajoy, ayer, en Santiago de Compostelalarazon

Desde la retirada de la Ley del Aborto se han sucedido los problemas: de las «tarjetas B» al «caso Monago»

Mariano Rajoy cumple tres años como presidente del Gobierno convencido de que la economía la tiene encarrilada. La crisis económica ha sido su gran ocupación y preocupación desde que llegó al Palacio de la Moncloa, tanto que algunos de los suyos incluso le reprochan que no haya hecho más política o que no haya utilizado la mayoría absoluta para impulsar medidas más ambiciosas en materia territorial o de regeneración de las instituciones. Moncloa se defiende argumentando que los cambios hay que hacerlos con prudencia, preservando la estabilidad y respetando, en la medida de lo posible, los consensos.

Esto último fue la justificación en la que el Gobierno sostuvo su decisión, a la vuelta del verano, de retirar el proyecto de reforma de la Ley del Aborto aprobada por los socialistas, la «ley de plazos», para sustituirlo por puntuales cambios en sus puntos más polémicos. Una decisión muy controvertida y que se llevó por delante la cabeza del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Como si de una maldición se tratase, jugando con las metáforas, lo cierto es que desde entonces el Ejecutivo ha tenido que ir sorteando obstáculos, uno tras otro, en una espiral de desgaste que se ha dejado notar en las encuestas. «Parece que nos han caído encima las siete plagas», comentaba precisamente un miembro de la dirección del Grupo Popular el pasado miércoles en el Congreso, ante la pregunta de cómo veía la parte de Legislatura que quedaba detrás, y el camino que faltaba por recorrer.

Rajoy llega a esta recta final del viaje en una situación complicada desde el punto de vista político y electoral. Hay que reconocerle el mérito de que venció la batalla al rescate económico, de que ha conseguido frenar la deriva del barco en una situación muy complicada, estabilizarlo y que empiece a navegar hacia puerto seguro. Pero en su propio entorno admiten que la recuperación económica, cuyo ritmo depende también de cómo evolucionen las cosas en Europa, puede no ser suficiente para afrontar las próximas elecciones desde una posición de ventaja y de seguridad respecto al futuro. De hecho, en el entorno del presidente ya hay quien dice que en estos momentos la crisis política, con Cataluña en el centro del vendaval, es más grave y más preocupante que la económica. En las filas populares admiten que estamos «en un momento de inflexión, en un cambio de ciclo, en un fin de etapa, que tiene sus consecuencias en todos los ámbitos», y que desoír esta situación sería un gesto de ceguera y de sordera política.

Desde que a finales de septiembre Rajoy anunciase la retirada de la nueva Ley del Aborto, el Gobierno y el PP han ido de sobresalto en sobresalto. Sin capacidad de hacerse con la iniciativa y a remolque de la desafección creciente de la ciudadanía hacia las instituciones y hacia la política bajo el empuje de esa sensación de corrupción generalizada que no acalla el hecho de que sea ahora, bajo mandato del PP, cuando la Policía y la Justicia están consiguiendo destapar algunos de los nichos más podridos. «Están cayendo uno a uno, y aquéllos que nunca pensamos que iban a ser empapelados; pero, sin embargo, no estamos siendo capaces de evitar que el PP pierda el control de la bandera de la lucha contra la corrupción que acompañó a José María Aznar en su llegada al poder», sostiene un ex ministro de entonces. De las tarjetas «black» de Caja Madrid al «caso Monago», con sus secuelas de por medio: todo esto ha ido condicionando la agenda de las últimas semanas. Y de todo esto han ido alimentándose, al mismo tiempo, los de Podemos. En el PP lo saben. «O nos ponemos al frente de la lucha contra la corrupción y recuperamos la iniciativa política, o esto nos lleva por delante», dice su análisis.

De hecho, hay miedo generalizado a perder mayorías absolutas y a quedarse fuera de muchos Gobiernos en las próximas elecciones autonómicas y municipales por la alianza de la izquierda.

En Moncloa confían en darle la vuelta a esta situación en la próxima semana, en el Pleno en el que Rajoy presentará el detalle de las reformas legislativas que tramitará el Parlamento para endurecer los controles y la respuesta del sistema a los casos de corrupción. En el PP también confían en que la renovación que acompañará a las candidaturas electorales permita contener el desgaste y recuperar oxígeno en las elecciones autonómicas y municipales. Pero admiten que llevan dos meses sin levantar cabeza y que en enero empezará ya una etapa preelectoral que no tendrá descanso hasta las generales. En la sala de máquinas de Moncloa preparan un último impulso legislativo en positivo, con noticias buenas para la ciudadanía. Y, al mismo tiempo, preparan también todo un despliegue de actividad territorial para impulsar el discurso de la recuperación económica y de los logros conseguidos en esta Legislatura. «Hay que hacer lo que se hace siempre en tiempo electoral, pero antes hay que dar un golpe de efecto que nos permita recuperar la credibilidad ante la ciudadanía», sentencia un alto cargo del Ejecutivo.